Ocurrió hace más de siete siglos, allá por el 15 de junio de 1300. Aquel día la aldea marítima de Bilbao adquirió la condición de Villa. Lo hizo gracias a Diego López de Haro, apodado ‘El intruso’, un rico hombre castellano que llegó a asumir la condición de Señor de Vizcaya y al que se considera el fundador de la ciudad. Aquel día comenzó la historia moderna de lo que hoy es una gran urbe del País Vasco y que no olvida su origen. El jueves cumplió años, 717. Aquel núcleo urbano de pescadores aún ni soñaba con la era industrial que la impulsaría y menos aún que una estructura de titanio con un gran perro de flores a su entrada la haría conocida por todo el mundo.

Los vascos son dados a rememorar sus orígenes y a celebrarlos. Si hoy a “Don Diego”, que preside la ‘plaza circular’ de Bilbao, ‘de España’ años atrás, le contaran cómo lucirá aquella villa que fundó no podría ni imaginarlo. Como entonces, también esta noche revivirá y celebrará su aniversario en torno a la Ría, la artería vital que atrajo durante décadas pesca, industria, riqueza y familias. Y lo hará con la ‘Noche Blanca’ que iluminará cada rincón a ambos márgenes del Nervión en un juego de creatividad, manifestaciones artística y sorpresas a modo de gran fiesta de cumpleaños callejera.

El sábado la treintena de espectáculos dispersos por la ciudad se prolongarán hasta las 02.30 horas d la madrugada

Será una treintena de espectáculos con la luz y el color como ejes centrales y la música y el espectáculo como complementos imprescindibles. Sucede todos los años por estas fechas, en torno al 15 de junio, día en el que la aldea se hizo Villa.

Quienes la noche de este sábado acudan hasta la ciudad verán que nada cierra, que museos, iglesias y centros de ocio abren sus puertas para mostrar una obra teatral, interpretar un concierto, escuchar un coro o recrear magia con luces y efectos visuales. También que las calles volverán a estar abarrotadas. La ‘fiesta de Don Diego’, organizada por la Fundación Bilbao 700, arrancará a partir de las 22.20 horas de la noche y se prolongará hasta las 2.30 horas de la madrugada. Una opción para huir de la ola de calor que asola estos días el resto del país y que en Bilbao apenas se ha dejado sentir. Para la ‘Noche blanca’ anuncian máximas de 28 grados y mínimas de 15.  El mapa de espectáculos se disgrega a lo largo de la Ría y por el centro de la ciudad.

Caballos y traineras de luz

El casco Viejo de Bilbao despertará esa noche engalanado con lámparas de mil colores incitando a pasear y a encontrar a cada esquina alguno de los 30 espectáculos programados y cuyo reto común es provocar sorpresa. Si López de Haro preside la Plaza Circular, en la vecina Plaza Elíptica, dedicada a quien fuera alcalde de Bilbao, Federico Moyúa, la noche permitirá disfrutar de caballos virtuales fabricados con luz y que cabalgarán en torno a su fuente central. En el Museo Guggenheim un gigantesco ‘Cubo de Rubik’ en tres dimensiones intentará competir con los artistas que cuelgan obras en sus salas.

En la Ría, sobre el agua, la luz de nuevo volverá a poner a prueba la credulidad. Lo hará para reproducir una carrera de traineras con los haces de luz como único elemento tangible. Para llegar a verlos frente al Ayuntamiento de la ciudad habrá que pasar previamente por el jardín fantástico que a través de un juego de luces se intentará ‘plantar’ en el Paseo de Uribitarte.

Los juegos de luz y color protagonizan el mayor número de eventos previstos en torno a la Ría

La secuencia de sorpresas programadas se completa con incitaciones al conocimiento de la historia de Bilbao a los miles de viandantes que seguro abarrotarán, como en ediciones anteriores, las calles de la ciudad. La fachada de la Iglesia de San Nicolás servirá de pizarra para exhibir gigantes imágenes del ‘botxo’ alteradas para evaluar la capacidad de descubrir rincones de la ciudad en ellas.

Una ‘Noche blanca’ con edificios iluminados, con proyecciones de colores y con un rosario de espectáculos callejeros que aspira a convertir la ciudad en una gran fiesta de cumpleaños que recuerde que esas mismas calles pero de hace 717 años provocaron que un Señor de Vizcaya se fijara en ellas para elevarlas a la categoría de Villa.