Los últimos años del socialismo boliviano han sido una mezcla de pugnas personales, una crisis institucional vinculada a la falta de aprovisionamiento de algunos bienes esenciales y una crisis social como consecuencia de polarizar a la ciudadanía hasta el extremo. Todo esto es lo que ayuda a explicar la caída del Movimiento al Socialismo (MAS) en las urnas, el partido de Evo Morales y Luis Arce, quienes durante dos décadas han gobernado el país. Después de una segunda vuelta entre candidatos de derechas, finalmente Rodrigo Paz ha sido proclamado presidente de Bolivia. Tal como afirmó en su discurso de toma de posesión y juramento, su principal interés es retornar Bolivia al mundo, y el mundo a Bolivia.

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Desde su primer día en el cargo, se ha esforzado en mejorar el aprovisionamiento de combustible para paliar la crisis energética que atraviesa el país. También hemos vuelto a ver la bandera nacional en todos los actos políticos. La eliminación de la bandera wiphala de la banda presidencial y del Palacio de Gobierno demuestra la visión de reforzar el Estado y las instituciones. La eliminación de la Chakana, símbolo indígena y de los pueblos originarios, convertido en oficial por el MAS, y la recuperación del escudo nacional como imagen institucional del gobierno del presidente Paz, suponen el retorno de la imagen del Estado anterior al periodo socialista. Al mismo tiempo, también ha surgido el compromiso presidencial de recuperar el control de zonas del país que actualmente el Estado no tiene presencia.

La principal voluntad del nuevo gobierno es el retorno a la normalidad. Se trata de situar al país lejos de Rusia, Cuba y Venezuela y al lado de EEUU, Chile, Perú y Argentina"

La principal voluntad del nuevo gobierno es el retorno a la normalidad. Quiere acabar con anomalías como un ex presidente atrincherado en su fortín haciendo llamamientos a la revolución. O que Bolivia estuviera cada vez más aislada por culpa de la inestabilidad política. No había garantías para invertir en el país. Se trata de situar el país lejos del eje donde estaba ahora: es decir, dejar de ser aliado y socio de Rusia, Cuba y Venezuela, para pasar a estar del lado de Chile, Perú, Argentina y Estados Unidos. La voluntad de establecer vínculos de cooperación con los países vecinos del sur, como también de mirar hacia la Unión Europea y Estados Unidos, demuestran el giro copernicano de Rodrigo Paz.

Está revalorizando las Fuerzas Armadas y de los cuerpos policiales, que van a jugar un papel fundamental en el desarrollo del nuevo gobierno para luchar contra los grupos criminales que operan en el país. Estos primeros días de gobierno también están marcados por la voluntad de captar inversiones incrementando la seguridad jurídica. Es importante destacar que mientras las facciones socialistas dicen que la Wiphala y la bandera de la Flor de Patujú han sido eliminadas de la imagen pública, en todos los actos de juramento de los nuevos ministros y de los nuevos altos mandos de las Fuerzas Armadas, han estado presentes ambas banderas junto a la bandera nacional tricolor. Además, desde el gobierno se ha atendido la reivindicación de los mineros de contar con un Ministerio propio.

Las delegaciones diplomáticas de Estados Unidos, Alemania y Japón, como también del Banco Mundial, han sido las primeras en ser recibidas por el nuevo Gobierno. Todas las reuniones acabaron con la promesa de inversiones en el país andino. Lo ma´s destacado es que Alemania ha prometido que ayudará a Bolivia a desarrollar la industria del litio, la gran baza económica que tiene el país. Van a emprenderse reformas económicas y se va desmontar todo el entramado que durante dos décadas montaron los socialistas. Actualmente el gobierno, y sus aliados, disponen de mayoría en la Cámara de Diputados y en el Senado, lo que facilita el impulso legislativo a los anuncios que ha hecho el presidente Paz en estos primeros días. 

En conclusión, el nuevo gobierno afronta tres cuestiones fundamentales si quiere realmente situar a Bolivia dentro del mundo. La primera es la cuestión territorial y el proceso de federalización real del país; la segunda es la estabilidad económica y la captación de inversiones; y la tercera es la recuperación del institucionalismo que fue duramente dañado estos últimos años de masismo.

Si Rodrigo Paz avanza en estas direcciones, y afronta el debate interno de organización de un Estado en crisis en todos sus ámbitos, incluso la competencia entre las diferentes regiones del país, junto con la captación de inversiones que generará una transformación industrial en el país, y el retorno del Estado en aquellas zonas donde había desaparecido, es posible que consiga sus objetivos. Y al mismo tiempo, que Bolivia volverá a la palestra internacional. Seguirá así la estela de su padre Jaime Paz Zamora, y su tío abuelo Víctor Paz Estensoro, que fueron presidentes de Bolivia conocidos por sus profundas reformas institucionales.


Guillem Pursals es doctorando en Derecho (UAB), máster en Seguridad (UNED) y politólogo (UPF), especialista en conflictos, seguridad pública y Teoría del Estado. 

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