Hace apenas dos semanas, Lloyds emprendió una nueva etapa en su historia. Tras una década bajo la tutela del Estado, el Gobierno británico vendía sus últimas acciones en la entidad. El grupo financiero, que había sido objeto en 2008 de un millonario rescate, por un total de 20.300 millones de dólares (23.367 millones de euros, al cambio actual), estaba listo para galopar en solitario.

El fin de la presencia del Estado en el accionariado de Lloyds -que, además, se ha saldado con beneficios para las arcas públicas- es un reflejo más de la notable recuperación que ha experimentado la entidad en los últimos años. La entidad dirigida por Antonio Horta-Osório ha implementado una profunda reestructuración, mediante la venta de activos tóxicos, su salida de hasta 24 países y la venta de filiales y negocios no estratégicos.

Esta estrategia ha recibido el visto bueno de los mercados: en cinco años, los títulos de la entidad se han revalorizado más de un 170%.

El Brexit amenaza con reducir la actividad comercial y golpear los márgenes de la banca

Pero lo cierto es que todas estas buenas no ocultan los desafíos a los que debe enfrentarse Lloyds a día de hoy. Los analistas de Citi mantienen una visión muy cauta sobre la entidad, con un consejo de venta, ante las débiles perspectivas que muestra la banca británica.

"En el Reino Unido esperamos ver un crecimiento más lento de los créditos, compresión del margen de interés ante los tipos más bajos por largo tiempo, y un pequeño aumento del coste del riesgo", advierten en el banco estadounidense, donde ven que este escenario se complica por las dificultades del Brexit.

Como observa David Lock, analista de Deutsche Bank, Lloyds se enfrenta al riesgo de "mayores pérdidas crediticias, menor crecimiento económico e incertidumbre en la economía y los mercados".

Tan pedregoso entorno no quita, sin embargo, que sean varias las firmas que mantengan incólume su confianza en la entidad británica. Es el caso de Carax-Alphavalue, que ha añadido a Lloyds a su cartera de inversión, animado por la buena evolución de sus resultados en sus últimos trimestres. Los analistas de la firma le otorgan un potencial que ronda el 30% y resaltan que "la fuerte caída en los costes de litigación y la sólida calidad de los activos para afrontar cualquier incertidumbre ante el Brexit".

En la estrategia de Lloyds juega un papel esencial la reducción de los costes, que le permite situarse como uno de los bancos europeos con mejores tasas de eficiencia, y la preservación de márgenes, negándose a entrar en la guerra de precios en que parece sumido el sector en Reino Unido.

El resultado de esta prudente política ha sido, con todo, una caída de su actividad crediticia. Para compensar, la entidad ha centrado sus esfuerzos en áreas en las que se mantenía algo rezagada, como la de tarjetas de crédito, donde ha abordado la compra del grupo MBNA por 1.900 millones de libras (cerca de 2.200 millones de euros).

El grupo trata de expandirse en nuevas áreas de negocio, como las tarjetas de crédito

Esta política debería ayudar a compensar la reducción del balance y conducir a una recuperación de los ingresos, aunque muy modesta, según los analistas de Investec.

A estos puntos, Lloyds sumaría el atractivos de una potencial mejora del dividendo, dada su fuerte posición de capital. A esto apuestan Deutsche Bank y Barclays, que le dan un potencial superior al 10%.

Con estas bazas, Lloyds, el banco del caballo negro, podría encontrar la fuerza para galopar en solitario a través del complejo escenario del Brexit.

Hace apenas dos semanas, Lloyds emprendió una nueva etapa en su historia. Tras una década bajo la tutela del Estado, el Gobierno británico vendía sus últimas acciones en la entidad. El grupo financiero, que había sido objeto en 2008 de un millonario rescate, por un total de 20.300 millones de dólares (23.367 millones de euros, al cambio actual), estaba listo para galopar en solitario.

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