En 1996 Benito Vázquez creaba Everis junto a otros cinco compañeros. Dos décadas después, esta consultora pertenece al grupo internacional NTT y tiene más de 15.000 empleados que trabajan en más de una docena de países para grandes multinacionales. Un crecimiento espectacular que ha puesto de manifiesto que el sueño que sus cinco fundadores tuvieron al principio de crear una empresa de consultoría española líder en el mundo era posible. Este éxito es fruto de una mezcla extraordinaria de cabeza y corazón, de trabajo y creatividad, de fuerza e ilusión.

Ese crecimiento se basa, según Benito, en unos principios muy asentados y en saber traducir el talento en una propuesta de valor para el cliente. Ese trabajo con el talento pasa porque la empresa se preocupe por “atraer, seducir, inspirar y retener” perfiles que combinen cerebro y actitud. Lo que él denomina una mezcla “de gente buena y buena gente”. Tiene 52 años y una vida por delante. Su mirada limpia y su serenidad son la evidencia de un talento que ha puesto a disposición de la sociedad.

Pregunta.- ¿Cómo ha conseguido triunfar Everis y estar entre las grandes como Accenture, Price Waterhouse u otras consultoras mundiales?

Respuesta.- No ser peor que el mejor te hace tener éxito y ser diferente lo hace sostenible. Ser el mejor es imposible y, si lo eres, sólo sirve para un momento puntual y te hace arrogante y te acomoda. No creo que tengamos mejor gente que el mejor. Para las compañías, el mejor talento está directamente orientado al cerebro. ¿Qué quiere el cerebro? Quiere carrera profesional, desafíos, complejidad y un valor acorde con eso. Que haya una relación directa con tu retribución. Eso es lo que dan las consultoras anglosajonas. Por eso son tan buenas y están ahí. Para nosotros eso es necesario… pero no suficiente. Para nosotros hay que combinar el cerebro con el corazón. El corazón pide un entorno noble, con valores, con una apuesta de medio y largo plazo, colaborativo... y eso lo hemos hecho. Y en nuestro negocio, si nosotros queremos ganar dinero, para que el proyecto salga, tenemos que tener a los mejores pero que pongan su talento al servicio del colectivo. Ahí está la diferencia, en la buena gente, no en la gente buena.

P.- ¿Cómo vive, como directivo y socio de esta gran empresa, lo que está pasando en España en el ámbito político?

En el mundo empresarial, al contrario que en la política, si tú eres malo y no das resultados, estás en la calle"

R.- Con tristeza y con pena. Y a veces con indiferencia, que es peor. Recuerdo que cuando fui a Cuba por primera vez, lo que más me impactó no fue que hubiera pobreza sino la resignación que tenían los cubanos de ser pobres. El hastío, la resignación, es lo peor. Me cuesta enchufar la televisión o ver un telediario porque es más de lo mismo sin que nadie haga nada en el fondo por evitarlo. Esto en el mundo empresarial no se tolera. Si tú eres malo y no das resultados, estás en la calle. Y a ti te piden un plan y tienes que convencer. Si yo pido un plan estratégico en mi empresa, yo no tolero que me hablen de los demás o del resto del mundo. Yo pido un plan, al igual que hago yo con los míos. Tú convénceme y ya te ayudaremos... pero en el mundo de la política nadie habla de sí mismo, sino de los demás. Todos hablan de lo malo que es el otro.

P.- Y nadie habla de responsabilidad penal. ¿Usted, como CEO, asumiría la responsabilidad en su compañía si fuera el caso?

R.- Exacto. El día a día de los políticos es hablar del rival, que ya ni siquiera es un rival, sino enemigo. No sé qué programa tienen. Me cuesta saberlo. No es por personalizar pero mira, por ejemplo, Pedro Sánchez decía "no es no" y ahora dice, "sí es sí". Pablo Iglesias dice que "hay que echar al PP"... y escucho al PP y dicen: "¡Cuidado, que viene la izquierda!". La política debería ser vocacional, como el sacerdocio y la medicina, porque es de entrega al prójimo, pero yo no veo esa vocación, no he visto a nadie pelear por sus ideas. En las tertulias políticas nadie va a defender su posición. Va a atacar al otro, el otro le ataca a él y se defienden atacándose mutuamente. A mí me preguntaban en la empresa cuando no había Gobierno si eso era un problema y yo decía: "Pues no lo sé". El país siguió creciendo, saliendo de la crisis, a pesar de que no había un Gobierno. Y eso estaba muy bien porque no veías ninguna amenaza regulatoria y como tú conoces las reglas del juego puedes seguir trabajando.

