En los intensos movimientos de inversión desatados por la victoria electoral de Donald Trump -un fenomeno conocido como Trump trade-, Goldman Sachs se ha destacado como uno de los valores más codiciados por los inversores.

Las expectativas generadas por la esperada subida de los tipos de interés, la esperanza de una regulación financiera más laxa y las promesas de recortes de impuestos despertaron una inmediata ola de optimismo hacia la banca estadounidense que se manifestó con especial intensidad en Goldman Sachs.

En los cuatro meses posteriores a los comicios, sus títulos llegaron a repuntar cerca de un 40% y consiguieron dejar atrás sus anteriores máximos históricos, que permanecían inamovibles desde el año 2007, antes del estallido de la crisis financiera mundial.

Tras repuntar más de un 40% en cuatro meses, Goldman ha cedido un 15% en seis semanas

A primera vista, los resultados que el banco estadounidense presentó este miércoles, los primeros desde que Trump asumió la presidencia del país, parecen justificar la confianza depositada en él por los inversores: sus beneficios ascendieron a 2.162 millones de dólares en el primer trimestre, un 80% más que en el mismo periodo del año anterior.

Pero lo cierto es que los inversores respondieron a esas cuentas con un llamativo desencanto. Las acciones de Goldman firmaron el miércoles su mayor caída en diez meses. Y es que cuando se generan unas expectativas tan elevadas, cualquier resbalón puede resultar fatal.

Y en esta caso, la sorprendente debilidad del negocio de trading impidió a Goldman cumplir con las previsiones del mercado, llevando a los analista a rebajar sus estimaciones en torno al valor. Nomura, por ejemplo, recortó un 4% sus expectativas de beneficios para 2017 y un 2% adicional para 2018.

La dirección del banco estadounidense puede agarrarse a la idea que se trata de un resbalón puntual en su camino, como también parecen defender los analistas de Citi. "Si bien los resultados de las operaciones de renta fija en el primer trimestre fueron decepcionantes, creemos que sería un error que los inversores extrapolaran estos resultados", indica Keith Horowitz, analista de Citi.

Pero lo cierto es que las dudas del mercado en torno a Goldman Sachs parecen fundamentarse en algo más que los últimos resultados de la entidad. No en vano, sus acciones se han desinflado cerca de un 15% desde el pasado 3 de marzo.

La decepción por sus cuentas agrava la pérdida de confianza en el futuro del banco

Para Richard Bove, analista de Rafferty Capital Markets, la pérdida progresiva de fe en el banco se explica porque el escenario ideal que parecía abrirse ante sus ojos en los últimos meses ha tornado en un "entorno hostil".

Esto se debe, entre otras razones, a que cada vez parece menos probable un recorte de impuestos durante 2017, es poco probable que se produzca una desregulación importante (como sería la eliminación de la Regla Volcker), la economía mundial se sigue moviendo a un ritmo lento, la actividad de fusiones y adquisiciones puede estar ralentizándose y sus competidores se encuentran en una mejor posición de capital, explica Bove.

En resumen, las esperanzas en que Goldman ha fundado su espectacular remontada de los últimos meses se empiezan a evidenciar poco fiables. Al banco le queda el consuelo de que a día de hoy "la valoración relativa de Goldman dentro del grupo es más apropiada", según defienden en Citi, lo que se ha traducido en una mejora de la recomendación que le otorgan.

Aunque sólo a neutral y es que, pese al reciente castigo del banco, Horowitz sólo les da un potencial del 4%. Sin bases más sólidas, Goldman tiene una ardua tarea para recobrar el favor del mercado.

En los intensos movimientos de inversión desatados por la victoria electoral de Donald Trump -un fenomeno conocido como Trump trade-, Goldman Sachs se ha destacado como uno de los valores más codiciados por los inversores.

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