Han pasado dos años desde el ataque a gran escala de las fuerzas azeríes contra la población de Nagorno-Karabaj. Desde la década de 1990, este había sido un conflicto congelado y olvidado, pero en septiembre de 2023, en cuestión de días, toda la población de etnia armenia —más de 100.000 personas— se vio obligada a huir del territorio. La mayoría de estos refugiados se trasladaron a Armenia. Desde entonces, no ha habido perspectivas reales de retorno.

Es difícil imaginar lo que han pasado estas familias: primero, el bloqueo de nueve meses del corredor de Lachin, que provocó una crisis humanitaria en el territorio. Luego, la traumática experiencia del conflicto violento, la pérdida de familiares y amigos, y su rápido desplazamiento de Nagorno-Karabaj, lo que significó que tuvieron que dejarlo todo atrás. Los refugiados de todo el mundo comprenderán lo que esto significa: la pérdida, el trauma y el estrés, y la sensación de incertidumbre en su nuevo lugar de residencia. Se necesita mucha esperanza y fuerza para no rendirse.

Acción contra el Hambre lleva trabajando en Armenia desde principios de los años noventa, proporcionando ayuda humanitaria y apoyo al desarrollo. Yo llevo trabajando con la organización en el Cáucaso Sur desde 2008, por lo que conozco bien los problemas a los que se enfrentan las personas más vulnerables de la región.

La mayoría de las familias refugiadas han tenido que trasladarse varias veces dentro de Armenia para encontrar una vivienda asequible, un trabajo y sentirse seguras

Nuestras operaciones en Armenia se ampliaron debido a la crisis humanitaria de 2023. Dimos dinero en efectivo, apoyo psicológico y refugio a las personas desplazadas, además de apoyar el desarrollo de habilidades y proporcionar subvenciones para oportunidades de empleo y medios de vida. Seguimos apoyando a las personas refugiadas de Nagorno-Karabaj y a las comunidades de acogida en las que viven hasta el día de hoy. La integración social y económica lleva tiempo.

En Armenia, la respuesta al desplazamiento fue de corta duración, ya que se ha producido un cambio en los últimos tiempos: hemos pasado del apoyo humanitario a la prestación de ayuda al desarrollo. Esto, a pesar de que muchos refugiados siguen teniendo dificultades para satisfacer sus necesidades básicas que suelen darse en contextos de emergencia, como la alimentación, el alojamiento y los gastos sanitarios. La mayoría de las familias refugiadas han tenido que trasladarse varias veces dentro de Armenia para encontrar una vivienda asequible, un trabajo y sentirse seguras. Cada vez han tenido que echar nuevas raíces y empezar de nuevo.

Con la reducción de la financiación humanitaria a nivel mundial y la atención de los gobiernos y los medios de comunicación centrada en crisis más graves, la recaudación de fondos para apoyar a los refugiados de Nagorno-Karabaj se ha vuelto muy difícil. Los esfuerzos deben continuar por parte del gobierno y las agencias cualificadas para proporcionar apoyo específico a los refugiados más necesitados. Las soluciones duraderas en materia de vivienda y medios de subsistencia son la máxima prioridad, ya que los paquetes de asistencia social para los refugiados en Armenia siguen siendo limitados.

La región del Cáucaso Sur sigue siendo políticamente inestable, pero la declaración firmada recientemente entre Azerbaiyán y Armenia ha abierto el camino hacia unas mejores relaciones y cooperación. Esperamos que traiga una paz duradera para todos, incluidos los refugiados de Nagorno-Karabaj.


Marcella Maxfield es directora regional de Acción contra el Hambre en el Cáucaso Sur