Valle Salvaje atraviesa en RTVE y Netflix un momento muy dulce. El serial de época ambientado en el norte de España durante el siglo dieciocho, con el sello de Bambú Producciones (La Promesa), cumplió un año en antena el pasado septiembre. Este jueves 20 alcanzará la entrega número 300 y el lunes 24, en Nueva York, podría llevarse el Emmy internacional a mejor telenovela. Son cuatro los títulos que optan a este galardón que hace un año ganó La Promesa. Y dos son españoles: Valle Salvaje y Regreso a Las Sabinas, de Diagonal TV (Sueños de libertad) y Disney+. España repite doble nominación, pues en 2024 también fue candidata La Moderna.

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Las audiencias de Valle Salvaje a media tarde en La 1, tras un discreto arranque, acompañan hoy por hoy. A buen recaudo, este otoño-invierno superará en directo la –cada vez más difícil– barrera del millón de espectadores. En diferido ya lo hace.

De momento habrá Valle Salvaje hasta primavera-verano de 2026. Su coordinadora de diálogos, Ruth García, nos recibe en su casa, o sea, en su oficina, donde el tiempo transcurre de otra manera, pues ya está escrito un capítulo, el número 400, que no verá la luz hasta abril (suele transcurrir un periodo de dos meses entre grabación y emisión). "Es como un equipo de remo. Todos tenemos que remar en la misma dirección. Es un engranaje muy bien articulado", cuenta Ruth García.

A la cabeza está Josep Cister, creador de Valle Salvaje (y La Promesa). Él y David Casany, guionista formado en la televisión valenciana, se encargan del argumento, como la muerte de Julio (Nacho Olaizola) o la detención de Úrsula (Cristina Abad). "Josep lanza titulares y David arma el mapa de tramas con todo lo que pasa, pulso a pulso, en todos los capítulos", desvela. La cadena de mando sigue con tres escaletistas (dos mujeres y un hombre) y cinco dialoguistas (varones), bajo la coordinación de nuestra entrevistada. Ella es la persona que pone el punto y final a cada entrega que emite La 1 de lunes a viernes a media tarde (17.50).

Ruth García, que debutó en este oficio hace 21 años en títulos como Los hombres de Paco, El internado y Los protegidos, lamenta que el género de la telenovela –el serial– haya sido a veces "muy denostado". Ella lo defiende a muerte, como espectadora y como guionista, pues el melodrama es un arte que además genera muchos puestos de trabajo durante largos periodos de tiempo. "Cuidado con el culebrón", advierte amablemente.

Ruth García, fotografiada por El Independiente, en su casa | Israel Cánovas

Aquel que no esté familiarizado con las telenovelas españolas (Sueños de libertad, en Antena 3, es la joya de la corona con un millón y medio de seguidores) podría pensar erróneamente que son intercambiables. Valle Salvaje difiere de su compañera La Promesa, aunque comparten productora (Bambú), creador (Josep Cister) y director (Miguel Conde). El sistema de producción de Valle Salvaje, cuyo plató principal está en Algete (Madrid) y cuyos exteriores están en Segovia, es muy diferente al de La Promesa.

"Antes trabajábamos con biblias de 3 meses. Cada cierto tiempo se preparaba una biblia que se pensaba y se escribía trama por trama, que es –creo– como trabajan en Sueños de libertad, la vieja escuela. Nosotros aquí no hacemos eso. Yo escribí el capítulo 1 de La Promesa con Josep, cuya nueva escuela es trabajar sin biblia. No hay que llegar a un punto tras 3 meses. Él improvisa mucho. Piensa los argumentos en función de lo que le da la gana. Eso genera un ritmo. Pasan cosas nuevas casi cada semana. No estás tres meses con una misma trama. A lo mejor estás dos semanas con una trama; esa trama cae y de repente adquiere protagonismo otra trama que había estado dormida estas dos semanas. Parece improvisado, pero no lo es; es mucho más ágil", explica Ruth García.

"La diferencia con La Promesa y Valle Salvaje, esta nueva escuela, es que nada es lo que parece. Antes, los malos eran malos. En Valle Salvaje siempre hemos tratado de que los malos tengan aristas y una razón, un dolor, una herida, y que esa persona sea mala por algo. Que no sea un personaje malo plano. Esta ha sido siempre nuestra obsesión. En Valle Salvaje, aparte, no hay un malo único. Isabel, de repente, ha hecho una maldad, pero tiene una justificación porque el padre de Adriana no se portó bien con su hermano. Es lo que ella cree. José Luis quiere proteger su apellido por encima de todas las cosas", detalla.

