Deseo con todo mi corazón que el programador musical de la portada de Movistar Plus+ no sea un algoritmo. Heredero de la memorable selección de la carta de ajuste de Canal Plus, he de reconocer que he hecho enormes descubrimientos musicales que jamás sonarán en Los 40 y que ya forman parte de mis playlists.

En días en los que quieres que te lo den todo hecho, uno escucha esa banda sonora original y diversa mientras se sienta en su sillón ante el millón de opciones que las plataformas ofrecen sin saber qué elegir. Uno de los banners que formaban parte del carrusel de la portada de la plataforma de Telefónica era especialmente llamativo. Española. Título: Marbella. Gráficos extremos con opulencia y crimen. Uf. Qué pereza. Seguramente será la típica serie española con actores conocidos por su aspecto físico que vocalizan tan mal que habrá que activar los subtítulos. Hubiese apostado a que se trata de una de esas series que se parecen a la realidad lo mismo que un huevo a una castaña. Pero hay días que te levantas torero y con ganas de lidiar con algo diferente a lo habitual, y, como buen consumidor, le di una oportunidad. Como hacemos muchos, sin soltar el mando.

Descubro a Hugo Silva hablando a cámara. Mi dedo casi aprieta el botón home. Algo vi que me dejó conectado a lo que decía. Básicamente, porque era creíble. Exagerado, pero no más que la realidad de esa ciudad malagueña. Me lo creí. 

Esa oportunidad ya se ha extendido al resto de capítulos, y mi sorpresa ha sido, salvo alguna excepción, lo creíble del argumento y una dirección de actores que consiguió que parecieran hasta naturales en medio de un universo que parece extraterrestre. Miento. Los extraterrestres huirían espantados al ver a las bandas que se disputan el territorio. Ese contraste no es común en nuestros días, así que decidí no conformarme con disfrutarlo, sino que también he querido contarlo, y hasta conocer a los artífices de esta rara avis de la ficción española.

Me cito en una sala virtual con su director, Daniel de la Torre, y su guionista, Beto Marini. Este dúo ha encontrado una buena línea de trabajo en el mundo del eterno conflicto entre el crimen y la Ley gracias a La Unidad. Y uno puede pensar que fue el arte de Luis Zahera el que salvó ese éxito, pero detrás hay mucho más. Y quiero descubrir qué es.

Cuando escuché a Beto decir que habían tenido que “rebajar” el grado de realidad, y a algunos policías reconociendo trazas muy sólidas sobre sus vivencias, ya me llamó la atención. Retratar desde esa óptica los entresijos de la capital ostentosa del lujo y las mafias de la Costa del Sol seguro que ha requerido un trabajo que ya de por sí daría para una buena historia. Se han basado en una idea original de los periodistas Nacho Carretero (En el corredor de la muerte, Fariña) y Arturo Lezcano (pódcast En el corredor de la muerte). Sin duda, se trata de grandes conocedores del submundo de la delincuencia,

Pregunta.- ¿Es muy común que alguien que ha visto Marbella os diga que le ha causado sorpresa?

Beto.- Sí, y es la misma emoción que sentimos Dani y yo cuando estuvimos con Nacho Carretero y Arturo Lezcano en Marbella localizando por primera vez. Estábamos sorprendidos de que todo fuera tan aparente, vistoso, ostentoso, extremo incluso. Detrás de este mundo se oculta una peculiaridad única: Marbella hoy es la ONU del crimen organizado. Es un lugar muy pequeño donde conviven más de 100 bandas internacionales: cárteles colombianos, mexicanos, mafias italianas, rusas, serbias, inglesas… Conviven en un espacio pequeño y se relacionan para que no haya guerra en la calle, y todo esto a la luz del día. Esta sorpresa nos fascinó y fue lo que nos animó a meternos en esta serie.

P.- En tu caso, Daniel, ¿cómo llegó Marbella a tu vida?

Daniel.- En ese momento, Beto y yo intercambiamos mensajes, también con gente de Movistar que había leído el reportaje de Nacho y Arturo. Quisimos conocerles. Cuando bajamos a Marbella nos quedamos flipados. Conocimos a las personas implicadas en la historia, especialmente a Ricardo Álvarez-Ossorio, el abogado que inspira al personaje de César, y él nos llevó por la Marbella más oscura. Nos quedamos alucinados viendo a estos jóvenes fardar y acelerar para que todo el mundo se fijara en ellos. No nos sentíamos en España, parecía un plató, con yates, chicas recauchutadas, como si todo fuera parte de un casting. Era muy curioso y eso también nos marcó.

