Barcelona vive un fenómeno colectivo que combina cultura pop, coleccionismo, largas colas y un entusiasmo raramente visto en torno a muñecos de peluche. El protagonista indiscutible de esta fiebre es Labubu. Esta criatura de sonrisa puntiaguda que ha copado las redes sociales y ahora las calles más comerciales de la ciudad condal.

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Un fenómeno internacional que desembarca en Barcelona

El 6 de agosto de 2025 se inauguró en el número 3 del Portal de l'Àngel la primera tienda permanente de Pop Mart en España. Esta marca china produce los populares Labubu y otras figuras como Molly o Skullpanda. Tras el éxito de su pop-up a finales de 2024, que ya había ocasionado colas maratonianas de seis horas, esta tienda aspira a consolidar el fenómeno y ofrecer decenas de referencias en los 124 metros cuadrados del local.

La expectación superó cualquier pronóstico. Desde la víspera de la apertura, la céntrica calle se convirtió en el escenario de colas de más de 200 metros. Algunos fans confesaban jornadas de hasta 12 horas de espera, inversiones de 700 euros y el convencimiento de estar ante una "inversión" más que un simple capricho. La tienda se estrena en una de las zonas comerciales más caras de España. Ha desplazado a establecimientos del retail tradicional, algo inaudito para una marca dedicada a juguetes.

¿Qué hace tan especial a Labubu?

Labubu no es solo un peluche, es un icono nacido del imaginario del artista hongkonés Kasing Lung y que forma parte de la serie The Monsters. Su estética es una mezcla entre lo grotesco, lo adorable y lo inquietante: ojos saltones, dientes afilados y orejas puntiagudas. Este contraste ha conquistado tanto a amantes de la cultura kawaii como a quienes buscan una pieza excéntrica para sus colecciones.

Pop Mart ha elevado este fenómeno a otra escala con su sistema de venta en "blind box" o cajas sorpresa. Los aficionados no saben qué modelo les va a tocar hasta abrir la caja. Esta es una táctica que "maximiza la emoción, el coleccionismo e incluso el mercado de reventa", donde las ediciones limitadas pueden alcanzar cifras astronómicas. Los precios oficiales oscilan entre 12 y 240 euros, pero algunos modelos se valoran en cientos o miles de euros en plataformas de segunda mano.

El fenómeno también ha sido impulsado por el llamado star system: celebridades como Lisa (Blackpink), Rihanna, Dua Lipa, Kim Kardashian y David Beckham han sido vistas con un Labubu colgando de su bolso o mochila, lo que da un plus a su atractivo mediático y viraliza su imagen como accesorio de moda.

Largas colas, coleccionismo y una comunidad global

La estampa de la tienda Pop Mart en Portal de l’Àngel recuerda más a la de un concierto que a la de una tienda de juguetes. Niños, jóvenes y adultos esperan durante horas para conseguir una edición exclusiva, a menudo repitiendo la cola varios días seguidos para ampliar o intercambiar su colección. Hay quienes viajan expresamente desde fuera de Cataluña e incluso de otros países, arrastrados por el fanatismo que levantan los Labubu.

Esta pasión se traduce en un ambiente lleno de música, confeti, influencers y hasta coreografías improvisadas. Los equipos de seguridad regulan los accesos y la convivencia entre clientes, que posan orgullosos con sus unidades o comparten vídeos de unboxing en redes sociales, donde los hashtags #Labubumania y #PopMart circulan con millones de visualizaciones.

Más allá de la moda: Labubu, el símbolo de una generación

El tirón de Labubu no solo responde a su aspecto singular y a la estrategia de marketing, sino a un cambio social: hoy el coleccionismo y la cultura pop son parte de la identidad de millones de jóvenes adultos. Pop Mart ha sabido conectar con ese público, trasladando la emoción del "gacha" asiático al centro de Barcelona. Para muchos expertos, Labubu es el peluche que desbanca a Barbie como referente de tendencia global y una marca que ha hecho del frikismo su bandera cultural.

No todo el impacto es positivo: el éxito ha generado un mercado de falsificaciones y la especulación ha disparado las alertas sobre adicción al coleccionismo compulsivo. Sin embargo, la mayoría de fans lo vive como una comunidad acogedora donde el intercambio, la autoexpresión y el juego son protagonistas.

Un pequeño monstruo que conquista la ciudad

La fiebre por los Labubu ha cambiado la estampa tradicional de la milla de oro barcelonesa, atrayendo a un público diverso y global. El futuro dirá si se trata de una moda pasajera o de una nueva era para el coleccionismo pop. Por ahora, lo cierto es una cosa: Barcelona ha sucumbido al encanto monstruoso de Labubu, y la cola no parece tener fin.

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