El próximo 17 de enero Françoise Hardy cumplirá 80 años, pero ella preferiría no hacerlo. La legendaria cantante francesa padece un cáncer linfático y otro de faringe. Después de dos décadas de lucha contra la enfermedad su vida es un calvario. Tiene dificultades para comer y respirar. Los 55 ciclos de radioterapia a los que se ha sometido han afectado a su memoria y su equilibrio. Vive aterrorizada con la idea de morir asfixiada. Por eso, después de defender en los últimos años el derecho a una muerte digna, Hardy ha dado un paso más y ha apelado directamente al presidente de la república francesa, Emmanuel Macron, para que apruebe de una vez por todas una ley de eutanasia.
Este domingo, la artista publicaba en el periódico La Tribune Dimanche una carta abierta dirigida a Macron, en la que explicaba sus dramáticas circunstancias personales y urgía al mandatario francés a impulsar la ley de eutanasia pendiente de debate y aprobación. Un proyecto cuya tramitación está previsto que comience el próximo mes de febrero. "La gran mayoría de la gente quiere que se legalice", constata Hardy.
"He estado ingresada en una clínica oncológica, en una planta donde sólo había enfermos de cáncer. Muchos se encontraban en su segunda o tercera recidiva y ya no podían más. Y todos lamentaban que no se hubiera legalizado la eutanasia y que tuvieran que sufrir innecesariamente", escribía la cantante, antes de apelar a la empatía de Macron para que "los franceses muy enfermos y sin esperanza de mejorar" puedan "poner fin a su sufrimiento cuando saben que no hay alivio posible".
Una ley que "llevará tiempo"
El impacto de su carta, que ha seguido a una entrevista concedida a Paris Match una semana antes, ha obligado a manifestarse a un miembro del gobierno, Agnès Firmin Le Bodo, ministra delegada de profesiones sanitarias, quien ha constatado que la aprobación de la ley puede demorarse cerca de dos años. En declaraciones a La Tribune, Firmin ha explicado que su gobierno trabaja desde 2022 en una ley que aborda un derecho legítimo y cuya aprobación es una cuestión de humanidad. "Pero un proyecto de ley sobre un tema tan difícil no puede redactarse en unos meses", ha puntualizado. Firmin acaba de recibir el informe relativo a los cuidados paliativos, uno de los aspectos clave de la ley, que también regulará los derechos de los pacientes y las condiciones para la muerte asistida. "Todavía tenemos que evaluarlo y, por desgracia, la decisión llevará tiempo".
Tras la presentación del proyecto definitivo ante ambas cámaras, Firmin calcula que "requerirá al menos dieciocho meses de debate" antes de su promulgación. "No podemos permitirnos el lujo de no debatir un tema como este", ha insistido.
"Cómplice" de la muerte de su madre
En su carta de La Tribune, Françoise Hardy explicaba el precedente de su madre para ilustrar su propio caso y demostrar que siempre ha habido médicos dispuestos a aliviar el sufrimiento gratuito de sus pacientes, con o sin ley. Su madre padecía la enfermedad de Charcot, un conjunto de trastornos hereditarios que afecta a los nervios periféricos, provocan deformidad muscular y progresiva inmovilidad. Cuando el síndrome le afectó a ambos brazos, "quiso acabar con todo. Su médico la envió a un doctor del hospital que la entrevistó para asegurarse de que era su decisión. Ella fijó la fecha y él la hizo tomar un sedante cada noche durante los siete días anteriores. Así pues, a mi madre se le practicó la eutanasia el día que ella eligió, y yo fui cómplice del médico del hospital para declarar su muerte ante el juez de instrucción en el ayuntamiento. Gracias a dos médicos comprensivos y valientes, mi madre no tuvo que sufrir una enfermedad incurable e insoportable".
En noviembre, Thomas Dutronc, hijo de Hardy y del actor Jacques Drutronc, relataba a la radio francesa RTL la situación de su madre. "Su vida se ha vuelto tan dolorosa que a veces nos preguntamos si no habría sido mejor dejarla marchar cuando estuvo a punto de morir hace ocho años", explicó en referencia a la caída en la ducha que sufrió en 2015 y que le provocó múltiples facturas, después de que en 2004 se le diagnosticara la enfermedad de Hodking, el cáncer en el sistema linfático que inició su suplicio médico.
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