El Gobierno ha adjudicado al estudio navarro Pereda Pérez Arquitectos, en colaboración con Lignum (A Coruña), el concurso internacional para la resignificación del Valle de Cuelgamuros. Su propuesta, titulada La base y la cruz, ha sido seleccionada por un jurado presidido por el secretario general de Agenda Urbana, Iñaqui Carnicero, y del que formaban parte David Chipperfield, Fuensanta Nieto, María Langarita y la artista Cristina Iglesias, entre otros. El proyecto –que supone una inversión total superior a 30 millones de euros– plantea la demolición de la escalinata de acceso a la basílica, la creación de un gran soportal abierto y la apertura de un espacio circular al cielo como nuevo punto de acceso y encuentro.

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Según el acta del jurado, la propuesta “rompe la axialidad impuesta por la dictadura y transforma la monumentalidad vertical en una experiencia horizontal y colectiva”. Las obras comenzarán previsiblemente en 2027 y se extenderán durante 56 meses. La basílica mantendrá su uso litúrgico, mientras que el entorno se convertirá en un espacio de interpretación histórica y reconciliación cívica.

Un estudio con veinte años de trayectoria

El estudio Pereda | Pérez | Arquitectos fue fundado en Pamplona en 2005 por Carlos Pereda y Óscar Pérez Silanes. Ambos son profesores de proyectos arquitectónicos en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAM) y en la Escuela de Ingeniería y Arquitectura de la Universidad de Zaragoza (EINA) y han desarrollado desde su fundación una práctica constante basada en el rigor constructivo y la claridad formal.

Su trayectoria combina concursos públicos, docencia y proyectos de diversa escala. En 2013 recibieron el Premio de Arquitectura Española por la Escuela Infantil de La Milagrosa (Pamplona), y en 2015 una Mención Especial del mismo galardón por un edificio de viviendas de realojo en el casco histórico de la ciudad. Su obra ha sido reconocida con los premios Bienal Española de Arquitectura y Urbanismo (XII y XIII BEAU), Premio Endesa a la construcción sostenible, Premio Internacional Construmat a la innovación tecnológica, Premio Europa Nostra de Patrimonio Cultural y múltiples distinciones de los colegios de arquitectos de Navarra, Aragón, Castilla y León y La Rioja.

Además, formaron parte del Pabellón Español de la Bienal de Venecia 2016, que obtuvo el León de Oro, y su trabajo ha sido expuesto y publicado en instituciones nacionales e internacionales.

“Rehacer” la profesión: método y pensamiento

En una conferencia impartida en 2019 en la Escuela de Arquitectura de Pamplona, titulada re_HACER, Pereda y Pérez resumieron su modo de entender la disciplina como un “hacer” continuo que se ajusta a las circunstancias y rehúye la autoría visible. El término rehacer, explican, no alude a una repetición sino a una revisión constante del papel del arquitecto: “Venimos de un momento en que al arquitecto se le ha hecho culpable de los excesos del pasado; nuestro trabajo consiste en rehacer la profesión desde la acción y la responsabilidad”.

Pereda y Pérez Silanes defienden un modelo profesional “ampliado y complejo”, en el que la técnica, la industria y el territorio forman parte inseparable del proyecto arquitectónico. En su exposición, articularon cinco obras que ilustraban su manera de trabajar: la Pasarela del Labrit, su premiada escuela infantil, las viviendas en la calle Descalzos, unas oficinas para una ingeniería y una vivienda unifamiliar en Pamplona.

En esos proyectos se repiten algunos principios constantes: la eficiencia estructural y la esbeltez en el puente del Labrit; la racionalidad funcional y el zócalo protector en la escuela infantil; la desmaterialización del volumen y la adaptación al desorden urbano en las viviendas del casco viejo; la ordenación de espacios irregulares mediante planos suspendidos en las oficinas; y la fragmentación amable e integración paisajística en la vivienda unifamiliar.

En todos los casos, la arquitectura se concibe como una práctica precisa, medible y ligada al lugar. “El arquitecto es una persona de acción —decía Pereda—; nuestro verbo es hacer”.

Continuidad con el proyecto de Cuelgamuros

Esa noción de hacer y rehacer encuentra una correspondencia directa con la propuesta La base y la cruz. El proyecto interviene sobre un conjunto monumental de fuerte carga simbólica sin borrar su huella, sino redefiniendo su significado a través de la luz, el espacio y la escala. El soportal circular que sustituirá la escalinata funciona como lugar de acogida entre el paisaje y la basílica, un gesto que el jurado ha calificado de “valiente y coherente”.

Pereda y Pérez han defendido en sus trabajos anteriores que la arquitectura “no destruye ni sustituye, sino que transforma los significados”. En Cuelgamuros, esa transformación se materializa mediante un gesto estructural y topográfico, una grieta abierta a la naturaleza que busca equilibrar el peso simbólico del monumento.

La intervención, según el Ministerio de Vivienda, aspira a convertir el enclave en un referente internacional de reflexión sobre la memoria y el territorio. En ese proceso, el estudio navarro –que ha construido su reputación sobre la precisión constructiva, la escala humana y la atención al contexto– será el encargado de traducir la historia en espacio.

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