Las plantas de interior no son solo elemento de la decoración, oxigenan el aire, limpian el polvo y convierten cualquier habitáculo de casa en un lugar más acogedor. Pero sólo mantenerlas verdes y sanas no basta: hay que hacer algo más que regarlas de vez en cuando. La solución está en recrear, en la medida de lo posible, el entorno de su origen, el que más les gusta. De esa forma, el crecimiento se torna más rápido y vigoroso; las hojas tienen aspecto más lustroso y el hogar tiene un toque de frescor continuo.

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Cómo cuidar las plantas de interior

La mayoría de las plantas de interior vienen de ambientes propios del sotobosque, donde la luz llega filtrada. Ponerlas alrededor de una ventana con cortinas ligeras o en habitaciones donde haya siempre claridad, pero no luz directa, facilita el mantenimiento de las plantas verdes y evita quemaduras en las hojas. La rutina de la observación diaria resulta fundamental, un verde muy claro significa que existe un exceso de luz y un verde muy oscuro significa que la planta necesita luz. En la medida que se reubican las plantas, en pocos días se puede encontrar una mejora notable desde el punto de vista estético.

Humedad y microclimas favorables

Agrupar varias macetas en un rincón determinado genera un microclima similar al natural, se mantiene un ambiente más húmedo y más estable y en consecuencia las plantas sufren menos y son más resistentes al cambio de temperatura. Un truco sencillo es poner las macetas en bandejas con piedras y agua donde la evaporación mantenga el nivel de humedad, sin dejar que la tierra se encharque. Por otro lado, dicha disposición también da lugar a un espacio más verde y más amable, en el que se establece una concordia visual entre los elementos que lo configuran.

Plantas fuertes con fertilización y limpieza

Para conseguir una vegetación más verde se recomienda usar fertilizantes más ricos en nitrógeno. Para conseguir una floración abundante son recomendables la utilización de harina de hueso, dado que contiene fósforo y calcio, favoreciendo la floración. El exceso de fertilizante puede quemar las raíces de las plantas, motivo por el cual hay que respetar las dosis recomendadas y alternar los periodos. Un control periódico ayuda a evitar los olvidos y las repeticiones indeseadas.

Hojas limpias para que la fotosíntesis sea eficiente

Con el tiempo, las hojas de las plantas acumulan polvo, grasa y partículas en suspensión que bloquean la entrada de luz y dificultan que la fotosíntesis tenga lugar. Limpiarlas frecuentemente, como mínimo una vez a la semana, con un paño húmedo elimina esta capa y permite que la planta “respire” de manera eficiente. No es necesario utilizar abrillantadores comerciales, el agua es suficiente para devolver la lucidez natural a las hojas. Esta práctica también previene la aparición de plagas que se alimentan de la suciedad.

Plantas sanas gracias al riego correcto

Uno de los errores más comunes es el riego excesivo que provoca pudrición en las raíces y pérdida de nutrientes de la planta. Debe dejarse que la tierra se seque parcialmente entre riegos para evitar que las humedades sean demasiado grande y hagan perder integridad a la planta. Un riego insuficiente suele tener solución, ya que, si se hidrata la planta a tiempo, y este proceso se hace en pocos minutos, las hojas recuperan su esplendor en pocas horas y el tallo vuelve a erguirse.

Cuanto mejor observes tus plantas más rápido actuarás

Cada planta tienen sus necesidades y observar el color de las hojas, la firmeza del tallo y la humedad del sustrato ayuda a determinar el momento exacto para intervenir; regular el riego, la luz y la limpieza de forma periódica permite que las plantas crezcan más equilibradas, produzcan hojas más grandes y tengan un aspecto saludable durante todo el año.

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