Beto.- Estábamos con el abogado y él nos decía: "Mira, esos son rusos, aquellos albaneses. No sé si estos son franceses o marroquíes, pero mejor no les miréis". Era un sin parar de identificar a estas personas.

Daniel.- Sí, y eso también marcó la manera de contar la serie. No podíamos hacer un thriller convencional, tenía que ser especial. La gente allí es de mostrar, de fardar. Nunca vimos tantos carteles de abogados como en Marbella. Es un mundo muy diferente.

P.- Dani, tú eres gallego. Y en tu tierra también operan cárteles de la droga, ¿no?

Daniel.- Sí, pero en Galicia es todo más discreto. En Marbella, aunque los capos también son discretos, los soldados y las bandas destacan con sus coches, en las discotecas, con su ego. Son conscientes de que su vida es corta. Nos lo contaron algunos: "Sé que esto va a durar poco y lo voy a vivir intensamente". No sé si se referían a que iban a escapar o que temían que los liquidaran, pero viven como si su historia se fuera a acabar en meses.

P.- Si tenemos una realidad muy llamativa, excesiva, lo fácil es contarla como un documental o irnos a la exageración, a la caricatura, con malos y buenos. Sin embargo aquí nadie es del todo malo ni del todo bueno, y hasta al jeta del protagonista le asalta constantemente la inseguridad. ¿Por qué se ha retratado a los personajes así?

Beto.- Por ser fieles a la realidad. Es también lo que hemos visto. Ricardo, el abogado en la vida real, es una persona muy segura, pero tiene su fragilidad. Conociendo a los malos, vimos que tienen sus debilidades y eso los hace reales. 

P.- Daniel, ¿en la dirección de actores también se ha evitado el histrionismo fácil que cabría esperar en una serie como esta?

Daniel .- Sí, creo que eso es clave porque la serie es rocambolesca y cuenta cosas a veces increíbles. Apostamos por la naturalidad, la verdad absoluta. Ya lo venimos haciendo desde La Unidad. Conocemos a la gente real y eso se refleja en los personajes. Cuando veo una serie y un personaje es, por ejemplo, serio todo el tiempo, no es realista. La vida no es así. Además, es bueno que vayan cambiando. El personaje de César, por ejemplo, empieza creyéndose el rey del mambo y va cambiando conforme las cosas se complican.

P.- En esa naturalidad, la verdadera sorpresa para mí ha sido descubrir a Manuela Calle en el papel de Alex, la hija de César, el abogado. Es una actriz prácticamente desconocida que es capaz de mantener conversaciones con Hugo Silva que parecen grabaciones domésticas reales. ¿Cómo se consigue que un actor novel conserve la naturalidad?

Daniel.- Era su primer trabajo y la tenía de serie. Manuela en la realidad es tímida, pero el personaje es muy maduro y natural. Es como una persona diferente cuando está en el personaje. Luego volvía a ser tímida y preguntaba cómo había salido. El mérito es de Eva Leira y Yolanda Serrano, las directoras de casting. Encontraron a actores para los que era su primera vez, como Khalid El Paisano para el personaje de Yassim. En la vida real es un rapero, no es actor. Pero fue capaz de trabajar en tres idiomas, algo muy complicado.

P.- Aunque haya habido escenas rodadas en Canarias, las localizaciones son reales. ¿Fue complicado rodar en Marbella?

Daniel.- Ahora no nos hubieran dejado. Cuando rodamos estaban en precampaña de las municipales y nos dieron todos los permisos. Pero cuando faltaban dos días para acabar nos los denegaron. Tuvimos que improvisar y buscar otro lugar para acabar la serie. Los políticos estaban en otro lado, y les parece bien que haya rodajes, pero luego la temática no les gusta. Decían que damos mala imagen de Marbella, pero todos saben que la dan los narcos, no nosotros.

P.- Beto, imagino que los entramados que ha habido que presentar en el guion no son fáciles de desenmarañar. La historia podría ser más complicada. ¿Cómo lo hiciste para que fuera fácil de seguir?

Beto.- En realidad pudimos comprobar que la dinámica del negocio es relativamente simple: es mercancía que entra y sale. El pequeño detalle es que se trata de algo ilegal, y eso hace que todo se base en relaciones personales más que en la sofisticación. Eso es lo que hemos intentado retratar.

P.- Sin duda, se trata más de ingeniería social que económica. Una muestra más de realismo.

Daniel.- Es que en este caso, la realidad ya es bastante espectacular y no ha hecho falta añadir mucho más.