Hemos dejado de pensar. Nos hemos apagado. Y cuando el ser humano deja de pensar se adentra en tiempos de oscuridad. Ocurrió en el siglo XX, cuando triunfaron los totalitarismos, desde el nazismo hasta el estalinismo. Y sucede ahora cuando nos olvidamos de que las personas están por encima de las ideologías y anulamos al otro porque opina diferente. Hoy son los populismos de todo calado los que amenazan con reducirnos a ser una masa y no individuos. La obra Hannah Arendt en tiempos de oscuridad, que se estrena este jueves 4 de marzo en el Teatro Galileo de Madrid, busca lo mismo que pretendía la intelectual más singular del siglo XX: activarnos, ponernos a pensar, para ser ciudadanos responsables.

El viaje escénico lo emprendemos de la mano de Karina Garantivá, autora del texto, y del director Ernesto Caballero. Es un la segunda producción del ciclo Teatro Urgente, una iniciativa del Teatro Galileo que busca tender puentes entre el teatro y el pensamiento. Es la primera vez que una representación teatral sobre esta pensadora se pone en escena en nuestro país. La obra podrá verse hasta el 4 de abril.

"Hay muchos mecanismos que nos llevan a dejar de pensar. Buscamos volver a conectar con el poder que tenemos como ciudadanos. Y de ahí nace nuestra responsabilidad. El legado de Hannah Arendt es luz en este momento de pandemia", explica Karina Garantivá, que se ha imbuido en la obra de Hannah Arendt para exponer su versión sobre la pensadora nacida en Alemania y renacida en Estados Unidos, tras huir del nazismo.

Lo que nos hace humanos es la capacidad de pensar, de ahí surge el pluralismo. Lo urgente es evitar que el otro desaparezca"

ernesto caballero, director

La idea de poner en escena a Hannah Arendt fue de Ernesto Caballero, dentro del ciclo de Teatro Urgente. El director teatral subraya que es esa necesidad de pensar lo que le atrae más de Arendt. "Lo que nos hace humanos es la capacidad de pensar, de ahí surge el pluralismo", apunta. "Lo urgente es evitar que el otro desaparezca".

Así se entiende a ese ser banal que era Adolf Eichmann, el jerarca nazi secuestrado por el Mossad y que fue juzgado en Jerusalén. Arendt relató el juicio para The New Yorker y retrató ese hombre banal que deja de pensar y se pone en manos de una autoridad superior.

De esa obra surge su reflexión más conocida, "la banalidad del mal", un concepto que ha dado lugar a malentendidos y que la propia Hannah explica en su entrevista con el periodista Günter Gaus, en 1964. "La gente pensó que lo que es banal es también corriente. Pero eso no es lo que yo quise decir. Ni por asomo pretendí insinuar que hay un Eichmann en todos nosotros, que todo el mundo alberga un Eichmann y Dios sabe qué más. En absoluto".

No había nada demoníaco en Eichmann. Lo escandaloso es su necedad. Se trata de negarse a imaginar lo que otra persona siente"

hannah arendt

Arendt se refiere a una anécdota que relata Ernst Jünger en Radiaciones. "Un campesino había cogido a unos soldados rusos de los campos de prisioneros. Estos, obviamente, estaban famélicos; ya sabe usted cómo se trataba aquí a los prisioneros de guerra rusos. El campesino le dijo a Jünger: 'Fíjese, son infrahumanos, [...] como ganado. Se nota; se alimentan de lo que comen los cerdos". Jünger comenta acerca del encuentro: 'En ocasiones era como si el pueblo alemán estuviese poseído por el Demonio'. Y con esto no se refiere a nada 'demoníaco'. Verá, hay algo escandalosamente necio en esta anécdota... El campesino no se da cuenta de que eso es lo que hace la gente hambrienta... Hay algo verdaderamente escandaloso en la estupidez del campesino".

