El Real Sitio de Aranjuez vuelve a mostrar una de sus joyas menos conocidas y más frágiles. La Casa del Labrador, el palacete de recreo que Carlos IV convirtió en un laboratorio de lujo neoclásico a orillas del Tajo, reabre sus puertas tras una rehabilitación integral que ha costado cerca de 10 millones de euros y que Patrimonio Nacional califica como una de las más complejas de su historia reciente. El rey Felipe VI ha inaugurado este 1 de octubre el edificio, clausurado desde 2021 tras los daños agravados por la borrasca Filomena, y que abrirá al público el próximo viernes 3 de octubre.

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De casa rústica a fastuoso palacio

El edificio nació en 1794 con un propósito modesto: un pabellón de campo para el descanso del monarca en el extremo oriental del Jardín del Príncipe. Juan de Villanueva, arquitecto mayor de Carlos III, proyectó entonces una construcción sencilla, casi rústica. Pero el gusto de Carlos IV transformó el encargo. En 1798 decidió ampliar y embellecer la finca hasta convertirla en un suntuoso palacete, supervisando él mismo la decoración e importando artistas, artesanos y tejidos de la mejor procedencia europea.

El Rey Felipe VI, este miércoles durante la inauguración de la Casa del Labrador en el Real Sitio de Aranjuez.
El Rey Felipe VI, este miércoles durante la inauguración de la Casa del Labrador en el Real Sitio de Aranjuez. | Carlos Luján / Europa Press

El contraste entre el exterior sobrio y el interior exuberante ha sido desde entonces su marca: un capricho neoclásico en el que conviven pinturas de Mariano Salvador Maella, estucos de José Ginés, porcelanas de la Real Fábrica del Buen Retiro y colgaduras francesas de Camille Pernon.

Cerrado tras Filomena

La Casa del Labrador nunca tuvo una vida fácil. La cercanía al Tajo, la inestabilidad del terreno y las inundaciones periódicas dejaron pronto cicatrices en sus cimientos. A comienzos del siglo XX ya se hicieron intervenciones de urgencia. En 2017, Patrimonio Nacional inició un seguimiento con escáneres 3D para controlar las grietas, pero la borrasca Filomena en enero de 2021 multiplicó los daños y obligó al cierre inmediato.

En febrero de ese año arrancó la intervención de emergencia: 536 micropilotes de hormigón anclados hasta 30 metros de profundidad, refuerzo de forjados, cosido de grietas, renovación de más de 1.000 metros cuadrados de cubierta de pizarra y recuperación de la fachada, cuyo color original se ha restituido a partir de un cuadro de Fernando Brambila conservado en la Galería de las Colecciones Reales. Solo en esa fase estructural se invirtieron 7,3 millones de euros.

Restauración artística: sedas, temple y porcelana

La arquitectura no era suficiente. Los problemas estructurales habían afectado a las decoraciones interiores, de un valor artístico único en Europa. La restauración incluyó el delicado suelo de porcelana de la Sala de Compañía, formado por 4.850 baldosas numeradas y recolocadas como en un rompecabezas; la recuperación de las colgaduras textiles originales; y la limpieza de pinturas murales en bóvedas y paredes.

En el Salón Grande de la Casa del Labrador se expone el 'Dessert de las Glorias de España', el centro de mesa realizado entre 1802 y 1805 para este edificio por Isidro González Velázquez y que durante dos años ha estado expuesto de la Galería de las Colecciones Reales.
En el Salón Grande de la Casa del Labrador se expone el 'Dessert de las Glorias de España', el centro de mesa realizado entre 1802 y 1805 para este edificio por Isidro González Velázquez y que durante dos años ha estado expuesto de la Galería de las Colecciones Reales. | Patrimonio Nacional

Uno de los trabajos más complejos ha sido la reubicación de las 46 pinturas al temple sobre tela de la planta baja, obra de Juan de Mata Duque, Luis Japelli y Fernando Brambila. Se trata de arquitecturas fingidas y motivos vegetales que fueron retirados en los años 50 por motivos de conservación. Su restauración se prolongará hasta finales de 2026, aunque parte de ellas ya estarán instaladas desde esta reapertura.

En paralelo, más de 650 bienes muebles han regresado a las salas: relojes, porcelanas, candelabros, piezas de plata, cristal y bronce, junto con mobiliario histórico. También se ha devuelto al Salón Grande el célebre Dessert de las Glorias de España, monumental adorno de mesa realizado entre 1802 y 1805, que durante los dos últimos años se había exhibido en la Galería de las Colecciones Reales.

Un interior exquisito

El recorrido por la Casa del Labrador permite atravesar algunos de los interiores más refinados de la Europa de comienzos del XIX. La Sala de Compañía luce la bóveda alegórica de Maella y González Velázquez y su suelo de porcelana del Buen Retiro. El Gabinete de Platino, diseñado en París por Charles Percier e íntegramente fabricado en Francia, conserva muebles, bronces y pinturas de Anne-Louis Girodet, discípulo de David. La Galería de Estatuas exhibe relojes, estucos y esculturas romanas en un ejercicio de clasicismo erudito. Y el Salón Grande, concebido para bailes y ceremonias, mezcla colgaduras de seda etrusca con muebles de estilo imperio y una bóveda que celebra “el poder de la monarquía española en las cuatro partes del mundo”.

La Casa del Labrador abrirá al público a partir del 3 de octubre. Las visitas serán guiadas, de unos 50 minutos, en grupos reducidos de doce personas, los viernes, sábados, domingos y festivos. Durante el primer mes se aplicará una tarifa especial de cinco euros. Las entradas pueden adquirirse ya a través de la web de Patrimonio Nacional.

El rey Carlos IV lo concibió como un capricho privado, una casa de recreo íntima donde desplegar su idea de modernidad cortesana. Dos siglos después, tras años de grietas, humedades e incertidumbre, ese capricho vuelve a estar disponible para la mirada pública: un recordatorio de cómo la fragilidad y el lujo, a orillas del Tajo, siguen siendo inseparables.

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