Si Dan Brown y su famoso personaje, el profesor Robert Langdon lidiaron con la iglesia en sus anteriores novelas, con El último secreto (Planeta), el superventas, lo fía todo a un thriller que tiene a la noética como plato central. Langdon tiene que lidiar contra el reloj para salvar a la mujer de la que está enamorado una novela que tiene como escenario una Praga llena de mística.

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En la rueda de prensa que Dan Brown ha dado en Madrid el autor asegura que ha trasladado a su protagonista una transición que él mismo ha realizado de aceptación de la ciencia de la noética, considerada una pseudociencia en el mundo académico. “Langdon es como yo un escéptico y como yo evoluciona en el libro a la aceptación de estas ideas”, asegura. Si bien matiza que en su novela también tienen presencia detractores de la noética.

Qué es la ciencia de la noética

La ciencia noética es una disciplina que estudia cómo las creencias, pensamientos e intenciones pueden afectar el mundo físico. Intenta aplicar un enfoque científico al conocimiento subjetivo, como la intuición y las experiencias internas, fusionando aspectos de la psicología, neurociencia y espiritualidad. Abarca temas como telepatía, precognición, telequinesis y autosanación, intentando entender la conexión entre la mente humana y el universo físico.

El autor detalló la dicotomía científica que explora la novela: por un lado, está el materialismo tradicional que postula que "la conciencia es el resultado de procesos químicos en nuestro cerebro". Por otro lado, emerge una nueva tendencia que propone que la conciencia se entiende como una "conciencia universal", concepto que se halla no solo en la ciencia noética, sino también en "las escrituras de las principales religiones".

En este punto cree que la ciencia y la religión terminan encontrándose. "Yo creo que el objetivo es justamente el de echarlo un sobre el hecho que tanto la ciencia como la religión apuntan exactamente lo mismo, a pesar de que son dos lenguajes distintos, están creando el mismo relato".

La conciencia fuera del cuerpo y la muerte

Brown confesó que su propia visión sobre la vida después de la muerte ha cambiado radicalmente, no debido a una experiencia religiosa: "he de decir y subrayar también que esto no se debe a ningún tipo de experiencia religiosa, epifanía religiosa, sino que se debe al resultado de haber leído muchísimos tratados de ciencia, de física". El escritor asegura que su cambio de opinión "está basado en la ciencia".

Brown afirma que la conciencia "no existe dentro del cuerpo, sino fuera del cuerpo". Lo que en su lógica tiene profundas implicaciones para la muerte: "se apaga el receptor. Pero seguimos emitiendo. Entonces, eso no afecta nuestra conciencia".

El autor citó una descripción que le dio un científico, no precisó de qué campo, que consideró "realmente hermosa": "La vida es como una tormenta y todos somos pequeñas gotas que llegan al nos percibimos de manera individualista como gotas, pero en realidad somos parte de un océano". Al morir, "llegaremos a fundirnos con el océano, es decir, somos parte de algo mucho más grande", añadió.

Entre los experimentos que lo convencieron, destacó uno que asegura demuestra la precognición, donde el cerebro "percibe cosas que todavía no han sucedido". Cita un experimento en el que se observaba a un sujeto que veía imágenes de un ordenador y que, según cuenta, mostró que ciertas áreas del cerebro se encienden "antes inclusive de que se haya decidido qué imagen enviar". Para Brown esto lleva a dos conclusiones fascinantes: "O bien el tiempo se mueve en las direcciones o bien nuestras mentes también crean y generan la realidad".

Robert Langdon, de escéptico a enamorado

El viaje de su protagonista, Robert Langdon, es paralelo al suyo: "Robert Langdon es un escéptico como lo soy yo". El recorrido de Langdon "desde una perspectiva mucho más materialista, hasta creer en los postulados de la noética refleja un poco mi propio camino, mi experiencia". A pesar de considerarlo una creación suya, Brown bromeó: "a mí me encantaría ser ese personaje. Creo que tiene una vida mucho más interesante que la mía y es mucho más inteligente que yo".

En esta entrega, Brown buscó darle una dimensión más personal al personaje: "yo quería que se enamorara para tener también una perspectiva distinta de él". Por eso, vemos a un Langdon que "tiene mucho que perder, pero también tiene mucho por lo que vivir".

El escenario de la vertiginosa búsqueda es Praga, una elección lógica para Brown: "Cuando iba a escribir sobre la conciencia me pareció que Praga era la elección más lógica, ¿no? Porque ha sido la capital mística de Europa desde el siglo X". Brown disfruta utilizando las localizaciones "como personaje", y Praga ofrece un escenario 

Evidencia científica y controversia

Brown enfatizó que, aunque la novela es un thriller, una historia de amor y una búsqueda del tesoro, está "cimentada en ciencia que está meticulosamente documentado". En cuanto a posibles críticas, Brown cree que el libro "no va a generar tanta controversia" como El Código Da Vinci. Explicó que la ciencia "realmente sí que está de acuerdo" en los hechos, y el desacuerdo sólo se centra "acerca de su explicación".

En este sentido el escritor superventas cree que estamos cerca de un nuevo paradigma. “Pensemos que hubo un momento en la historia en que pensábamos, por ejemplo, que la Tierra se encontraba en el centro del sistema solar y comenzaron a aparecer algunas anomalías. Por ejemplo, la ubicación de ciertas estrellas y de ciertos planetas. Entonces, Copérnico puso al Sol en el centro del sistema solar y estas anomalías se disiparon. Yo creo -y otros científicos también- que estamos en ese momento de la historia que es idéntico, es decir, estamos en el momento de conseguir un nuevo modelo para la conocencia, estamos en ese momento de umbral a un nuevo modelo y yo creo que tendremos ese nuevo modelo en unos 10 o 20 años”, asegura.

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