1 de abril de 1939. Esta es la fecha que pasó a la historia como el día en que finalizó la Guerra Civil española. La conclusión del conflicto dio paso al franquismo y, por tanto, el inicio de la lucha contra el dictador para aquellos que se oponían a la dictadura. "Ya fuera por ideales políticos o por miedo a represalias del régimen, muchos españoles se echaron al monte y comenzaron una guerra de guerrillas que pronto se convirtió en un movimiento armado organizado: el maquis".
Historia del maquis (Ático de los Libros), de Julián Chaves, retrata los tiempos del maquis, "el primer eslabón de una larga cadena de reivindicaciones para implantar un sistema de libertades que acabara con la dictadura en España", avanza la introducción. Chaves, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Extremadura, a través de fuentes primarias, diarios, entrevistas y cartas, desenmaraña la realidad de la contienda entre maquis y el Estado, con la Guardia Civil como brazo armado. Una batalla que, tal y como reflejan los relatos recogidos en el libro, no fue una anécdota.
La posguerra fue sinónimo de aislamiento, hambre y escasez, lo que sirvió de caldo de cultivo para que la oposición más radical, bajo el amparo del Partido Comunista Español, se agrupase y emprendiera acciones que daban signo de algo más que una rebelión de unos simples bandoleros.
Durante la Guerra, un gran número de republicanos huyeron a zonas montañosas, los 'huidos'. Después de la misma, algunos decidieron entregarse a la Guardia Civil -con terribles consecuencias en la mayoría de los casos-, mientras que a los que permanecieron en las serranías se les unieron milicianos del ejército republicano y evadidos de cárceles franquista. Andalucía, Extremadura, Galicia, Asturias, Santander y ambas Castillas "cobijaron" a los guerrilleros, que sobrevivían gracias a los robos que realizaban a pastores y ganaderos, así como gracias a la colaboración de simpatizantes.
¿Una amenaza real para el régimen?
La evolución de la Segunda Guerra Mundial espoleó al maquis, que sofisticó su estructura y su operatividad, lo que se vio ejemplificado con una nueva organización con un marcado sesgo ideológico. Ante ello, pese a que desde el franquismo en principio eran reticentes a reconocer la gravedad del enfrentamiento, los testimonios documentados en Historia del Maquis sí evidencian la preocupación.
"El problema de los huidos reviste una importancia digna de gran atención, habiendo aumentado extraordinariamente su gravedad como lo prueban los atracos y asesinatos cometidos en el pasado mes de julio (...) Las fuerzas de la Guardia Civil, aun desplegando todo celo y actividad, no son suficientes para terminar con este problema por la gran extensión territorial de esta provincia y limítrofes", escribía en agosto de 1943 Manuel Gómez Cantos, oficial de la Benemérita, al capitán general de la Primera Región Militar en referencia a lo sucedido en Extremadura.
La publicación de Chaves pone de relieve los excesos cometidos tanto por la Guardia Civil como por el maquis. El autor concluye que el movimiento armado tuvo "una identificación política inequívoca que durante años supuso un quebradero de cabeza para los responsables del orden público franquista".
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