Llevaba seis años cerrado. El edificio del Banco de España de Pamplona se alza imponente en una esquina del Paseo de Sarasate, frente al Gobierno Foral. Construido en 1927 y protegido por ser declarado de patrimonio histórico, el edificio ha vivido una importante remodelación. Mientras que los transeúntes sólo aprecian el lavado de cara de sus cuatro fachadas y la sustitución de la cubierta, aquellos que tengan el privilegio de cruzar el umbral de la puerta principal no reconocerán nada de lo que hasta el año 2011 fue una sucursal de banco.
El interior se ha transformado en un edificio absolutamente funcional y adaptado a su nuevo uso. En breve se trasladarán al nuevo Banco de España 60 funcionarios del Estado (Inspección de Trabajo, Fondo de Garantía Salarial y Comercio Exterior) que, hoy por hoy, prestan sus servicios en locales alquilados distribuidos por Pamplona.
Las obras de remodelación han sido fruto de trabajo de Jaime de la Iglesia Chamorro e Iván Yárnoz Martínez
El aterrizaje de estos funcionarios se convertirá en la segunda oportunidad que se le otorga a la sucursal pamplonesa. En mayo de 2011, el edificio se sumó a la lista de las propiedades del Banco de España que cerraban por toda la península para ahorrar costes y por una merma de las funciones. Cuatro años después de su cierre se iniciaron las obras de rehabilitación que duraron un año, el pasado mes de noviembre el edifico se entregaba, ya terminado, a la dirección general de Patrimonio del Estado.
Las obras de remodelación han sido fruto de trabajo de Jaime de la Iglesia Chamorro, arquitecto director de la obra junto a Iván Yárnoz Martínez. “Se trata de un edificio que forma parte del patrimonio historico que tiene protegidas las fachadas y el volumen central, pero en el que ha sido necesario demoler buena parte para reforzar la estructura y adaptarlo a la normativa. Lo que se ha buscado es dar cierta uniformidad al interior, otorgarle un carácter homogéneo, pero también versátil”, explicaba el arquitecto a los medios el día de su presentación.
Nada más entrar, lo que más llama la atención en este edificio de patrimonio histórico es la luz que inunda el espacio. La planta baja del edificio es totalmente diáfana, salvo por la habilitación de dos despachos y una sala de reuniones, dominada por una magnifica vidriera que ha resucitado, al igual que el lucernario, tras la restauración.
El esquema de la planta inferior, que deja libre la parte central del edificio, se repite en la primera, donde despachos, salas de reuniones y oficinas se alinean junto a las fachadas y se encuentran separados de la parte central por grandes mamparas traslúcidas. Las plantas superiores, ocupadas en origen por viviendas de los trabajadores del banco, se han transformado en nuevos despachos. La planta semisótano y también una parte de la cuarta se usarán como archivo.
Las obras de rehabilitación han costado 2,9 millones de euros y han dotado al edificio de dos ascensores. Se trata de nuevas las fachadas ventiladas que se asoman al patio interior. Cada despacho o sala de reuniones, e incluso baños y archivos cuentan con ventanas al exterior, un valor añadido que se suma a luminosidad que rezuma el interior del edificio patrimonio histórico.
Está en el ADN de la fundación hacer compatible la difusión del Patrimonio Nacional con alcanzar accesibilidad en todas las obras
Pero si hay algo de lo que se siente orgulloso Francisco Menor, director de la Fundación ACS empresa responsable de las obras de remodelación, es de la eliminación de barreras que han conseguido con la restauración. “Está en el ADN de la fundación el poder hacer compatible el mantenimiento y la difusión del Patrimonio Nacional con alcanzar cierto grado de accesibilidad en todas las obras. De hecho, hemos ayudado a acabar con las barreras en edificios como el Palacio Real, el Monasterio de Yuste o el Monasterio de Santa Clara de Tordesillas. Queremos hacer accesible el patrimonio y al mismo tiempo difundirlo a través de la edición de los libros que se convierten en herramientas muy apreciadas entre los arquitectos y los ingenieros de todo el mundo y que están al alcance de todo aquel que lo solicite”.
Dentro de su preocupación por la accesibilidad, La Fundación también ha participado en la adaptación de las Misiones Jesuíticas de Trinidad, declaradas Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1993, que desde el pasado mes de septiembre cuentan con rampas para el recorrido de la imponente estructura arquitectónica construida en el siglo XVIII, así como estacionamientos y sanitarios accesibles.
“El turismo es para todos, se centra en la identidad de un país, en el empoderamiento de las comunidades” defiende Menor al tiempo que destaca la importancia del turismo inclusivo (el que fuera el eslogan de la Organización Internacional del Turismo para el año pasado). “Poner en valor accesible las misiones del Paraguay, permitir que personas con discapacidad puedan visitarlo responde a los criterios de máximo respeto y a la intención de que todos los visitantes, independientemente de sus capacidades puedan disfrutar en igualdad de condiciones del patrimonio histórico”, concluye.
Este contenido ha sido elaborado con la colaboración de la Fundación ACS
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