P.- ¿Qué pueden hacer empresarios y directivos para poder influir en la política?

R.- Lo primero es no tener miedo. Los empresarios tenemos miedo a meternos con los políticos, o al menos a dar nuestra opinión de forma transparente. Porque al final la función política es necesaria y un país es estable cuando los diferentes agentes caminan en paralelo y de forma equilibrada. Creo que ni los políticos tienen interés en escuchar a los empresarios -porque sólo recaudan a través de impuestos o multas y quien genera riqueza son las empresas- y los empresarios tampoco tienen interés en hablar con los políticos si no es para pelear. Hay una barrera entre el mundo político y el empresarial y no hay ayuda mutua. Y además tenemos miedo a represalias; el Gobierno regula y el mercado no es tan libre como parece. Ahí nace buena parte de la problemática que hay.

Los empresarios tenemos miedo a meternos con los políticos, o al menos a dar nuestra opinión de forma transparente

P.- ¿Cómo está España, a nivel de digitalización, en comparación con otros países?

R.- La tipología de proyectos que hago no es muy diferente entre una empresa portuguesa, inglesa, española o alemana. Todos estamos igual de bien o mal en cuanto a la revolución digital, porque está empezando. Y todos tenemos una problemática, más o menos, parecida. Es verdad que, en algunos sectores, determinadas compañías están más avanzadas, por ejemplo, en automoción, como las alemanes o las japonesas. Pero, en el mundo de la banca, España es un referente para cualquier país, incluido Japón. Personas que tengan su cuenta en banca privada, con inversiones hechas, con cuentas corrientes... tú puedes ver tu posición en tiempo real a través de multitud de dispositivos. Pero insisto, esto está empezando. Y ya no hablamos de revolución digital, hablamos de la transformación basada en tecnologías exponenciales como es la inteligencia artificial, la robótica, la realidad virtual, que tendrán un impacto brutal en el mundo laboral.

P.- ¿Y estamos preparados?

R.- No. Ni siquiera nosotros estamos mentalmente preparados para lo que va a venir.

P.- ¿Y cómo está preparando Everis a los clientes?

R.- No es fácil ni para nosotros ni para nuestros clientes. Porque no está consolidada la transformación digital de las empresas. Piensa por ejemplo que el mundo digital ha transformado el mundo del ocio, como negocio. Nosotros, de niños, nos divertíamos en el parque, con los amigos. Ahora los chavales se entretienen y se relacionan con Facebook. Ha sido más fácil para ellos porque es una generación nueva y porque el mundo del ocio está mucho menos regulado. En el mundo del negocio estamos gente más adulta y está más regulado. Pero la transformación digital del mundo de los negocios está pendiente. Ha habido evolución, claro… En la banca puedes usar tu móvil, ha habido desintermediación... pero lo que viene ahora es de otra naturaleza. Por qué tenemos que trabajar ocho horas, por ejemplo, si va a haber máquinas y robot. Porque esto va, al final, de que el mundo sea sostenible. Las tecnologías exponenciales nos van a permitir no ya ser más eficientes, reducir costes, incrementar la calidad... nos van a permitir cambiar nuestra forma de vida. Y para eso no estamos preparados. El mayor reto no está en la tecnología sino en nosotros mismos.

P.- Everis es parte de NTT, una de las empresas más importantes del mundo.

R.- Está en el número 32 de Fortune, cosa brutal porque se mide en dólares y últimamente el yen no ha ido muy bien con el dólar. Y en el ranking de las empresas de telecomunicaciones del mundo está en el número 1.

P.- ¿Cómo vive la empresa las turbulencias internacionales? Porque tienen oficinas en Brasil, con sus escándalos de corrupción; en EEUU, con todo lo que está ocurriendo...

