Poca fe podía depositarse en la comparecencia del presidente del Gobierno desde que, a los pocos minutos de sentarse frente a los portavoces del Senado, y sin mayor rubor, definió como "un circo" la Comisión de Investigación del 'caso Koldo'. Lo hizo para responder a la pregunta de una senadora (UPN), pero, por si alguien pudo llegar a considerar que aquel exabrupto se le escapó por accidente, lo volvió a repetir un rato después, con el portavoz de Junts, Eduard Pujol, como interlocutor.

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Tampoco habrá nadie que se haya llevado las manos a la cabeza porque el 'primer ministro' español se refiera en esos términos a la Cámara alta; o, al menos, a la comisión que investiga uno de los casos de corrupción más amplios y complejos de las últimas décadas. ¿Qué hay de novedoso en que Pedro Sánchez desafíe con sus palabras o con sus actos a las reglas básicas del Estado de derecho? Quien sacó adelante la Ley de Amnistía... y quien diseñó un plan de regeneración de la democracia justo cuando la justicia empezó a investigar a sus secretarios de organización y a su familia, tiene ya cierta experiencia en la materia. Es un aventurero y lo demuestra a menudo, sin rubor ni límite conocido.

No se conoce a nadie de su Gobierno que haya censurado las palabras que pronunció Pablo Iglesias hace dos semanas, en las que apelaba a arrinconar a la derecha. Tampoco iba a ser él quien quitara la razón al senador de Bildu que durante su intervención de este jueves ha sugerido que todo esto de la corrupción de su socio parlamentario es, en realidad, parte de "una operación del Estado profundo", impulsada por el PP y por Vox.

Pagos en efectivo

Si ante palabras tan gruesas y graves, que atribuyen a jueces, fiscales e investigadores una especie de conspiración, el presidente no expresa su rechazo o afirma aquello de "dejen trabajar a la justicia" es porque, en realidad, considera que el 'caso Koldo' y sus afluentes -mascarillas, Air Europa, Delcy, Servinabar, Santos Cerdán, las putas colocadas en el sector público, los pagos en efectivo...- forma parte de un montaje. Así se lo traslada a su electorado y así lo cacarean sus periodistas y activistas de tertulia. Con Santaolalla y 'su entorno' a la cabeza.

A partir de aquí, lo suyo es decir que las cinco horas de comisión han discurrido entre cháchara, apoyos obscenos al presidente -como el de Compromis- y burdas evasivas pronunciadas mientras Sánchez consultaba una montaña de papeles con gafas gordas, al estilo de las de José Feliciano.

El portavoz del Partido Popular, Alejo Miranda, le ha preguntado por la relación de las empresas de Víctor de Aldama con el lugar de residencia de su hermano y no ha respondido. Le han interpelado sobre los contratos de mascarillas con Soluciones de Gestión y Apoyo a Empresas (Víctor de Aldama, Juan Carlos Cueto) y ha expresado la necesidad de cuidar la sanidad pública para hacer frente a situaciones como la emergencia sanitaria de 2020. De paso, ha criticado la privatización en la Comunidad de Madrid.

"Depende del día, iban unos u otros"

Le han preguntado por la legalidad de los pagos en efectivo que detectó la UCO en el PSOE -y este periódico abundaba hoy en la sorpresa de juez sobre el movimiento de efectivo- y ha defendido la transparencia de su partido. Le han pedido que indique en qué planta se encontraba el despacho del gerente y no lo recordaba. Sobre Aldama, ha asegurado que no le conocía. Y sobre los pasajeros del famoso vehículo Peugeot en el que recorrió España para recuperar la secretaría general de Ferraz, ha respondido, choteándose: "Depende del día, iban unos u otros". Como recordatorio, basta con incidir en que el viaje lo realizó con Ábalos, Koldo García y Santos Cerdán.

Se preguntará el ciudadano cómo se las ha ingeniado para dedicar más tiempo al debate sobre los derechos de los transexuales que a los hallazgos de la UCO sobre las "chistorras" o sobre Servinabar. O el porqué se ha hablado durante la sesión del artículo 155, de la "policía patriótica" -tres veces-, de Alberto Quirón -apodo del novio de Díaz Ayuso-, del tren Rodalies, de Gürtel o de "la máquina del fango". ¿Pero no iba esto del 'caso Koldo', con sus presuntas comisiones, sus secretarios de organización investigados y la presunta utilización de espacios de poder para desviar recursos aquí o allá?

La explicación a ese dislate es la de siempre. Mezcla impericia de algunos portavoces -con el de Vox manso, torpe y terco- con la ausencia de preocupación de sus socios de investidura sobre la corrupción...; y con el desparpajo del compareciente para esquivar preguntas, evitar respuestas, manipular, mentir y tomar por faltos a quienes tiene alrededor. De la falta de respeto institucional, ya está todo dicho. Quizás, cuando concluya la aplicación de su Plan de Acción por la Democracia, tras la toma total de las empresas públicas, el avance imparable en las privadas -SEPI y subvenciones- y la extensión de la propaganda hasta el dormitorio de los particulares, ya no necesite responder por el 'caso Koldo'. Quizás ahí cualquier pregunta se considere inadecuada, delictiva o fruto de una conspiración de 'lobbies oscuros' contra el Gobierno.

Del bochorno de hoy a la impunidad del mañana hay menos distancia de lo que pudiera parecer.

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