Ruth García dejó La Promesa por Valle Salvaje. Josep Cister confió en ella para levantar una nueva serie de época que, en principio, La 1 iba a emitir cada noche tras el Telediario. O sea, iba a ser el relevo del serial contemporáneo 4 estrellas. Pero llegó La revuelta de Broncano. "Necesitábamos darle un plus de producción al espectador. Tener un exterior natural con dos casas conectadas nos daba mucha riqueza. La Promesa, para mí, suena más a plató; obviamente es una serie diaria y tiene que ser así. Pero Valle Salvaje tiene otro aire. Tú la ves y se nota muchísimo. Es otro nivel. Josep es valenciano y trajo expertos en fallas", presume Ruth García.

Ella le propuso hacer un contenido más adulto con un poco más de sexo y misterio, pues la idea era emitirse por la noche. "No es que el espectador de por la tarde te lo penalice, pero tampoco gusta", asegura. Así que, una vez les reubicaron, deshicieron el camino. Así y todo, García corrobora el tirón de Valle Salvaje –gracias a Netflix– entre el público joven y comprensiblemente la gente mayor. "Vienen muchas curvas en Valle Salvaje. Lo de Julio es muy insignificante en comparación con lo que viene", avisa Ruth García.

Nacho Olaizola interpretó a Julio durante las dos primeras temporadas de Valle Salvaje

A veces, el golpe de timón viene dado por el equipo de guion (véase una historia de amor exprimida al límite) y otras, por el intérprete, deseoso de hacer otras cosas. García ha trabajado en series donde sí se testa qué personajes o tramas gustan más o menos a la audiencia. Que ella sepa, Valle Salvaje no es el caso.

"La muerte de un personaje siempre te da un revulsivo a la serie. A veces te da mucha pena, pero los cambios en el melodrama son siempre a mejor", admite la coordinadora de diálogo de Valle Salvaje. Ruth García da fe del ritmo trepidante y agobiante: "Es un engranaje que no puede fallar ni una pieza. No puede fallar el plató, y sí, las cosas a veces fallan. Te pones malo o tienes un mal día. Al final, son los actores quienes dan la cara. Si un personaje desaparece dos semanas, eso es que está descansando. No pueden llevar un ritmo tan bestia. En las series diarias haces callo a todos los niveles: guion, dirección, interpretación… Están desde las 8 de la mañana hasta las 9 de la noche trabajando".

En esta ecuación, los diálogos son clave. "Al principio leímos y nos documentamos mucho. Buscábamos una serie que sonara a 1760 pero no queríamos expulsar a la gente. Una serie que amo profundamente es Bridgerton de Shonda Rhimes. No es una serie fiel a la realidad, ¿y a quién le importa? Nosotros no hacemos lo que hace Shonda, que te mete un cuarteto de cuerda y es una canción de Lady Gaga, pero nuestro objetivo es hacer una serie para todos los públicos y entretener. Intentamos ser fieles a la época a nivel de vestuario o diálogo, pero no escribimos una telenovela para ser leída. Encima, con el ritmo que van, el diálogo tiene que ser una cosa fresca, un partido de tenis", detalla.

García confiesa que los diálogos que más disfruta son aquellos de los personajes más llanos: "Yo soy hija de fruteros. En Acacias 38 me gustaba el altillo. Era una calle de señoronas y arriba estaban las criadas. Cuando arrancamos La Promesa, quisimos dar mucha vida a la cocina y a toda la parte de los empleados. Siempre me ha gustado más la parte de abajo que la de arriba". En Valle Salvaje, al principio, no había 'abajo'. Ahora, el público sí ve a los cocineros de la Casa Grande en faena. "A mi suegra le encanta Valle Salvaje y le recuerda a cuando ella, de pequeña, en el pueblo, hacía las gachas con su madre en la chimenea", expone. Así que esperen más protagonismo de las hermanas Luisa (Loren Mairena) y Pepa (Elena Navarro).

Elena Navarro interpreta a Pepa en Valle Salvaje
Elena Navarro interpreta a Pepa en Valle Salvaje | RTVE

Aún así, hay que andar con pies de plomo, pues todo lo que verbalizan los personajes sobre su pasado, o su familia, va a misa. Es muy raro, por ejemplo, que en la ficha de un personaje –una herramienta indispensable para los guionistas– se deje por escrito que no tiene hermanos. "Siempre puede aparecer una madre que parecía muerta, pero no lo está", ejemplifica. En Valle Salvaje es la guionista Casandra Balbás (anteriormente en Amar es para siempre) quien está al quite y al loro de la mitología: "Hasta Josep, que es el que más sabe de Valle Salvaje, se olvida".

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