Apenas recordaba nada de Las amargas lágrimas de Petra Von Kant. No recuerdo la película, siento decirlo. Pero conocía, sin embargo, perfectamente el título, y su autor, Rainer Werner Fassbinder. Y una imagen. Y una actriz. Se me quedó grabado, como un hecho que impresiona, la figura de Lola Herrera que interpretó a Petra Von Kant allá por el año 1985.
No recordaba ni el argumento, ni la escenografía, ni el teatro en que la vi, solo se me venía a la mente esa imagen de una Lola Herrera desgarrada, pero no sabría decir por qué motivos.
Ahora me encuentro otra Petra Von Kant y es Ana Torrent. Ahora sí atiendo a una escenografía valiente, de Luis Crespo, opresora, estéticamente psicodélica o vanguardista, diríamos, abigarrada de maniquíes, objetos art déco, bañeras, cortinajes, espejos, caballitos de tiovivo, que me sugieren un ego altísimo, un huir de las sombras, elementos para ver sin mirarlos.
Y ya sí, me centro en el espectáculo actual, y Ana Torrent, dentro de su personaje sofisticado, no solo se escucha a sí misma, me refiero al personaje, habla, pero el amor que pretende no la escucha a ella. Se acentúa el ambiente con un vestuario de tendencia futurista, que le da, quizás, más frialdad a las relaciones personales. Aura Garrido, Maribel Vitar, Julia Monje y María Luisa San José acentúan su presencia casi robótica en encuentros donde se refleja que cada una va a lo suyo, menos Marlene, su ayudante, perdida en la idealización de su ama y señora, sumisa y abnegada, a pesar de la displicencia con que es tratada, casi esclava.
Una losa invisible
Y ahora sí, entiendo esa dependencia de unas sobre otras, esa subordinación y ese ejercicio de poder, esos desprecios y esa necesidad de cariño, de amor, de sinceridad, de juego, de riesgo, de desolación, de indiferencia. Hay una losa invisible en el escenario, cuando pretende ser una fiesta, y la supeditación de unas a otras socava el espíritu y acaba en ruinas personales.
Rakel Camacho extrae del texto de Fassbinder el abandono, la tormenta, el dolor pasivo, los dogmas de las apariencias, la soledad, los sentimientos confundidos, la tiranía de la entrega. Vemos reflejada la pasión ataviada de diseño e imágenes, el esplendor que vendrá a menos ante la desesperación y la incomprensión, al final todo se desmorona.
Petra Von Kant se va sepultando en sí misma, de ahí las amargas lágrimas, y Ana Torrent expone su derrota aun pretendiendo dignidad, mientras su rostro refleja lo contrario. Dará la impresión de que es un cadáver en vida, uno de sus maniquíes ya en la insensibilidad de su corazón destrozado. Solo el vacío queda llenando la escena. Es la contradicción de su espíritu, Petra Von Kant se ahogará en sus propias lágrimas sin haber derramado ni una sola.
'Las amargas lágrimas de Petra von Kant', de Rainer Werner Fassbinder. Dirección: Rakel Camacho. En el Teatro Bellas Artes de Madrid hasta el 28 de septiembre
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