Y añade Arendt: "En ocasiones era como si Eichmann fuera un hombre inteligente, pero en este aspecto era un completo necio. Y lo escandaloso es esta necedad. A eso es a lo que me refería cuando hablé de banalidad. No hay nada profundo en ello, nada demoníaco. Se trata simplemente de negarse a imaginar lo que otra persona siente... Me refiero a esa incapacidad para ponerse en el lugar del otro, a esa especie de estupidez"

Vuelta al teatro originario

La propuesta de Ernesto Caballero fue bien acogida por la compañía y Karina Garantivá se puso a crear la obra. Después de muchas lecturas, poco a poco fue dando forma a su recreación, que como le ocurría a Hannah Arendt es fruto del momento y de las circunstancias.

Con este planteamiento Caballero explica que vuelven al origen del teatro, cuando con Esquilo el teatro ayudaba a conocer las razones del adversario. Con Hannah Arendt en tiempos de oscuridad Teatro Urgente nos lleva a que nos "interroguemos sobre nuestra conducta".

La obra arranca en los días previos a la I Guerra Mundial en Alemania, donde nació Hannah Arendt en Hannover en 1906. Como judía contempla el ascenso del nazismo y las múltiples manifestaciones de antisemitismo. Hannah Arendt fue apátrida y luego adquirió la nacionalidad estadounidense. La obra se cierra con un juicio a Eichmann en el que participan actores y público.

Hannah Arendt habla con los personajes de sus obras como Rahel Varnhagen, una mujer, judía como ella, que se convirtió en icono del Romanticismo alemán. Y con Martin Heidegger, el filósofo que se convirtió en referente del nazismo, a quien primero conoció como alumna y con quien mantuvo hasta el final una relación tan cercana como inclasificable.

Un diálogo personal

Garantivá explica cómo trata de presentar a Hannah Arendt desde si misma, en este momento concreto "Es un diálogo personal: Karina descubriendo a Hannah. Puede ser el mismo que cualquier espectador. Hago de guía para el espectador. Recorro el camino y le pregunto a Hannah Arendt cómo podemos pensar", dice la autora. No qué pensar sino cómo empezar a activarnos. Recurre a sus elementos poéticos, ya que la autora de En tiempos de oscuridad tenía una relación muy cercana con la poesía. "Es su forma de entender el mundo la que está en el escenario".

Es un diálogo personal: Karina descubriendo a Hannah Arendt. Recorro el camino y le pregunto a cómo podemos pensar"

karina garantivá, dramaturga

Confiesa que se identifica con Hannah Arendt en "la sensación de pérdida de la patria". Garantivá es colombiana. "Me ha ayudado a recuperar el sentido político que tenía más adormecido. Hannah participó de la vida política y esa admiración me lleva a cambiar esa relación con la sociedad en la que estoy ahora".

A Caballero le atrajo de Arendt que es una "persona libre" que "reivindica el hecho de estar cuestionándose permanentemente". Es Hannah Arendt quien "rescata al zoon politikon y nos advierte del espejismo que nos puede llevar a desviarnos de ese camino. Uno muy claro es que ante la disyuntiva entre verdad/argumentación o pertenencia, se impone la pertenencia y el autoengaño". De ahí que Hannah Arendt en escena sea una luz en nuestros tiempos de oscuridad.

"Estamos en un momento de inflexión y los síntomas para que rebrote el totalitarismo en sus diversas modalidades son más que evidentes. Hannah Arendt nos advierte", asegura Ernesto Caballero.

Los dos coinciden en cómo la experiencia del teatro ayuda a crear ese nosotros porque "el teatro te convoca, es una obra común". En soledad nos abandonamos y de esa soledad nacen los autoritarismos, según la autora de Los orígenes del totalitarismo.

Y es entonces cuando nos damos cuenta de lo mucho que perdemos cuando no pensamos en común, como lo hacemos en el teatro, de lo que tenemos que recuperar después de este tiempo de pandemia en soledad. En el teatro encontramos una forma de manifestar lo que Ernesto Caballero llama "una resistencia ciudadana".

Para salir de nuestros tiempos de oscuridad después de la hibernación impuesta por la pandemia un primer paso podemos darlo en el Teatro Galileo de la mano del texto de Karina Garantivá y de la actuación de Lucía Juárez, Rodrigo Martínez Frau, Estíbaliz Racionero , Germán Torres, y de la propia dramaturga.