Cultivar un árbol de mango en casa no solo está al alcance de quienes tengan extensiones de tierra muy amplias; con un método simple y económico ahora puedes disfrutar del sabor de la fruta tropical producida directamente en un jardín, patio o terraza. El truco está en encontrar la variedad ideal, y preparar de una forma equilibrada el sustrato, y proporcionarle los cuidados necesarios para que el árbol cumpla un desarrollo fuerte y sano. La recompensa llegará con el tiempo, ya que un ejemplar vigoroso dará poca cantidad de fruta, pero será de buen sabor y con abundante en nutrientes.
Lo que debes saber para tener un mango
La elección de la variedad apropiada
La primera cosa que hay que hacer es elegir la variedad correcta; para espacios pequeños, las variedades que mejor se recomiendan son Nam Doc Mai, Irwin o Palmer. Estas variedades son ideales para poner en macetas, son productivas y ofrecen buena fruta. Cultivar una mata de mango común a partir de las semillas es factible, aunque el tiempo de espera va a ser mayor y el árbol crecerá con más vigor del deseado, lo que obliga a controlar el crecimiento mediante podas periódicas.
La importancia del recipiente y del sustrato
El recipiente va a determinar el futuro de la siembra; una maceta de al menos 50 litros con gran drenaje van a ser la clave, ya que ayudará a que las raíces puedan respirar y desarrollarse sin complicaciones. El sustrato va a ser ligero, fértil y aireado; una mezcla de tierra universal, compost y arena gruesa evita el exceso de agua y aporta los nutrientes necesarios. Así, el árbol tendrá las condiciones idóneas para crecer con vigor en un lugar pequeño.
Cuidados indispensables del mango
La luz y temperatura ideal
El mango necesita entre seis y ocho horas de luz del sol al día, para una producción optima, además de un ambiente de cierta humedad para obtener el crecimiento de sus ramas y hojas; en zona frías es recomendable proteger el mango, sobre todo en invierno, ya que las heladas pueden echar a perder el árbol, ya esté plantado en macetas o en suelo del jardín.
El riego y la fertilización correctos
La periodicidad del riego depende del momento del año: en primavera y en verano es la época en que el riego se debe hacer más a menudo para dejar el suelo húmedo, mientras que en invierno el riego no debe ser tan constante. La fertilización mensual con productos orgánicos o líquidos ricos en nitrógeno, fósforo o potasio contribuye a un desarrollo óptimo y ayuda al árbol a prepararse para la floración. Si se mantiene esta regularidad se logrará un crecimiento estable con menos riesgos en la nutrición de la planta.
El truco para tener el mango en casa
El papel de la poda en el desarrollo
La poda es clave para poder controlar el tamaño del árbol y mantenerlo en equilibrio; al realizar poda de ramas sobrantes permite que reciban mejor aireación y luz, lo que evita enfermedades o cualquier plaga como pulgones o cochinilla. También un mantenimiento constante de la planta garantiza que conserve un porte manejable y sano dentro de una terraza o un jardín.
Lo que tarda en dar frutos
El tiempo es un factor determinante ya que un mango puede empezar a dar fruta a partir de los tres años y un ejemplar cultivado desde semilla puede tardar hasta los siete años en dar fruta; la paciencia se convierte en el último ingrediente de esta actividad agrícola. Con trabajo constante y cuidados regulares el resultado es un árbol capaz de llenar de dar frutas tropicales en cualquier espacio de la casa.
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