Dos mil veinticinco será, para Brasil y su cultura, el año en que ganaron su primer Oscar a mejor película internacional. Ainda estou aqui (Aún estoy aquí), cuya actriz protagonista Fernanda Torres también estuvo nominada al Oscar, puso en el mapa a Brasil otra vez. 2026 no se quedará corto, pues O Agente Secreto (El agente secreto) y su titular Wagner Moura (Narcos) se perfilan, junto al iraní Jafar Panahi y Un simple accidente, como la película y el intérprete 'extranjeros' que dominarán la conversación de premios los próximos meses. Ojo, la campanada la podría dar Manas, filme brasileño a cargo de Marianna Brennand.
Manas es, de momento, la candidata de Brasil al Goya 2026 como mejor película iberoamericana. El 23 de diciembre saldrán –saldremos– de dudas; la Academia de Cine española anunciará ese día las nominaciones. El único Goya que ha viajado a Brasil es precisamente por Ainda estou aqui, este 2025. No hay quien tosa a los argentinos en los premios del cine español. Pero hoy la protagonista es la brasileña Manas, sobre una adolescente de 13 años que debe romper el círculo de violencia que, generación tras generación, se repite en su familia y en su comunidad. Con su directora, Marianna Brennand, habló El Independiente.
La cineasta, en Madrid como parada imperdible durante su gira promocional por América y Europa, cuenta que Manas iba a ser un documental, pero lo convirtió en una película de ficción basada en hechos reales. Con una excepción: el desenlace. Ahí sí se permitió una licencia. "Tras escuchar las historias de explotación sexual hacia mujeres y niñas en el río Jaurú, veía inaceptable ponerlas delante de una cámara, enseñar sus caras y cuerpos, y pedirles recontar las experiencias violentas por las que han pasado. Eso les haría revivir el trauma. Es ejercer más violencia contra ellas", explica Marianna Brennand. Manas es su primer largometraje de ficción. Su primer impulso como documentalista fue denunciar lo que estaba ocurriendo; arrojar luz sobre esta realidad. 8 años le llevó.
Documentar la violencia sin recrearla
"A través de la ficción, podía contar esta historia de manera profunda porque la violencia, especialmente la sexual, es tan compleja, difícil, dura y dolorosa que quería ser fiel a lo que sucede en esta situación; los ciclos de violencia, el abuso de generación en generación. La ficción me permitía eso y, además, hacerlo sin generar más violencia", insiste. Para la cineasta era fundamental no mostrar la violencia, y respetar los cuerpos de ellas. "Toda violencia contra las mujeres y los niños no debería existir. Para mí, como cineasta mujer, si recreara una escena violencia, estaría validándola", continúa.
Eso no impide que el público –hombres, mujeres– vaya a sentir la violencia y pensar en sus propias experiencias. Pero se acabó contar a las mujeres –mostrar sus cuerpos– a través de una mirada masculina. "Yo miro el cuerpo de estas chicas sin erotizarlo, ni fetichizarlo. La protagonista tiene 13 años. No hay excusa que valga para que un hombre abuse de ella".
P.- ¿Cuántos años tenía la actriz protagonista durante el rodaje de Manas? ¿Cómo se explica al elenco más joven la trama de la película?
R.- Jamilli Correa, la actriz protagonista, es una fuerza de la naturaleza. Desde que estábamos escribiendo el guion, supe que quería trabajar con una chica de 13 años, la misma edad del personaje, y sin experiencia como intérprete. Sabíamos que teníamos que tener mucho cuidado con el elenco joven, sobre todo con las tres chicas. Encontramos maneras de cuidar su salud mental porque estamos hablando de una realidad horrible. Hablamos con ellas y sus padres sobre la temática de la película. La coach de interpretación trabajó con ellas: cuán maduras eran, qué experiencias habían tenido en la vida, si habían estado expuestas, o no, a esta realidad; cómo se sentían con el equipo de grabación, haciendo estos papeles…
Pedir a las mujeres recontar experiencias violentas es ejercer más violencia contra ellas
Marianna Brennand
No dejamos a las chicas leer el guion porque en él sí hay indicaciones de qué está pasando en la escena: una violación. No quería que la actriz protagonista sintiera ese dolor. Tampoco le contamos que ella era la protagonista de la película. Está en todas y cada una de las escenas, es la protagonista absoluta, pero no queríamos presionarla. ¿Y si se asusta? ¿Y si cae enferma? Sólo se enteró cuando vio la película. No saber que era la protagonista le daría ligereza.
Provocar al espectador
No es cuestión de destripar la película, pero digamos que el desenlace podría haber sido peor. Hay esperanza a pesar de todo y todos. "Con ese final quería plantear un debate y provocar a la sociedad. ¿Cuántas instancias del poder y de la sociedad han fallado a esta adolescente? Pide ayuda en casa, en su comunidad, en su colegio, en su iglesia, a la Policía… Y nadie es capaz de ayudarla. Esa chica representa a mujeres de todo el mundo. En Brasil, esta semana, cuatro mujeres han sido asesinadas por sus parejas porque simplemente dijeron 'no'". Marianna Brennand se preguntó: ¿cómo poner fin a la violencia y el abuso? "Quizás hablando con alguien; así de simple".
"Me encontré a muchas mujeres que sólo conocían una realidad y normalizan la violencia. La vida es así, creen", cuenta la cineasta. He aquí el tabú: "Uno nunca espera que la violencia proceda de tu familia o de la gente más cercana a ti; gente en la que confías y que supuestamente te protege. Y ahí es donde la mayoría de los casos de violencia suceden. En Brasil, el 80% de las violaciones y abusos ocurren en casa. Y en el 60% de los casos, el perpetrador es el padre". Para ella, era clave que en Manas, el padre que viola a su hija fuera lo opuesto a un hombre violento: "Cuando tienes cerca a alguien querido, que se preocupa por ti, bajas la guardia".
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