La noticia llegó desde las redes sociales de Latifa Chambers este lunes, con la franqueza triste de quien sabe que se despide de un símbolo: Jimmy Cliff ha fallecido a los 81 años por las complicaciones de una neumonía. “Mi esposo… falleció debido a una convulsión a consecuencia de una neumonía”, ha escrito su mujer, que quiso agradecer a quienes “han compartido camino con él”.
En Jamaica, el país que vio nacer a James Chambers el 30 de julio de 1944, la reacción ha sido inmediata. El presidente Andrew Holness ha afirmado que la isla “se detiene” para honrar al músico, un “gran gigante cultural” cuya obra “cargó los corazones de nuestra nación al mundo”. No es hipérbole patriótica: Cliff ha sido uno de los dos jamaicanos incluidos en el Salón de la Fama del Rock and Roll, junto a Bob Marley. Los lugares compartidos dicen más que muchos discursos.
Las condolencias han seguido un hilo reconocible: el de quienes crecieron –y envejecieron– con canciones que hablaban de resistencia sin necesidad de proclamas grandilocuentes. UB40 lo ha llamado “superestrella original del reggae”. Ali Campbell se ha declarado “devastado” y ha descrito al cantante como “un gran fundador y un pilar de nuestra música”. Desde Instagram, Rohan Marley, hijo de Bob Marley, lo ha despedido como “hermano y leyenda”.
La voz de Jamaica
Detrás del mito hay un adolescente insistiendo ante un productor para que le grabe un tema. A los 17 años, Cliff lograba convencer a Leslie Kong, de origen chino, de registrar sus primeras canciones, y de ahí salió Hurricane Hattie, el empujón inicial que otros tardan una década en encontrar. Su consagración llegó en 1969 con un disco homónimo que todavía acompaña a cualquier memoria musical del siglo XX: Many Rivers to Cross, Vietnam, Wonderful World, Beautiful People. Bob Dylan llegó a proclamar Vietnam como “la mejor canción de protesta jamás escrita”, según recuerda la web oficial del músico.
El viaje no se ha limitado a los escenarios. Cliff se mudó a Reino Unido, se convirtió en figura del reggae y del ska, y terminó protagonizando una película decisiva para el cine jamaicano: The Harder They Come (1972). Él mismo firmó su banda sonora, y la película sirvió de puerta de entrada del reggae en Estados Unidos. Desde entonces, sus canciones circularon con naturalidad global: The Harder They Come, I Can See Clearly Now, You Can Get It If You Really Want.
Su influencia ha sido reconocida por músicos de medio planeta, desde Rolling Stones o Elvis Costello hasta Annie Lennox o Paul Simon. Otros –Bruce Springsteen, Willie Nelson, Cher, New Order, Fiona Apple– han preferido versionarlo. En 2012 sumó un Grammy por Rebirth. En los últimos años trabajó con el productor ghanés Kwame Yeboah, buscando un regreso al reggae más desnudo.
En 2015, preguntado por EFE, Cliff dejó una frase que hoy funciona como epitafio involuntario: “La música es como el oxígeno. Todos la necesitamos para seguir vivos y es lo que nos une a todos”. Después de más de sesenta años de carrera, seguía diciendo que perseguía su mejor canción. Puede que ya la hubiera escrito; puede que estuviera aún buscándola. Su obra, en cualquier caso, ha hecho exactamente lo que él aspiraba: inspirar a otros para “vivir una vida mejor y no rendirse”.
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