El reciente viaje del canciller Friedrich Merz a Turquía no solamente se debe leer en clave doméstica de Alemania, donde la comunidad de origen turco juega un papel social importante. También se tiene que interpretar en clave europea. Merz ha pedido un acercamiento entre Turquía y la Unión Europea. El fin de la guerra civil en Siria, junto con el papel de apoyo de gran parte de los países de la UE a la cuestión de Palestina, han hecho acercar las posiciones entre Bruselas y Ankara en la agenda diplomática.

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El creciente papel turco en los Balcanes impulsado por el creciente neootomanismo de Erdogan, combinado con la voluntad de integrar Europa del Este y la región balcánica en la Unión, hacen que haya un interés compartido en la misma región europea. Como también la vinculación que se articula en materia de defensa conjunta de todos aquellos Estados que se consideran amigos de Ankara, como Montenegro, Bosnia-Herzegovina, Kosovo o Macedonia del Norte. El papel turco en la invasión rusa de Ucrania y su apoyo incondicional a Kiev también ha ayudado a incrementar el papel turco en la zona y compartir bando con la Unión Europea. Incluso en el momento en que Trump amenazó con retirar sus efectivos de Europa, Erdogan anunció que Turquía estaba dispuesta a ocupar su lugar. 

El fin de la guerra civil siria, y el hecho de que se hayan situado en el mismo lado Turquía y la UE, en su apoyo a la normalización institucional del presidente Al Sharaa, ha fortalecido el vínculo entre Bruselas y Ankara.

Tal como ha dicho Merz, es necesario que Turquía avance en cuestión de derechos civiles y democráticos, y también en la reforma del poder judicial para que gane independencia. Aún así, Alemania vuelve a apoyar públicamente la candidatura turca a ser miembro de la Unión Europea, aunque también advierte que es indispensable cumplir con los criterios de Copenhague para formar parte de la organización supranacional. Es en este punto donde se demuestra que la cuestión turca vuelve sobre la mesa. Erdogan, durante la visita oficial de Von der Leyen, se posicionó en la misma dirección en diciembre, y afirmó que la pertenencia a la Unión Europea era una de las cuestiones estratégicas de Turquía, y se debían dejar de lado cuestiones nacionales de algunos Estados, haciendo referencia a la de Chipre y Grecia. Para Erdogan la cuestión de Chipre es un elemento estratégico de promoción de la unidad turca con Asia Central, y la Unión Europea quiere impulsar de nuevo las negociaciones hacia una solución federalista.

En este sentido, la cuestión turca se volverá cada vez más importante por su papel dentro de la OTAN, en Europa del Este, en la reconstrucción de Ucrania y en el Mediterráneo oriental. A pesar de las diferencias con diferentes gobiernos, es posible que la inclusión de Turquía dentro de la UE acabe siendo un gran elefante en la habitación, sea por su peso económico dentro de los mercados europeos, o el creciente papel de su industria de defensa; será más conveniente que esté dentro que fuera como hasta ahora. Y más si se acaban de imponer las ideas que está expresando Mario Draghi de avanzar hacia un federalismo real europeo. El impulso y crecimiento de Varsovia también hace ganar peso a Europa Central y con ello desplazar el centro del eje París-Berlín hacia el llamado Triángulo de Weimar.

El papel de Moldavia y Rumanía ahora como garantes del europeísmo en el Este o el creciente papel de la UE en el Mar Negro con el apoyo económico a Ucrania sitúan a Turquía más cerca del centro y del debate.

La capacidad de Turquía para actuar como puente entre Europa y Asia la convierten en un socio estratégico de primer orden"

Además, el papel de Turquía dentro de la OTAN ha adquirido una nueva dimensión. En el actual contexto de tensión con Rusia, Ankara se ha consolidado como uno de los principales activos militares de la Alianza en el continente europeo. Su capacidad para actuar como puente entre Europa y Asia, así como su influencia en el Cáucaso, el Mediterráneo oriental y Oriente Medio, la convierten en un socio estratégico de primer orden. En este nuevo escenario, la posibilidad de retomar las negociaciones para su adhesión a la Unión Europea ya no se percibe únicamente como una cuestión de valores democráticos o reformas internas, sino como parte de una estrategia más amplia de fortalecimiento del bloque frente a los desafíos globales. 

Aunque el camino hacia la integración plena sigue siendo largo y complejo, el contexto actual ha generado una ventana de oportunidad que podría redefinir las relaciones entre Turquía y Europa en los próximos años.


Guillem Pursals es doctorando en Derecho (UAB), máster en Seguridad (UNED) y politólogo (UPF), especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado. 

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