Tras un episodio dedicado a la infancia de David Bustamante, Manuel Díaz El Cordobés protagoniza la nueva entrega —y penúltima de la temporada— de El camino a casa, que se emite este miércoles, a las 22:30 horas, en La Sexta. Sin embargo, el programa en el que el torero repasa su infancia se estrenó previamente en Atresplayer.

En el formato presentado por Albert Espinosa, el también colaborador televisivo de TardeAR, donde mostró recientemente su predisposición para participar en Supervivientes tras pasar por El Desafío; describe una infancia feliz, pero marcada por dos carencias: la de su padre, que no le reconoció durante la mayor parte de su vida, y la económica.

Junto al presentador del programa, Albert Espinosa, El Cordobés recuerda la época de vacas flacas que vivió en casa, en la que en alguna ocasión no tuvo regalos de Reyes Magos, aunque a sus hermanos les decía que Sus Majestades no habían podido dejar sus regalos porque tenían la puerta cerrada.

También cuenta cómo, al darse cuenta de que en casa había recursos para lo justo, fue él mismo a la parroquia de La Inmaculada para hacer la comunión, liberando a su madre de la presión de invertir dinero en la celebración y en invitar a su entorno. En esa línea, agradeció que tanto su madre como su abuela dijesen siempre dijese la verdad en cuanto a quién era su padre, aunque "sufrieran mucho" por ello.

La profesión de su padre, Manuel Benítez, el Cordobés, tuvo mucho que ver en que él mismo decidiera seguir esa vocación, pero hubo más desencadenantes. "Yo me hice torero por mi padre... y porque se ligaba muchísimo, tendrías que haberme visto, siempre se me ha dado muy bien", presume.

Cartel de 'Aprendiendo a morir' | Pedro Lazaga

Sin embargo, el punto de inflexión para terminar dedicándose al toreo también tuvo un componente cinéfilo. Según recordó, fue viendo la película Aprendiendo a morir, dirigida por Pedro Lazaga y estrenada en 1962, cuando sintió que quería dedicarse a la tauromaquia.

La cinta está protagonizada por su padre y en un género muy cercano a lo que hoy se llamaría biopic cuenta cómo el propio Manuel recorrió plazas y tentaderos para que le dejasen torear. Después de muchas calamidades, consiguió participar en una novillada en Córdoba. A partir de entonces, alcanzó el éxito y le llovieron los contratos. 

"Tras verla, me levanté, toqué las maderas de la plaza, vi los toriles, imaginé a la gente aclamándome desde las gradas... y al llegar a casa le dije a mi madre que quería ser torero. Ella me llevó a la Plaza de las Tendillas y ahí empezó todo", narra.

El invitado detalla también cómo fue el reencuentro con su padre, un emotivo momento que a Albert Espinosa le recuerda mucho a la obra El retorno del hijo pródigo de Rembrandt. "Yo necesitaba a mi padre porque no tenía bases fuertes y se tambaleaban, pero él también necesitaba a su hijo. Al conocernos, nos hemos dado cuenta de que hablamos el mismo idioma, nos gustan las mismas cosas... no podemos recuperar el tiempo perdido, pero habríamos sido muy complementarios. Al abrazarle, me sentí como un niño", concluye Manuel Díaz El Cordobés sobre un momento histórico que tuvo lugar tras 54 años de empecinamiento por parte del torero.