Un súbito interés por lo que ocurre en la ciudad de Nueva York se ha desatado en la tropa periodística y tertuliana española. Nueva York..., ¿quién lo iba a pensar a estas alturas? La gran manzana fue durante décadas el lugar del mundo preferido por los exagerados. Como casi nadie la conocía en casi ningún entorno, era una especie de comodín para contar anécdotas con cierta inventiva. Allí estaban los coches más grandes y los ricos más ricos, pero también los pobres más pobres y las calles más peligrosas, fruto siempre de los males del capitalismo, sistema insolidario e injusto.

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De esa ciudad surgió la reflexión lorquiana que sostenía que, con la multiplicación de las máquinas y el ruido del dinero, la gran manzana silenciaba el sufrimiento de los hombres, entre un millón de ventanas cerradas. Entre sus calles se encuentran también los que todavía dan la turra los cinéfilos plomizos. Pocos especímenes hay más soporíferos y repetitivos. Si quisiera hacer sufrir a mi peor enemigo, le enviaría a hablar de Nueva York con un anticapitalista o con un enamorado de Billy Wilder, Frank Sinatra y Woody Allen. El martirio sería más eficiente que la privación sensorial o las descargas eléctricas.

Se ha detectado estos días cierta vuelta a las andadas con el tema y la responsabilidad ha sido de la tropa periodística y tertuliana progubernamental. Pepa Bueno dedicó el doble del tiempo en el telediario del lunes al alcalde en ciernes que a las novedades del 'caso Koldo', que incluían aquel día el procesamiento de José Luis Ábalos y Koldo García por los contratos de las mascarillas; y un nuevo informe de la UCO, sobre la relación con la trama de Ángel Víctor Torres.

Un alcalde con carné del PSOE

Pudo causar perplejidad esa decisión editorial, pero con el paso de las horas y de los días se clarificó la situación: Zohran Mamdani es uno de los nuestros. Un político tan cercano al territorio donde habitan los grandes valores que podría decirse que camina por una ruta paralela al PSOE o, directamente, considerarle como un militante más de la izquierda nacional: entre el socialismo open mind de Sánchez, la puesta en escena de Sumar y la teatralidad de Ada Colau.

Ha levantado pasiones. El alto de Gomaespuma celebraba desde NY el cambio que implicará su triunfo en una ciudad que ha dejado de ser sinónimo de progreso y esperanza. Un portavoz de Más Madrid, Eduardo Rubiño, hacía un alto en sus obligaciones para definir a Mamdani como "un faro de esperanza"; y García Ferreras le describía como la antítesis de Donald Trump, lo que daba la pista definitiva sobre la estrategia.

La regla de tres es fácil de hacer: si Mamdani es la gran oposición del presidente estadounidense en su país y Sánchez, en la Europa Occidental, el nuevo regidor de Nueva York es un aliado y los neoyorquinos han acertado con el cambio. No han elegido a un alcalde para presidir los plenos, gestionar el agua y la limpieza; y elegir pregonero. Mamdani es el líder de la resistencia contra Trump. Obsérvese aquí el típico razonamiento del zapaterismo mediático, tan acostumbrado a fijar sus ojos al otro lado del Atlántico desde la posición del multilateralismo desinformado y desinformador.

La América profunda y la Moncloa 'high tech'

La guinda del pastel la ponía en el telediario del miércoles -La 1- la misma voz que hace unas semanas nos narraba la situación desde Gaza, con una objetividad similar. Incidía en que, frente a la "América profunda", la "blanca", que apoya a Trump, la cosmopolita y abierta había dado una lección al respaldar a un político con una concepción más humana y menos radical de la sociedad estadounidense. ¿Dónde están las medias tintas en España? Aquí eso no interesa. Somos un país cada vez más paródico, con representantes más paródicos, periodistas mucho más paródicos y una sociedad civil que se mete muy bien en el papel, hasta interiorizarlo y creérselo. A lo mejor incluso alguno ha pensado que el nuevo alcalde de Nueva York es la semilla de una nueva era que le llevará a una vida mejor. Eso, exactamente eso, acerca de que el efecto Mamdani se contagie ante el empeoramiento de la calidad de vida de las ciudades, se debatía en el noticiario vespertino de LaSexta este jueves.

Mientras, los medios españoles hablaban de que ha el nuevo genio político ha prometido abordar algunos de los problemas que más afligen a todos los habitantes del mundo occidental, que son ciertos y suelen negarse, por soberbia, y que, en algunos casos, relatan los cronistas, alcanzan la extrema gravedad en Nueva York. Uno es el de la vivienda. El alcalde ha prometido la congelación de las rentas y la construcción de vivienda pública. También ha anunciado un nuevo impuesto para los más ricos; y subvenciones a supermercados municipales, transporte público gratuito, así como reducir la dependencia con la policía tradicional.

Por traducirlo: ha dicho a los pobres lo que quieren oír. ¿Funcionará la receta? Es de esperar que sí, por el bien de los contertulios progubernamentales españoles -incluso a los que la televisión del Gobierno está robando la audiencia- que tanta fe han depositado en el nuevo alcalde de Nueva York. A lo mejor, con la esperanza de que lo que ellos mismos vendieron como bueno, cuando llegó Colau al poder, ahora sí funcione y no derive en desastre; como, por ejemplo, la política municipal de vivienda barcelonesa, acentuada por su sucesor.

No creo, en cualquier caso, que aquí la clave esté tanto en el resultado como en lo espiritual, que dicta que el enemigo de Trump es mi amigo porque yo -y por yo se entiende el PSOE- soy una de las grandes barreras internacionales contra todo lo que representa. Puede parecer demasiado prosaico y gratuito, pero el sedimento intelectual de cierta izquierda se ha construido así, a base de una actitud ante la realidad que está dominada por las pasiones adolescentes, que provocan cierta emoción por lo nuevo cuando esto cumple ciertos clichés, aunque sean ridículos y deriven en desastres una y otra vez. Dado que la autocrítica ante esto nunca es verdadero, esa pubertad vuelve una y otra vez, con sus emociones absurdas y sus mismos fallos. De los 10 a los 12, de los 12 a los 15… y de los 15 a los 10. De Carmena al Kichi y del Kichi al de Nueva York. Y Bella Ciao para el postre.

Que nadie crea que la derecha española puede dar grandes lecciones al respecto. Una parte, la más zumbada, ha llegado a ensalzar a Víctor de Aldama por sus amenazas de hacer caer a Pedro Sánchez. Le paran por la calle y le dan ánimos incluso. Sucede que ese terreno ultramontano tiene peor imagen, menos apoyo gubernamental y menos asientos en la franja matinal, salvo cuando interesa exhibir a los especímenes más excéntricos que hay enfrente. Por esta razón, llaman más la atención los fenómenos de la izquierda. En Pepa Bueno, en Àngels Barceló, en Aroca y en el tutifruti erótico-festivo del info-entretenimiento, este señor ha causado furor. Es socialista. ¿Qué más se puede pedir? ¿Resultados? Na...

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