Treinta años en el mismo plató. Casi tres décadas preguntando con la misma voz, el mismo tono afable y la misma camisa impecable al concursante de turno si "lo tiene claro". Jordi Hurtado ha sido distinguido este miércoles con el Premio Nacional de Televisión 2025, un reconocimiento a toda una trayectoria que el jurado ha calificado de "coherente, respetuosa con el medio y comprometida con la función social de la televisión". Más allá de la retórica institucional, el premio –dotado con 30.000 euros– subraya la centralidad de una figura que, sin estridencias ni sobreexposición, se ha convertido en uno de los rostros más reconocibles, constantes y queridos del panorama audiovisual español.
El galardón coincide con un momento de transición en la carrera del presentador barcelonés: Hurtado (1957) deja de conducir las ediciones de fin de semana de Saber y ganar, el concurso diario de cultura general que presenta desde 1997. En una entrevista reciente con El Independiente explicaba así su decisión: "He pedido reducir un poco mi presencia, por una cuestión de ritmo y descanso. El programa sigue, y yo también". Su figura sigue plenamente ligada al formato diario, que cumple este año su vigésimo octavo aniversario como el más longevo de la historia de la televisión en España.
El jurado, presidido por la subsecretaria de Cultura, Carmen Páez Soria, y compuesto por representantes de RTVE, Atresmedia, la Academia de Televisión y la universidad, ha querido destacar la "capacidad de divulgación" de Hurtado, así como su "estilo comunicativo propio, marcado por la cercanía y la empatía con el espectador". También han subrayado su "capacidad para conectar distintas generaciones en un momento de gran diversificación televisiva", algo que Saber y ganar ha logrado con naturalidad: mantenerse fiel a sus principios mientras pasaban los años, las modas y las plataformas.
Un icono de la televisión
Licenciado en periodismo, Jordi Hurtado debutó en 1985 con Si lo sé no vengo y acumuló experiencia en formatos tan diversos como Pictionary, Carros de juego o Juguemos al Trivial. En todos ellos cultivó una imagen de rigor amable que ha sabido proyectar durante décadas. El jurado del Premio Nacional lo define como una "figura clave de la industria cultural española", en línea con distinciones anteriores como los premios Ondas (1982 y 2012), el Micròfon d’Or (2008), el Jesús Hermida a la trayectoria o el Zapping (2017).
La edición anterior del premio recayó en Paloma del Río, otra profesional de largo recorrido vinculada a RTVE. Entre los nombres que lo han recibido desde su creación figuran Karlos Arguiñano, Concha García Campoy, Andreu Buenafuente o la confundadora de El Independiente Victoria Prego. Hurtado se incorpora a esa nómina como símbolo de otra forma de televisión: más lenta, menos estridente, pero capaz de fidelizar a millones con la única arma del conocimiento compartido.
"Me gusta pensar que hacemos un programa amable, que trata bien al espectador", decía el presentador en conversación con este medio. El jurado ha refrendado esa percepción, otorgando por unanimidad un premio que no necesita justificación. Jordi Hurtado, lejos de ser un meme sobre la inmortalidad, es una institución que ha sabido estar. Y seguir.
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