Brian Wilson, fundador y principal fuerza creativa de los Beach Boys, ha muerto a los 82 años, según ha comunicado su familia a través de un mensaje en su cuenta oficial de Instagram: "Estamos desolados al anunciar que nuestro querido padre Brian Wilson ha fallecido. Estamos sin palabras en estos momentos. Por favor, respeten nuestra intimidad mientras atravesamos este duelo. Sabemos que compartimos este dolor con el mundo. Amor y misericordia".
Más que una estrella del pop, Wilson fue un innovador que transformó el sonido de la música popular desde los márgenes soleados del sueño californiano. Su oído perfecto, su imaginación melódica y su temprana fascinación por la producción en estudio convirtieron los temas aparentemente inofensivos sobre surf, coches y chicas en vehículos de una utopía americana teñida de nostalgia y melancolía. Bajo su batuta, los Beach Boys pasaron de ser una banda adolescente a convertirse en una referencia absoluta de la música del siglo XX.
Nacido en Inglewood (California) en 1942, Wilson fue un niño prodigio con oído absoluto y una capacidad innata para el fraseo musical. Junto a sus hermanos Dennis y Carl, su primo Mike Love y su amigo Al Jardine, formó primero The Pendletones, que luego adoptarían el nombre de The Beach Boys. Su padre, Murry Wilson, alentó la formación del grupo y fue también una figura autoritaria con la que Brian mantuvo una relación ambivalente, marcada por episodios de abuso.
'Pet Sounds', obra maestra del pop
El primer éxito, Surfin’ (1961), fue seguido de una cascada de sencillos que definieron el pop adolescente estadounidense: Surfin’ Safari, Surfer Girl, Fun, Fun, Fun, I Get Around o California Girls, esta última escrita durante un viaje de LSD que Wilson describió como revelador. Pero su obra maestra llegó en 1966 con Pet Sounds, un álbum concebido como unidad artística, con arreglos orquestales, armonías vocales intrincadas y una sensibilidad melancólica que influyó profundamente en los Beatles y cambió para siempre la música pop.
La ambición artística de Wilson convivía con un frágil equilibrio emocional. Diagnosticado más tarde con trastorno esquizoafectivo y depresión maníaca leve, pasó por hospitales psiquiátricos y períodos de aislamiento. El proyecto Smile, planeado como continuación de Pet Sounds, se convirtió en una obsesión inacabada y en símbolo de su crisis creativa. No se publicaría oficialmente hasta décadas después, primero en una versión en solitario (2004) y luego en su edición histórica The Smile Sessions (2011).
Alcohol, drogas y locura
En los años setenta, tras la muerte de su padre y el declive comercial del grupo, su salud se deterioró debido a las drogas, el alcohol y el aislamiento. En los ochenta, bajo la tutela del controvertido psicólogo Eugene Landy, recuperó parte de su estabilidad y lanzó su primer disco en solitario. Su vida privada también fue objeto de conflicto: denuncias cruzadas con antiguos miembros del grupo, disputas legales por derechos de autor y tensiones familiares, que testimoniaron sus hijas Carnie y Wendy –integrantes asimismo de la banda Wilson Phillips– marcaron su biografía.
Aun así, Wilson logró volver periódicamente al estudio y a los escenarios. Participó en la gira de reunión de los Beach Boys en 2011 y celebró en 2016 el 50 aniversario de Pet Sounds con una gira en solitario. Su historia fue llevada al cine en la película Love & Mercy (2014), con Paul Dano en el papel del joven Brian, y en el documental Long Promised Road (2021).
Casado en dos ocasiones, Wilson tuvo dos hijas con Marilyn Rovell –Carnie y Wendy– y adoptó cinco hijos junto a su segunda esposa y mánager, Melinda Ledbetter. En sus memorias, publicadas en 1991 y 2016, reconocía haber vivido momentos "insoportables" debido a su enfermedad mental, pero también expresaba gratitud por haber podido llevar, pese a todo, "una vida maravillosa, sana y productiva".
Quedan su legado monumental, la armonía imposible de God Only Knows, la tristeza soleada de Wouldn’t It Be Nice y la promesa suspendida de un país que quiso verse reflejado en sus olas y en sus coros. Brian Wilson puso música al sueño americano justo cuando este empezaba a desvanecerse.
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