En plena era milenial, compartir contraseñas de Netflix, HBO, Spotify u otro tipo de plataformas de streaming con amigos o familiares para ahorrar algo de dinero se ha convertido en una práctica habitual a la par que peligrosa.

Compañías como Netflix y HBO se han aliado en la lucha contra el intercambio masivo de contraseñas que ha llevado a estas empresas a perder millones de ingresos anuales. Sin embargo, más allá de la pérdida económica, la alerta se encuentra en la posible pérdida de identidad o privacidad que podrían experimentar los usuarios si los hackers o piratas informáticos se hiciesen con sus datos para más tarde revenderlos en la Deep web, o lo que es peor, utilizar estas credenciales para acceder a otros servicios con contenidos mucho más delicados como la cuenta del banco o el correo del trabajo, según informa Europa Press.

Además, por temor a olvidar la contraseña, en muchas ocasiones, una misma clave puede abrir las puertas a varias cuentas personales, desde redes sociales hasta plataformas de compra online. Lo que quiere decir que, cuando compartimos la contraseña de Netflix con alguien de confianza y sin aparentes malas intenciones, estamos multiplicando las posibilidades de filtración a terceros de nuestros datos.

Desde 2016 se viene avisando de una práctica ilegal de megafiltraciones, resultantes de hackeos masivos, de las que cualquier persona con datos en la red puede ser víctima. Según un estudio de la Hot Commodity, en la Dark web las cuentas de correo electrónico se venden por precios entre 0,5 y 2 dólares; las de Amazon llegan hasta 6 dólares y cuentas como Netflix y Uber por 1 o 2 dólares. Y lo más curioso, se llegan a crear packs con cuentas para Netflix, Hulu Plus y Spotify por un valor de apenas 4,99 dólares.