Sillas en círculo sobre un escenario, y yo, en otra, en el centro. Cualquier amante de la música rock en mi lugar, hace 60 años, se hubiese desmayado por tener alrededor a los pioneros de la verdadera movida. La que realmente cambió la música en España.

Como canta Miki en esta canción, todo empezó como una plaga. Había nacido el rock and roll. El gran Miguel Ríos le sigue, y tras él, una larga serie de valientes que hicieron que la juventud de aquellos años pudiera tener una buena banda sonora.

Es innegable el oficio, señores. Volviendo a ese escenario, el de la AIE (la Sociedad de Artistas Intérpretes o Ejecutantes de España) se sienta a mi izquierda Joaquín Torres. Con apenas 10 años ya tenía su grupete de rock, cumplidos trece salía al escenario del Price, con 16 lideraba el grupo Los Pasos, y con 21 ya era Director Artístico en una discográfica. Su obsesión por el sonido le ha llevado a producir infinidad de discos y tener un estudio más que preparado para algo como el proyecto del que hablamos. "Actuábamos en nuestros colegios, y en los colegios de los amigos. Así empezó todo", me cuenta. Pues ya fue un gran logro que esa música de "melenudos" tuviese su espacio en aquella época de franquismo y represión.

A mi derecha está Nito Pinilla, barítono, y elegido para participar en el programa "La Gran Ocasión", que alguien recordará de aquella TVE en blanco y negro. Me cuenta que todo empieza con una idea suya de volver a la carga. Torres, con acierto y visión, le ofreció hacer realidad el homenaje que merecía toda una generación de pioneros del rock. La idea es simple: grandes canciones interpretadas por los músicos que hicieron grandes otras canciones. Y la idea germinó. 

El objetivo es reivindicar el comienzo de una época de la música, básicamente en Madrid. "Aquello sí era una buena movida, bastante más importante que la de los 80", aseguran. Y me lo creo. El proyecto materializa un testimonio gráfico, visual y sonoro de uno de los momentos históricos más efervescentes y creativos de la música española. Y lo hace con un disco - libro de 48 páginas que quieren que "esté en las librerías, y no en las estanterías de música". Ahí van 16 videos y audios con actuaciones de más de 100 intérpretes de los años 60 de versiones de clásicos de la música española de esa década. Todo ello destila un aire de "por qué no" maravilloso.

En todas las culturas se tiene en un pedestal, por sabios, a los mayores. En esta cultura egocéntrica y superficial moderna parece que deben estar relegados a una especie de tercera categoría, por aquello de que con la edad, la plasticidad neuronal no deja manejar los móviles con agilidad. Pero la experiencia es todo un grado, y es algo que cada vez se busca en las empresas. Y todo esto regado por una evidente falta de interés por profesionalizar el oficio. La técnica engaña, amigos. Y con ello, la exigencia del público juvenil. Recomiendo al lector echarse unas risas con esta hilarante comparativa: 

Joaquín Torres, el impulsor de la iniciativa, me habla de su maravillosa colección de equipos de procesamiento de sonido a válvulas (sí, aquellas que hacían que tuviéramos que esperar un ratito hasta que se encendieran las radios o televisiones) y el debate sigue con la obsesión de los músicos por encontrar, en el universo digital, toda una suerte de "plug-ins" (pequeños programas) que traten de imitar el verdadero sonido analógico de entonces. 

Un inciso: este amor por los sonidos de antaño se transmite de forma magistral en la serie "Si las paredes cantasen", sobre la historia de uno de los lugares mágicos para la música: los Abbey Road Studios. Nadie mejor que una niña que prácticamente se crió allí para narrar todo sobre el espacio físico en el que los músicos cambiaron la cultura de todo el siglo pasado, y los siguientes: la hija de Paul McCartney.

Nos hallábamos de charla animada en el escenario de la institución que vela por los intereses de los músicos que interpretan las canciones. Se habla mucho de los "derechos de autor", pero muy poco de los de quienes interpretan los éxitos que decoran nuestra vida. También merecen percibir su parte del enorme pastel que entre todos los escuchantes de música generamos. Sobre todo, porque le ponen pasión.

Frente a mí, Helena Bianco, la que hizo popular aquello de "será maravilloso viajar hasta Mallorca", habló de eso para referirse al mérito de todos en aquella época. "Le poníamos tanta pasión que las cosas salían bien". 

A la cantante le brillan los ojos al hablar de pasión. No se le cayeron los anillos cuando participó como una más (y ganó) en "La voz senior".

Sin embargo, la campeona se queja, no sin razón, de la situación actual de los cantantes de la época. "El problema es que los jóvenes que llevan las contrataciones no saben quienes somos, y luego se sorprenden con la acogida de nuestros conciertos". Las actuaciones en directo de estos venerables artistas se llenan de todo tipo de público. Porque, al final, todos nos sabemos lo de "Eva María se fue, buscando el sol en la playa", de 1973.

Su histórico y carismático cantante, Paco Pastor, me asegura que hay zonas de España en las que son especialmente bienvenidos. "En todo el norte hay pasión por la música de los 60. Nos va muy bien en Navarra, País Vasco, etc. También en Valencia y en Canarias, curiosamente". Pues es muy recomendable asistir a alguno de esos conciertos. Es una de esas cosas que se han de hacer si uno no tuvo la oportunidad de hacer cola en aquellos legendarios domingos por la mañana en el circo Price de Madrid, por ejemplo.

Les pregunté qué pasaría, como ocurre en la película "Yesterday" con The Beatles, si de repente ninguno de los presentes hubiera existido. En un rasgo de extraordinaria humildad, Paco me asegura que "alguien lo habría hecho en nuestro lugar. El rock era un fenómeno imparable que venía del extranjero y lo cambiaba todo". Larga vida al género, amigos.