Signo del zodiaco: Libra. Ojos: grises. Edad: 33 años. "Brian, no estoy aquí para demostrarte nada. Si no confías en mí, deberíamos olvidarnos el uno del otro". Y, así, con un claro, conciso y concluyente mensaje, Vasilisa le dejó claro a su destinatario, Brian Ketchman, un octogenario que llevaba diez años jubilado y vivía en Nueva York, que jamás se conocerían en persona. Era mejor mantener su relación tras la pantalla de un ordenador. Vasilisa fue el primer amor digital de Brian, pero también estuvieron Ekaterina, Oksana, Nina y demás mujeres a las que llamaba, entre bromas, su "harén". Todas ellas tenían algo en común: eran ucranianas o rusas, tenían pechos grandes y ojos ahumados, eran mucho más jóvenes que él y, por supuesto, ninguna existía en realidad.

El periodista estadounidense Christopher Ketcham ha contado en la revista New York la historia de su padre, fallecido en 2024 a los 85 años. Se fue a la tumba convencido de que una docena de mujeres estaban coladitas por él, aunque en realidad lo estaban de su cartera. Y probablemente no fueran ni siquiera mujeres. Brian pasó sus últimos años siendo víctima de una estafa. Llegó a gastarse 45.000 dólares –cerca de 40.000 euros– en sus "novias digitales", y ninguno de sus hijos pudo hacer nada para impedirlo.

Hoy, los fraudes digitales a personas de edad avanzada está en su punto álgido. Según el FBI, las estafas a personas mayores, incluyendo falso soporte técnico, esquemas de criptomonedas y estafas románticas, ascendieron a 3.400 millones de dólares (unos 3.000 millones de euros). En España tampoco nos quedamos atrás. Desde que la Confederación Estatal de Mayores Activos (CONFEMAC) pusiera en marcha en 2019 el Teléfono contra el Abuso y Maltrato a las Personas Mayores, ha atendido más de 3.000 casos de estafa y abuso a personas mayores. Sólo en Granada se estiman unas 200 ciberestafas anuales a personas mayores, incluida a una mujer que estafaron 170.000 euros por enamorar a un falso Brad Pitt. Sin embargo, la mayoría de las víctimas se ajustan al perfil del padre de Ketcham: hombres, de más de 60 años y con dinero disponible para gastar.

El amor no tiene edad. La estafa, tampoco

A sus 82 años, Brian, viudo desde 2019, pasaba sus días encerrado en su habitación, con la persiana bajada y con el brillo del ordenador por única luz de la estancia. Sus primeros reveses financieros empezaron con lo que él llamaba, orgulloso, sus "newsletters para inversores", que llegaron a él mientras buscaba oportunidades de inversión en internet. Brian sentía que estaba haciendo "amigos" que hablaban e invertían con él. Sin embargo, nunca vio un duro, sólo apoquinó.

Escucharle hablar durante horas por teléfono mientras compartía información personal activó las alarmas de Christopher y su hermana, Eve, quienes, preocupados, advirtieron a su padre sobre el el mundillo de las estafas digitales. Parece que el viejo recapacitaba, pero, de nuevo, el ordenador volvió a tentarle.

El periodista explica que la exmujer de su padre había sido "la luz en torno a la cual se reunía la gente, y él siempre había sido, socialmente, su parásito. Cuando ella desapareció, lo hizo también su comunidad". Brian se sentía profundamente solo. Fue ahí, en su momento más bajo, cuando Dream Singles llegó a él.

"Soy nuevo en esta página web. ¿Eres de Nueva York? Todas las mujeres con las que he contactado son ucranianas", escribió a una tal Vasilisa. "Eres preciosa. Lo único que tengo 82 [años], pero estoy en buena forma (los 80 son los nuevos 60)", continuó. En su biografía, la mujer (u hombre, o máquina) aseguraba se describía como "sabia y sensual" y aseguraba que le bastaban "10 minutos en la vida real para saber todo sobre nosotros y nuestro futuro". A lo cual, Brian respondió, seguro de sí mismo, que "si te conociera, estaríamos enamorados en apenas cinco minutos. De hecho, yo ya lo estoy".

La página web de la compañía asegura que la plataforma de citas, fundada en 2003, se ha convertido en la "agencia internacional líder en citas online", con más de "500 oficinas en Ucrania y Rusia para ayudarte a encontrar el amor de tus sueños". Para enviar un mensaje necesitas créditos, y para conseguir créditos tienes que comprarlos con dinero real, aunque hay un bonus: a mayor número de créditos adquiridos, mayor será la rebaja. Ketcham hijo asegura que, en su primer día en la app, su padre se gastó 49,99 dólares. Dos semanas después, la cifra ascendió a los 1.108,98 dólares.

Novias de ensueño, vida de pesadilla

Brian Ketchman creía fervientemente que cualquiera de las mujeres con las que chateaba aparecería un día, dispuesta a conocerle y a cuidar de él cuando lo necesitara. Quizá fuera una, pero quizá fueran todas a la vez. Los hijos supieron de la extraña afición de su padre casi desde el principio, y trataron de convencerle de que era una estafa, pero ya era demasiado tarde: Brian estaba encantado con sus amiguitas. El periodista estaba convencido de que su padre, un reputado urbanista e ingeniero medioambiental de cuya muerte se hizo eco en New York Times, "no sería tan estúpido como para gastar dinero real". Su hermana, en cambio, estaba convencida de que Brian "se dirigía al desastre".

Christopher y Eve descubrieron que, en un periodo de cuatro meses, Brian había utilizado un servicio especial de Dream Singles para enviar regalos a las chicas, entre los que se incluían un ordenador portátil, maletas, cestas de frutas y flores. Si llegaron o no a sus destinatarias es un misterio. "¿De verdad crees que estas mujeres son reales? ¿Qué una chica de 28 años quiere follarse a un hombre de 80? ¡¿Cómo puedes ser tan iluso?!", le recriminó su hijo. "Es mi dinero", zanjó él. Para él, ellas eran reales, y poco más le importaba.

Brian trató en numerosas ocasiones de quedar con alguna de sus novias, pero siempre les surgía algo: su mejor amiga había sido atropellada, habían sido atracadas, no encontraban taxis... El anciano las esperaba, con un ramo de flores y vestido con sus mejores galas. Una sonrisa amable asomaba en su rostro. Pero ellas nunca venían. En un mensaje a una de las mujeres, Inna, Brian escribió que, muchas veces, se posicionaba en el lado de las causas perdidas: "Hay cosas por las que merece la pena luchar, aunque el esfuerzo parezca inútil".

En un periodo de tres años, Christopher estima que su padre se gastó 45.000 dólares en Dream Singles. Aislado en su apartamento, Brian obtenía a cambio de todo el dinero invertido angustia, pena, ansiedad, una soledad todavía más desesperada y "una relación con sus hijos que se derrumbaba". En los últimos meses, y a raíz de estos vaivenes digitales, Christopher había renunciado a su padre, abandonándolo por completo a sus fantasías. A Olga –una de sus últimas novias– Brian le escribió: "Tengo una hija encantadora que me adora y un hijo que es un periodista brillante". Este último culpa a la web de haber cometido un delito "para el que no existe un castigo adecuado": robar el alma de un anciano para convertirlo "en un fantasma viviente".