Cada año, dos semanas después del Jueves Santo, en Alicante se realiza una peregrinación para adorar a la Santa Faz, un paño de lino con el que supuestamente Verónica secó la sangre y el sudor a Jesús cuando éste se dirigía al monte Calvario para ser crucificado. Ese día casi 300.000 personas participan en la romería, que recorre los siete kilómetros que separan la Concatedral de San Nicolás de Bari del monasterio de la Santa Faz. Una tradición que data del año 1489, y que este 20 de abril celebra su 534ª edición.

La reliquia se trata de una de las tres reconocidas por el Vaticano como auténticas, junto a las conservadas en Jaén y en Roma, que en teoría formaban parte del mismo paño utilizado por Verónica. Su veneración en Alicante es enorme, y el seguimiento que ha tenido los últimos años la romería la ha convertido, según se dice, en la segunda más importante de España, sólo después de la del Rocío. Un día marcado en rojo en el calendario de los católicos alicantinos que, sin embargo, durante años se convirtió en algo muy diferente.

El origen es incierto. Nadie sabe exactamente cuando empezó, aunque hay noticias al menos desde 2007 que hablan de que ya sucedía. Y es que hace algunos años muchos jóvenes, la gran mayoría menores de edad, comenzaron a organizar de manera improvisada un macrobotellón el día de Santa Faz. Aprovechándose de que era un día festivo y no tenían clase, y seguramente motivados por una falta de interés en el aspecto religioso, comenzaron a reunirse para beber en la Playa de San Juan de Alicante, ubicada a 50 minutos andando del lugar donde los creyentes veneraban a la Santa Faz.

Con el tiempo, esta práctica fue afianzándose y ganando cada vez más seguidores, hasta el punto de que algunos años llegaron a juntarse más de 20.000 personas en la playa. Para ese entonces, Alicante ya tenía dos romerías completamente distintas el mismo día. Una de fieles y otra de quinceañeros dispuestos a beber todo lo que pudieran.

La ciudad sin ley por un día

Lo habitual es que los jóvenes comenzaran a prepararse para Santa Faz ya en los días previos. Entre los distintos grupos de amigos se organizaban para robar carritos de supermercados y 'tunearlos' pintándolos con sprays de colores y carteles de cartón. Esos mismos carritos se llenaban luego hasta los topes de alcohol y de las mochilas de los jóvenes que, conscientes de que les esperaba una largo día por delante, preferían depositar sus pertenencias allí a tener que cargar con ellas durante toda la jornada.

El día de la Santa Faz los más valientes madrugaban mucho para realizar parte del camino junto a los creyentes, antes de dirigirse a la playa para beber. Así que en la peregrinación coincidían familias, adultos y ancianos que se dirigían al monasterio con jóvenes que iban consumiendo alcohol. Los más perezosos, en cambio, optaban por ir directamente a la playa, que a eso de las 12 de la mañana ya estaba abarrotada.

Una vez allí, la estampa era completamente caótica. Los menores metían los carritos llenos de alcohol en la arena y comenzaba la fiesta, que se alargaba durante toda la tarde. Se organizaban grupos, cada uno con su propio altavoz, y los litros de alcohol comenzaban a correr. Esto, unido en muchas ocasiones al calor y a la juventud de los asistentes, hacía que las intoxicaciones etílicas fueran habituales ya desde por la mañana.

La fiesta parecía dar la bienvenida al verano, y a medida que avanzaba la mañana los jóvenes iban despojándose de ropa. Muchos de ellos acaban sin camiseta, y muchas de ellas, en bikini. Siempre había alguno que llevaba consigo un rotulador permanente, que compartía con el resto. Así que uno de los rituales del día era escribirle tu nombre o la dirección de tu cuenta de Instagram a tus amigos en sus brazos, piernas o, en definitiva, cualquier parte visible. Algunos acababan el día con el cuerpo completamente 'tatuado', sin ningún hueco libre de pintura.

La Policía, completamente desbordada, sólo intervenía cuando se producían peleas o algún otro tipo de altercados, pero dejaba consumir alcohol sin problema. Algunos años el caos se acrecentó por la ayuda de las lluvias, que en Alicante no suelen ser muy habituales pero son un clásico en Santa Faz, lo que provocaba que los presentes tuvieran que dispersarse corriendo a toda prisa. En cualquier caso, la fotografía final era la misma todos los años: la arena llena de basura, carritos abandonados, botellas de alcohol vacías y algún que otro quinceañero caído en combate.

"Aquello era un desastre de suciedad todos los años. Y es lo que quise denunciar con mis fotos, la cantidad de porquería que quedaba siempre en la playa", relata el fotógrafo José Antonio Cerdán Durán, autor de las imágenes que ilustran este artículo. Las sacó en el año 2016, cuando seguía celebrándose el macrobotellón. Y aunque las fotos se realizaron a última hora de la tarde, cuando la mayoría de los asistentes ya se habían marchado, sirven para hacerse una idea de cómo era aquella 'tradición' anual.

La intervención del Ayuntamiento

Con los años las quejas vecinales y la preocupación social fue en incremento. Esto derivó en que algunos padres decidieran montar una plataforma cívica, llamada Toleranciacero Santa Faz, que abogaba por imponer restricciones de alcohol ese día y ofrecer a los jóvenes alternativas de entretenimiento. Y aquello fue el germen del cambio.

En 2018 el Ayuntamiento recoge esta propuesta, se pone serio y la situación da un giro radical. A partir de entonces se acabó el macrobotellón, y en su lugar se realiza en la misma playa una fiesta 0,0 alcohol, que cuenta, eso sí, con música, comida, concursos, sorteos y actividades deportivas. Desde ese año se han celebrado tres ediciones de la peregrinación de Santa Faz (en 2020 y 2021 no se hicieron por el Covid), que han ido acompañadas siempre por su respectiva fiesta 0,0.

Y aunque es cierto que han transcurrido poco tiempo aún, y que la edición del 2022 fue bastante descafeinada por el chaparrón que cayó ese día, la Santa Faz no tiene nada que ver con lo que fue. Un "éxito", como lo califican desde el gobierno municipal, que no es casual, porque el dispositivo que se despliega ese día para controlar la situación es el segundo más importante del año, sólo por detrás del que se realiza en junio por las Hogueras, las fiestas principales de la ciudad, que tienen lugar del 20 al 24 de junio.

Este año el propio Ayuntamiento ya ha anunciado que desplegará a 500 agentes de Policía Local, tres drones, quads que patrullarán las playas, doce equipos fijos y otros treinta móviles para evitar el consumo de alcohol. Además, también participaran en el operativo 150 voluntarios de Protección Civil de Alicante y 10 Agrupaciones de la Provincia, 12 bomberos del SPEIS, y 15 voluntarios de Cruz Roja. Durante toda la jornada, y como ya viene siendo habitual, se requisarán los carros, se controlarán las mochilas y se se decomisarán las bebidas alcohólicas.

"Botellones como el de Santa Faz son una especie de tradiciones que se han hecho y se siguen haciendo en toda España. Pero nosotros hemos sido de los únicos que tomamos la decisión de actuar", explica una portavoz del Ayuntamiento. Y añade: "El año pasado sólo requisamos un carro. La gente se ha acostumbrado ya. Ha descendido muchísimo la afluencia de personas consumiendo alcohol y este año esperamos a miles de jóvenes en la fiesta 0,0, que ya se ha consolidado".