Poema que nunca se escribe, que se vive, que se siente, palabra encerrada en un libro, itinerancia y laberinto, México es el inicio, después ya no hay fronteras, porque tampoco hay caminos. Teatralizar la poesía y los poetas, amar es combatir. Jorge Volpi en la dramaturgia y Rosario Ruiz Rodgers en la puesta en escena nos presentan un tratado de amor basado en los poemas de Octavio Paz. 

Y, con evocaciones al Sueño de una noche de verano, parejas dormidas en medio de un bosque de raíces verticales, nos enseñan el poder de la naturaleza humana, tocar piel, tocar desnudez en el aire, sentir el cuerpo aquí en la tierra como en el cielo.

Octavio Paz en sus palabras. Sueño, resurrección, abismo, cuando crees que te conoces te desvaneces en el infinito. Se suceden los términos, los conceptos pierden su significado y adquieren condición de nube, de silencio, de besos y pasos perdidos.

Palabras de la memoria, palabras del amor, palabras del tiempo detenido, palabras que quieren ser libres y que no sean olvido.

"Los amores feroces, el delirio", entre la piedra y la flor caben muchos suspiros, muerte y vida, Dios en silencio, soliloquio para un himno, nos jugamos a cara o cruz, águila o sol, cada historia, cada poema sin sentido, hay que soñar en voz alta, combatir mientras amamos, “amar es combatir”, y desnudarse de nombres para poder vivirnos.

Si tú eres, yo soy

Los cuatro intérpretes, Leonardo Ortizgris, Lucía Quintana, Isabel Pamo y Germán Torres, buscan un desenlace, una rúbrica final, un paréntesis que aclare las dudas, pero nadie quiere comprometerse y bajan el rostro cuando se piden explicaciones. Se entregan, en medio de la arena, "si tú eres, yo soy", los besos hoy son golpes, son trampas, deseos de posesión y no ternura. 

Tiene coherencia este montaje de abandono y fe de vida, creencia en el amor. Se contemplan los diferentes matices del amor, aunque no permanezcan, regresan, quedan esperando una nueva oportunidad, transcurren, a veces, sin un sentido apropiado, parecen perdidos, se revitalizan, es la necesidad de amar para compartir, aunque solo sea el silencio, para alejar la soledad, aunque se pierda la libertad de sentirse único. 

El amargo beso de Los amantes de René Magritte, perdidos en los celos, nadie pertenece a nadie, a veces se diría que es un laberinto sin salida. 

Atracción, sexo, erotismo, amor, huellas de engaños y traiciones, la tibieza en la comunicación, y alrededor, los versos de Octavio Paz, sus confidencias, su correspondencia, el umbral de sus sentimientos, cómo nombrar al amor cuando se escapa, cómo lograr sentir las caricias cuando la mente está en otro sitio.

Es una manera de acercarse a la obra y los versos del premio Nobel, aunar teatro y poesía, música y palabra, danza y verso. Los amores feroces invaden la vida cotidiana, los sueños no cumplidos, la melancolía apacible de una atracción irremediable.

Si es amor o no lo es, lo dirá el tiempo. Ahora es un deleite escuchar y ver representados estos versos. 


'Los amores feroces', de Jorge Volpi, a partir de textos de Octavio Paz y dirigida por Rosario Ruiz Rodgers, en el Teatro de la Abadía hasta el 12 de octubre