La Giralda brilla más que nunca. La restauración integral de la Archidiócesis de Sevilla ha concluido tras siete años de trabajos, incluido el parón por la pandemia, que le han permitido superar los daños causados por el paso del tiempo, con una inversión de tres millones de euros financiados en exclusiva por el Cabildo de la Catedral de Sevilla.

El Cabildo de la Catedral ha presentado este jueves la reforma completa del exterior de la torre y su delegado de Administración y Patrimonio, Francisco Román, ha señalado que es una "satisfacción" y que "merece la pena todo cuanto se ha hecho".

Estos trabajos han consistido en la restauración integral de las cuatro caras exteriores de la torre de 850 años. Sobre todo en la vuelta a su estado original de los paños de sebka o relieves almohades ornamentales. Y en la instalación de un zuncho interior de acero inoxidable que sustituye a los zunchos de hierro instalados tras el terremoto de Lisboa, en 1755. Que ya no actuaban por estar prácticamente perdidos.

Vista, desde el Patio de los Naranjos de la Catedral de Sevilla, de la fachada norte y oeste de la Giralda cuya restauración integral ha concluido tras siete años de trabajos
Vista, desde el Patio de los Naranjos de la Catedral de Sevilla, de la fachada norte y oeste de la Giralda cuya restauración integral ha concluido tras siete años de trabajos

Aún queda por intervenir en el cuerpo superior de la torre, del siglo XVI, y en el interior de la Giralda. Unos trabajos que podrían concluirse para finales de 2027, según los planes del Cabildo. Que estudian cómo acometerlos para causar la menor incidencia posible en las visitas turísticas, que son en definitiva con las que se financian estas obras.

La Giralda de Sevilla y el Big Ben

Esos trabajos tratarán de acometerlos con el mismo espíritu que los que ahora concluyen. Y que se han hecho sin ocultar la torre a la vista -con un andamio ligero, y cara por cara-. Además de sin incidir ni en las visitas turísticas, ni en los oficios religiosos, ni en la celebración de las fiestas mayores de la ciudad. En un proyecto de restauración que han comparado con el del reloj londinense Big Ben. Envuelto durante meses en un andamio que lo ocultaba por completo.

Eduardo Martínez Moya, arquitecto que ha dirigido la restauración, ha asegurado que es la más profunda efectuada en la historia de la torre almohade. “El edificio almohade mejor conocido del mundo”, ha asegurado por el profundo trabajo previo de documentación-, sobre la que siempre se ha trabajado. Y que también se restaura en los años ochenta y en el siglo XIX.

Martínez Moya ha asegurado que el lema de “Turris fortíssima” de la Giralda hace honor al estado de salud de la construcción pero que los daños causados por el paso del tiempo y las inclemencias meteorológicas hacían evidente en los últimos años que se precisaba esta intervención.

Además de las minuciosas intervenciones en los paños de sebka -filigranas hechas con ladrillo y mortero- , se han extraído elementos ornamentales en avanzado estado de ruina. Que se conservarán documentados y se han sustituido por réplicas. Y se han efectuado perforaciones para conocer el estado de todos los materiales, ladrillo, piedra, madera y metales, de los que se han tomado muestras para su análisis.

Cartografiada centímetro a centímetro

Previamente, cada una de las cuatro caras de la Giralda se cartografió centímetro a centímetro. Lo que unido al andamio que ha permitido trabajar con proximidad en toda la superficie de las paredes ha posibilitado la “reintegración patrimonial” de todos los paños de sebka. Con lo que la visión que ahora ofrecerá la Giralda será la más parecida a la que tuvieron sus constructores.

Los trabajos de restauración han sido tan minuciosos que han permitido descubrir numerosos dibujos y croquis realizados por sus constructores. En unos casos se tarta de bocetos de las propias filigranas de sebka. Pero también han sido documentados dibujos de animales, de vegetales y hasta de un soldado y un caballo.

Muchos de estos hallazgos se estudiarán a partir de ahora, como los restos de pigmentación roja o almagra -un óxido de hierro- por el que por las fuentes históricas se sabía que la torre en algún momento estuvo pintada de rojo, pero aún hay que determinar si lo estuvo por completo y en qué tonos, ya que esos pigmentos pertenecen a distintas épocas.