El robo de joyas del Louvre, perpetrado en siete minutos el pasado domingo, ha terminado por convertir a una empresa alemana en inesperada protagonista del escándalo. La grúa que los ladrones usaron para escalar hasta la Galería de Apolo y hacerse con ocho piezas de las colecciones napoleónicas era un modelo Böcker Agilo, fabricado por la compañía Böcker Maschinenwerke GmbH, con sede en Werne, una pequeña localidad del estado de Renania del Norte-Westfalia.
Pocas horas después de difundirse las imágenes del vehículo aparcado frente al museo, la empresa decidió aprovechar la notoriedad. En su cuenta de Instagram publicó una fotografía del montamuebles tras la cinta policial, acompañada del lema: "Cuando hay que ir rápido. El Böcker Agilo transporta tus tesoros de hasta 400 kg a 42 metros por minuto, flüsterleise (silencioso como un susurro) gracias a su motor eléctrico de 230 V". El tono, entre la autoparodia y el marketing oportunista, ha generado una ola de comentarios que ha multiplicado la visibilidad de la firma más allá del sector industrial.
Tal y como reproducen numerosos medios alemanes siguiendo a la agencia Afp, el director gerente de la compañía, Alexander Böcker, explicó que el vehículo había sido vendido "hace unos años a un cliente francés que alquila este tipo de equipos en París y sus alrededores". Según su relato, los presuntos ladrones concertaron una cita para una demostración del elevador, lo sustrajeron durante la prueba y sustituyeron las matrículas antes del golpe. "Cuando supimos que nadie había resultado herido, decidimos tomárnoslo con humor", dijo Böcker, y añadió que el episodio ofrecía "una oportunidad para llamar un poco la atención sobre la empresa".
Una empresa familiar y puntera
La historia del fabricante ayuda a entender su reflejo publicitario. Böcker nació en 1958 como taller artesanal fundado por Albert Böcker, maestro herrero. Su primer éxito fue un elevador inclinado con articulación, ideado para subir tejas a los tejados. Tres décadas después, en 1989, la compañía entró en el mercado de la grúa móvil con estructuras de aluminio, y en 1997 presentó el primer modelo de remolque de ese tipo. Hoy emplea a más de 600 personas y se define como un negocio familiar de tercera generación que combina "tradición e innovación". Su lema corporativo, “Mein Weg nach oben” ("Mi camino hacia arriba"), resume una filosofía que ha mantenido desde sus orígenes.
La filial española, Böcker España, se presenta como líder en elevadores de mudanza y presume de ofrecer "el catálogo más amplio del mundo" en el sector. Su tecnología, destinada al transporte de muebles y materiales, es especialmente demandada en ciudades donde los edificios carecen de ascensor o tienen escaleras estrechas. En París, estos vehículos son casi parte del paisaje urbano: se alquilan a diario para subir sofás o pianos por las fachadas. Pero en este caso, el Agilo sirvió para algo más que mudanzas. El golpe del domingo ha puesto en evidencia las carencias del museo más famoso del mundo.
Con todo el respeto
"Por supuesto, el crimen es absolutamente reprobable", aclara el directivo alemán, que insiste en que su empresa "no tiene ninguna relación con los autores ni con el robo". Aun así, el episodio les ha granjeado una publicidad inesperada: su eslogan circula ahora en memes, y los pedidos del modelo Agilo se han disparado.
El caso ha suscitado cierta controversia en Alemania, donde algunos medios han cuestionado el tono ligero de la campaña. Otros, sin embargo, la han celebrado como ejemplo de reflejo empresarial y buen marketing. Y del tradicional pique entre naciones vecinas. "Los alemanes no pierden ocasión de burlarse de los franceses, es una vieja tradición germánica", comentaba un usuario en redes sociales.
Desde Werne, Alexander Böcker asegura que todo se ha hecho "con respeto" y que lo importante es recordar que nadie resultó herido. Pero su frase más repetida en la prensa europea parece otra: “También los profesionales del crimen confían en los mejores equipos”, dijo Böcker al canal público de Renania del Norte-Westfalia WDR. Con ese tipo de titulares, el joven gerente de la compañía, tercera generación de su familia al frente de la misma, ha logrado lo que pocos fabricantes de grúas: subir, y rápido, a la cima del algoritmo.
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