Leire Díez, fontanera con mocho, mano derecha con guante de goma de las manos derechas con guante de seda y rosa de trapo, ha sido detenida por la policía o por buzos, ahí en lo más proceloso de las cloacas. Ha sido detenida junto con Vicente Fernández, expresidente de la SEPI, ese tanque gubernamental dirigido por Hacienda (Montero) y metido en las empresas, que a partir de ahí ya son empresones, como suelo decir. El empresón siempre tiene interés “estratégico”, por supuesto, y también algo de edificio de embajada, al que enseguida le instalan un teléfono rococó, como de actriz en la bañera, conectado con la Moncloa, donde tenemos otra actriz con bañera. Aunque el empresón también puede servir para subvencionar cátedras de la presidenta Pepis o para colocar a las víctimas de Salazar, siempre más bonitas y más socialistas si están calladas. El nexo entre Díez y Fernández es, claro, Santos Cerdán. Fernández trabajaba con Cerdán en Servinabar, antes en la SEPI y antes en la Junta de Andalucía de la era ERE (fue absuelto hace poco del supuesto amaño del concurso de la mina de Aznalcóllar). Esto es como hacer tres milis, igual que los príncipes, pero del dinero público-privado. Con la mili socialista del dinero (Fernández) y la mili socialista del cuchillo carnicero (Leire), yo creo que lo que tenía montado Cerdán era todo un comando.
Leire Díez, militante de base con carpetilla y periodista de investigación sin periódico y sin investigación, maneja muy bien por los bajos fondos el látigo de coletero y el zueco a una mano, pero parece que la han detenido, como a Fernández, por supuestas irregularidades en contratos públicos. Es como si la operaria con guante de sangre y rosa de zurullo se hubiera acercado un poco más a la planta noble de la corrupción, donde los guantes son de baile y las rosas son de pitiminí. Un señor que viene de la SEPI, de la Hacienda de María Jesús Montero, con cúpulas de Tío Gilito, y del socialismo enjaezado de Andalucía, no parece que trabaje en lo mismo que esta señora que iba con pistolón y escupidera, como Calamity Jane. Pero por lo que se adivina en la estructura de Cerdán, cada uno trabajaba en lo suyo y los dos para lo mismo, o sea para mantener el negocio. Eso sí, lo que parece innegable es que para mantener el negocio también debía mantenerse Sánchez. Por eso, mientras el del dinero se ponía la viserita para el dinero (el dinero, en ciertas cantidades o situaciones, como las apuestas o la corrupción, deslumbra), la de las cloacas se ponía las botas para las cloacas.
Según la investigación, Vicente Fernández habría facilitado presuntamente el cobro de las mordidas de Cerdán, aunque de Leire no sabemos todavía, en el contexto de esta investigación separada, si vigilaba, afilaba las espuelas o afilaba el lápiz. Lo que sí parece, si creemos al menos lo que hemos visto y oído, es que las necesidades de Cerdán y las necesidades de Sánchez coinciden, y es cuando despliegan a Leire como una bomba atómica o fétida. Son los intereses coincidentes los que posibilitan los negocios, pero cuando el negocio tiene tantos intereses, ramificaciones, niveles y contactos, es difícil saber quién está dentro, quién está fuera y quien está en el límite. Lo que resulta cada vez más difícil es entender que ese negocio no parezca verlo nadie, con todo lo que deslumbra el dinero, con todo lo que apestan las cloacas y con todo lo que suena el teléfono de góndola entre empresones, ministerios, autonomías, administraciones, organismos, prebostes, manos derechas, esbirros arrugados, lacayos altivos y amigos del alma o de la pasta del organigrama sanchista.
Lo que sí parece es que las necesidades de Cerdán y las necesidades de Sánchez coinciden, y es cuando despliegan a Leire como una bomba atómica o fétida
Tenemos a una fontanera ejecutora que salpica, tenemos a un contable trotamundos que ha hecho todas las milis del socialismo (y con blasón andaluz, que es como si fuera al galope con alforjas), tenemos a un ministro / secretario de Organización, Ábalos, con putas enjoyonadas y enchufadas sonando como campanas de espadaña; tenemos un secretario de Organización / secretario de Organización, Cerdán, que reluce tenso y espléndido en el centro de la movida como un pavo navideño; tenemos a un factótum, Koldo, que era como un troncomóvil que corría por ministerios y despachos... Y a pesar de todo este ruido de pensión, puticlub, sala de máquinas y sala de apuestas, nadie se daba cuenta de nada. Cada vez hay más gente conectada, por el dinero, por las cloacas, por otra gente y, a veces, por todo esto a la vez. Ya nos tenemos que estar preguntando si bajó el contable a extorsionar a un fiscal, si subió la fontanera a engalanar facturas, si la Jesi fue ministra, si María Jesús Montero fue Miss Asturias, si Cerdán se bajaba y se subía la bragueta como tocando la botella de anís, si Koldo filtró el correo del novio de Ayuso, si Delcy conducía el Peugeot, si Ábalos escribió Manual de resistencia, si el hermano lírico trabaja ya en Telefónica, como aquellas telefonistas que eran un poco arpistas de cables... Hasta nos preguntamos si Sánchez, después de todo, se conoce a sí mismo o al menos se ve a sí mismo.
Tenemos que encajar a Leire Díez y a Vicente Fernández en otro asunto, o en el mismo asunto con diferente perspectiva o diferentes aperos, y lo que pasa, en realidad, es que todo encaja. Como decíamos con Salazar, el poder puro no tiene principios ni ideología, sólo tiene herramientas. Sabemos que Sánchez, hasta ahora, ha utilizado todas las herramientas a su mano, sin límite y sin pudor. Y sabemos que las herramientas de Cerdán (el comando de Cerdán, que los han detenido como aquellos comandos etarras) le servían a Sánchez y viceversa, igual que los vecinos que se prestan el martillo o el cortacésped. Pero es que todos se servían de todos y todos estaban así muy contentos y calladitos. Lo que parece, mientras nos salen nuevos personajes y hasta nuevos oficios, es que todo el negocio era el mismo negocio y toda la estructura era la misma estructura. Irán cayendo, claro, que es que no han dejado espacio para una loseta, para una peseta ni para una duda.
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