14 millones de ojos. Colección, fotografía, público propone un recorrido exhaustivo por los fondos fotográficos de la Comunidad de Madrid, conservados en el CA2M (Museo Centro de Arte Dos de Mayo) de Móstoles. Con 175 fotografías, 15 fotolibros y abundante material de archivo, la exposición revela tan solo una parte de la colección, que ya recoge alrededor de 3.000 fotografías en total. Son obras de más de un centenar de destacados fotógrafos entre los que se encuentran algunos como Ramón Masats, Alberto García-Alix o Cristina García Rodero. Con esta muestra se hace así un homenaje a casi cuatro décadas de fotografía en Madrid y al espacio que en esta ocasión lo alberga, ya que el que fuera un depósito de aguas se convirtió en una de las primeras salas en exponer fotos a finales de los 80.
La exposición atribuye su nombre a los siete millones de habitantes de la Comunidad, convertidos en copropietarios del patrimonio y en sus principales espectadores. En palabras de su comisaria, Olga Fernández López, "uno de los aspectos evidentes que destacan al reconstruir el relato de la exposición es que la conformación de la colección de la Comunidad de Madrid ha estado entrelazado con una serie de políticas sobre fotografía, que han contribuido a la patrimonialización y la popularización de este medio. En este doble proceso, de institucionalización y popularización, los siete millones de habitantes de la comunidad se han convertido no solo en copropietarios de este patrimonio, sino también en sus principales espectadores potenciales”.
La muestra se encuentra distribuida en varias plantas que funcionan de manera autónoma, cada una de ellas titulada bajo un nombre que representa lo que se puede observar en sus imágenes. Todo se organiza en torno a cuatro temas: Madrid, la fotografía española en los noventa, el cuestionamiento del medio y los cuerpos que la habitan.
La colección del CA2M nace a finales de los 80 con compras de pinturas y esculturas, pero a principios de los 90 se apuesta por la fotografía, ligando la producción de las imágenes a su compra. El punto de mayor crecimiento se da en los 2000, cuando se crea un comité que hace que esas compras tengan un respaldo. Entre 1999 y 2002 la colección se cuadruplica con la compra de obras de años anteriores de manera que no solo se enfocarían en lo contemporáneo, dando lugar así a que el recorrido de las fotografías vaya desde 1955 hasta la actualidad, siendo la última adquisición en 2024.
De la representación de Madrid al cuestionamiento del medio fotográfico
La planta baja, con el nombre de en este lugar, aporta un viaje que representa a Madrid y a sus habitantes, para reflejar la ciudad en construcción a través de barrios como Vallecas, Chamartín o Casa de Campo. Incluye una parte dedicada al Madrid activista de la época con obras representativas del 2 de Mayo o de la cárcel de Carabanchel. Las fotografías pertenecen a artistas que han expuesto en esta sala, especialmente en los 2000, y que han sido reconocidos con el Premio de Cultura de la Comunidad de Madrid por sus trabajos. En esta misma planta se ofrece un mural que recopila fotos de madrileños cedidas de sus propios álbumes. Además, cuenta con un espacio de consultas de fotolibros y otro dedicado al metro madrileño.
La primera planta, en este tiempo, refleja cómo era la vida en el Madrid de los 90. Se pone en evidencia que la fotografía es uno de los medios del arte contemporáneo y conecta con los temas que se empezaron a tratar en ellas, como son el caso del cuerpo o la memoria. Son fotografías elegidas por su claro aspecto subjetivo; a través de la mirada de los que las hacían se puede ver su visión del mundo. Se ofrece como recuerdo a Canal Abierto, un espacio al que todo tipo de fotógrafo –profesional o amateur– podía acudir para colgar su obra, ofreciendo un camino de apertura y democratización de la fotografía.
En esta fotografía, segunda planta, recoge las fotografías que se han comprado desde 1999 hasta la actualidad, acentuando la importancia de saber qué es verdad y qué no de lo que se muestra en ellas. Se ofrecen algunas que son representaciones de la naturaleza y otras en las que se usa el humor como herramienta de puesta en duda.
En la última planta, en este cuerpo, se exponen habitantes de la colección y las distintas maneras de representar los cuerpos, mostrando algunos considerados precarios o vulnerables, y las relaciones que puede haber entre ellos. Acaba en en la cumbre del depósito de Santa Engracia esta gran exposición que puede considerarse no solo un homenaje a Madrid, sino a la fotografía.
La exposición es también un reconocimiento a las políticas culturales que han sostenido este patrimonio: apoyo a la creación, convocatorias públicas, premios de cultura, difusión de fotolibros o colaboraciones con festivales. Gracias a todo ese conjunto, la fotografía, además de institucionalizarse, se popularizó como medio accesible y compartido, convirtiéndose en una seña de identidad cultural en Madrid desde los años 80.
14 millones de ojos muestra lo que Madrid ha visto, pero también cómo se deja mirar. En palabras de su comisaria, Olga Fernández López, lo que aquí se presenta "no es un relato cerrado, sino un proceso en construcción".
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