En la vida de pianistas como Maurizio Pollini, Martha Argerich, Garrick Ohlsson y Bruce Liu hay un antes y un después. Incluso marcó a Ivo Pogorelich, aunque no ganó pero acaparó todo el protagonismo por su singular acercamiento a Chopin. El Concurso Internacional de Piano Fryderyk Chopin, que se celebra en Varsovia cada cinco años, catapultó sus carreras. Es a lo que aspiran los 84 pianistas de una veintena de países que participan en la XIX edición de esta extraordinaria competición. El único español es Pedro López Salas, quien cumple este jueves 28 años. "Un español puede entender a Chopin tan bien como un polaco. Es un músico universal que nos habla a cada uno de nosotros. Es lo que le hace tan especial".
Pedro López Salas se clasificó tras quedar segundo en el Concurso Internacional Ignacy Jan Paderewski International de Bydgoszcz. Nacido en Albacete, cuenta que a sus padres se sorprendieron cuando decidió dedicarse a la música. Era un niño inquieto pero su mundo se detenía con la música. Ver a Tom y Jerry al piano le abrió un mundo que desconocía y que a partir de entonces sería el suyo. Estudió en el Royal College of Music de Londres. Actualmente es alumno de Stanislav Ioudenitch en la Escuela Superior de Música Reina Sofía en Madrid.
"Es un privilegio interpretar a Chopin porque es un compositor con el que puedes mantener un diálogo muy íntimo. Es poesía musical. Estar aquí en Varsovia en el concurso Chopin es un sueño para cualquier pianista", explica López Salas. En la edición anterior, celebrada en 2021 por la pandemia, Martín García García fue tercero y premio especial de la Filarmónica al mejor intérprete de conciertos. García García fue el primer español en llegar a la final. Ganó el canadiense Bruce Liu.
"Hay dos factores que influyen en las piezas que escogen. Por un lado, te inclinas por lo que ya has tocado, y a la vez por lo que más conecte contigo. El repertorio de Chopin es muy amplio así que tenemos gran variedad para elegir. En total, son dos horas y media lo que elegimos. Una de mis favoritas es la Barcarola, también el nocturno", señala el joven pianista, quien profundizó en la influencia de Karlbrenner e Chopin en su TFG (trabajo de fin de grado).
Llama la atención el gran número de participantes asiáticos, sobre todo porque Chopin, aunque era de padre francés y madre polaca, es un símbolo de la identidad polaca, de su sentimentalismo, su relación con la naturaleza y su amor por la patria. "Su música es universal. Es un compositor que le habla directamente a cada persona. No creo que haya diferencia cultural. No creo que haya que ser polaco para entenderle y para sentirle. Su música es fácil de entender y de sentir, y difícil de ejecutar. No creo que haya ningún pianista a quien no le guste Chopin", señala.
López Salas ha tocado con un piano Fazioli. Cada pianista puede elegir entre cinco marcas diferentes: Steinway, Yamaha, Bechstein y Kawai. "Es el que me permitía más colores". Pueden probar 15 minutos cada piano. El Instituto Chopin los renueva cada año.
La magia de Chopin
"Es una música que expresa una amalgama muy amplia de emociones desde el sentimiento heroico de las polonesas a la tristeza de los nocturnos. Es otro lenguaje para expresar emociones. Ahí está la magia de su música", apunta López Salas, quien reconoce sentirse a gusto en Varsovia, una ciudad muy vinculada al compositor.
En la Iglesia de la Santa Cruz reposa el corazón de Chopin y en el parque Łazienki puede contemplarse el monumento al músico de Wacław Szymanowski. Chopin nació en Żelazowa Wola, en la finca donde estaba empleado su padre, pero se trasladó de niño a Varsovia, donde dio su primer concierto y compuso sus primeras obras.
Confiesa que no fuerza emociones en el escenario. "Hay pianistas que exageran pero eso siempre se acaba notando", indica López Salas. Incluso para un gran conocedor de la obra de Chopin como él hay preocupación por la parte técnica. "El objetivo es trascender y llegar a la parte más profunda. En un concurso con tanta presión es muy difícil pero trato siempre de disfrutar de la música", apunta López Salas, que reconoce que se siente cómodo interpretando a Chopin. Sus dos conciertos los terminó Chopin antes de irse de Varsovia con destino a París en 1830. Con apenas 20 años.
Más atención mediática
López Salas, al contrario que la mayoría de los niños, eligió el piano en lugar del balón de fútbol. Su padre jugaba y empezó a practicar pero muy rápido se dio cuenta de que le entretenían más las teclas. Progresó rápido porque tiene oído absoluto y confiesa que a los nueve años ya tenía claro que quería dedicarse a la música.
Lamenta que haya tan poca atención a la música en la educación en España. Cree que sería bueno que hubiera más atención mediática a eventos como el Concurso Chopin o a los avances que realizan los músicos españoles. Así se van creando referentes. "También se trataría de que los niños vieran la música clásica como algo divertido, porque lo es", apunta.
Y no solo se trataría de abrir un mundo de posibilidades de disfrute a los niños y jóvenes. También sería una forma de fomentar valores que van más allá del corto plazo. "Es importante buscar algo que te guste, que ames, y así logras hacer algo que requiere disciplina. Siempre es por un bien mayor. Falta el pensamiento largoplacista y la constancia".
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