Brigitte Bardot deja tras su muerte un legado que no se mide solo en escándalos y portadas, sino en una filmografía que cambió para siempre la imagen de la mujer en el cine europeo.
Brigitte Bardot, mito y actriz
Bardot fue mucho más que un icono de sensualidad. Trabajó con directores como Roger Vadim, Jean‑Luc Godard, Henri‑Georges Clouzot o Louis Malle, nombres esenciales del cine francés de la segunda mitad del siglo XX. Su combinación de carisma, fotogenia y vulnerabilidad la convirtió en símbolo de emancipación femenina, pero también en objeto de juicio moral y mediático.
Tras retirarse prematuramente del cine en los años 70, Bardot dedicó su vida a la defensa de los animales a través de la Fundación Brigitte Bardot, reforzando la imagen de personalidad comprometida y radical en sus decisiones. Su muerte a los 91 años cierra un capítulo fundamental de la cultura popular europea, pero sus películas siguen ahí para entender por qué su figura marcó a varias generaciones.
'Y Dios creó a la mujer' (1956)
Dirigida por Roger Vadim, esta cinta convirtió a Bardot en estrella internacional y en símbolo sexual del siglo XX. Ella interpreta a Juliette Hardy, una joven huérfana de espíritu libre en Saint‑Tropez, cuya sexualidad desafía las normas morales de su comunidad. El escándalo que provocó la película fue tan grande como su impacto cultural. Bardot encarna aquí la idea de mujer que no pide perdón por su deseo, algo que en 1956 era revolucionario.
'El desprecio' (1963)
Considerada una de las grandes obras de la nouvelle vague, esta película de Jean‑Luc Godard sitúa a Brigitte Bardot en un registro muy distinto, más introspectivo y desencantado. Ella da vida a Camille, una mujer cuyo matrimonio se desmorona mientras su marido guionista se deja seducir por los intereses de una gran producción de cine. La película es una reflexión sobre el amor, el poder, el dinero y el propio acto de hacer cine. Bardot se integra en ese juego sin perder su aura icónica.
'La verdad' (1960)
Dirigida por Henri‑Georges Clouzot, se considera la cumbre interpretativa de Bardot, muy por encima de la etiqueta de simple sex symbol. Aquí interpreta a Dominique Marceau, una joven acusada de asesinato que se enfrenta a un juicio donde no solo se cuestionan los hechos, sino su vida íntima y su libertad sexual. La película muestra cómo la sociedad juzga a la protagonista tanto por su comportamiento amoroso como por el crimen del que se la acusa.
'¡Viva María!' (1965)
En esta comedia aventurera de Louis Malle, Bardot comparte protagonismo con Jeanne Moreau. Ella interpreta a una artista de cabaret que se ve involucrada en una revolución latinoamericana, mezclando erotismo, sátira política y espíritu libertario. La película fue un gran éxito internacional y le valió a Bardot una nominación a mejor actriz extranjera en los premios Bafta.
'La muñeca y el bruto' (1969)
En esta comedia romántica, también conocida por su título original L’ours et la poupée, Bardot interpreta a Felicia, una mujer caprichosa y elitista que choca con un músico gruñón cuando su lujoso coche embiste el vehículo de él. La premisa sirve para jugar con el choque de clases, de temperamentos y de formas de entender el amor. La película se ha reivindicado con el tiempo como una muestra del lado más ligero y juguetón de Bardot, lejos del drama judicial o del cine de autor intenso.
Otras cintas para seguir explorándola
Más allá de estos títulos, su carrera incluye propuestas como El reposo del guerrero (1962), dirigida de nuevo por Roger Vadim, donde se adentra en una relación pasional y autodestructiva en un contexto bohemio. También destacan producciones de sus primeros años como Helena de Troya o Si Versalles pudiera hablar, que muestran cómo fue puliendo su presencia en pantalla antes del estrellato.
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