El mayor reto no está en la tecnología sino en nosotros mismos

R.- Pues esa es una gran ventaja porque te permite balancear. Mira, lo único cierto es que nos vamos a morir. Pero no nos levantamos pensando en eso porque nos deprimiríamos mucho. Yo ya sé que hay problemas en la vida, lo bueno es tener los medios y la mentalidad para resolverlos. No lo miro más que como un desafío y es verdad que hay países que tienen dificultades clarísimas, como Brasil, que es un país muy complicado.

Conciliación

P.- ¿Cómo se lleva la conciliación de la vida profesional y privada en una compañía como Everis?

R.- Yo siempre digo: "Vida hay solo una". Diferenciar es un error. Debes asumir que tienes una vida y hacer las cosas que te gustan y te hacen feliz. En esta empresa sí se puede. Y aquí se trabaja mucho, pero en esta empresa, antes de la crisis, la cantinela era continua, y le dedicábamos cantidad de horas, casi de manera enfermiza y yo creo que hasta incrementábamos el problema. Pero ahora no veo que sea el principal. Es cierto que la gente quiere conciliar, pero las compañías te permiten hacerlo. Puedes implantar el teletrabajo, aunque también es un gran engaño, como el móvil, que en vez de liberarte te hace esclavo. Con el teletrabajo ocurre lo mismo, acabas trabajando más a menos que tengas control sobre ti. Lo bueno es que cuando trabajas en tu casa ya no te sientes explotado porque automáticamente ya tienes una vida. Al final, trabajar más es una cuestión de mentalidad. Si tú estás ocho horas, te tomas cuatro cafés de media hora. Si son cuatro, tienes esas cuatro para trabajar y te tomas menos cafés o enredas menos con el de enfrente.

P.- ¿Cuántos años lleva en esta empresa?

R.- Desde que empezó. Y no siento la tentación de cambiar... aunque sea el CEO no me siento el más listo, no siento la obligación de ello, ni siento la obligación de ser el que más horas dedique. La única obligación que siento es generar un espacio de oportunidad equivalente al que yo he tenido. Generar la sabana para los que vienen. Yo contrato guepardos y yo les genero la sabana. Y es problema de ellos, no mío, que lo aprovechen o no. Eso es lo que me mantiene vivo. Este año hemos crecido en neto en casi 3.000 personas. La mitad, o más, en España.

P.- ¿Y qué le da el Estado por una creación de empleo así?

Si no te dedicas a separar la vida privada de la profesional, se puede conciliar"

R.- Nada. Pero es que no quiero nada. Sólo le pido que no me estorbe. Hombre, los impuestos habría que repensarlos. La tributación actual, tanto para empresas como para personas físicas, es excesiva. El Estado tiene que recaudar cuanto más mejor, pero si bajas los impuestos recaudas más, porque la economía sumergida afloraría. Y hay economía sumergida, mucha. Hay que dejar de pensar que las empresas somos gente que explotamos al trabajador. Yo lo que hago es dar oportunidades a gente para que se desarrolle profesionalmente. Y luego, contratar gente joven y nueva, no te imaginas la sensación de frescura que da.

P.- ¿Y cómo concilia usted con el resto de su vida?

R.- No tengo problema. No distingo entre mi vida personal y profesional. Cuando empecé a trabajar sí lo hacía y me generaba problemas. Vivía en la ansiedad perpetua. Toda la semana preocupado y el fin de semana, también… no rendía ni en un caso ni en el otro. Hay una cosa importante, que es saber delegar, que no es lo mismo que enmarronar. Tú delegas cuando piensas en los demás y enmarronas cuando piensas en ti. Si yo pienso en mí, digo, 'es viernes, me quiero ir...' No. Eso no es delegar. Delegar es pensar en el otro. Piensas que algo tú lo haces mejor, pero se lo das al otro porque al final esto escala y en una organización con miles de personas es mucho más eficiente. Es fundamental también no tropezar en rayas de lápiz, intentar simplificar. Ya la vida es complicada, pero tendemos a complicarlas más. Si simplificas lo complejo, delegas tareas, estimulas las relaciones entre la gente, y si no te dedicas a separar la vida privada de la profesional, se puede conciliar. Y no tener vergüenza: si tengo cosas que hacer me quedo, pero si no tengo nada, me voy.

P.- Para terminar. ¿Qué es Everis hoy?

R.- Gente buena y buena gente.