Ordenar la nevera genera una gran diferencia en la forma de conservar los productos alimentarios y en la calidad de la seguridad alimentaria, porque reduce el desperdicio, alarga la fecha de caducidad de los productos y mejora el rendimiento del frío. No implica complicaciones y no hay que caer en un esquema muy complejo, sino simplemente seguir el método que mejor encaja para cada cosa y evitar aquellos fallos que suponen limitar la durabilidad de los consumibles.
El error al ordenar la nevera
Son muchas las personas que introducen la leche y los huevos en la puerta de la nevera, dado que parece ser la zona indicada para estos productos. No obstante, la puerta está afectada por los constantes cambios de temperatura cada vez que se abre. Es el aire caliente que entra desde el exterior lo que provoca que el paso del tiempo altere constantemente la temperatura, sobre todo para aquellos alimentos que aplican frío constante. Así pues, la puerta resulta ser una zona inestable, y poco apropiada para almacenar productos delicados.
Huevos y lácteos
Los huevos deben guardarse en la nevera para que sean seguros y con una buena frescura, a pesar de que en los supermercados se encuentran a temperatura ambiente. De hecho, al llegar a casa, el frío estable evita que se condensen y minimiza el riesgo de que entren microorganismos en el interior. La leche -y también las bebidas vegetales una vez abiertas- necesita un frío constante. La parte superior del frigorífico es un lugar más adecuado para conservas bien.
Cómo ordenar la nevera
Una forma simple de almacenar la nevera es aplicando el método FIFO (First In, First Out). Los productos nuevos se han de meter detrás, los que todavía llevan más tiempo en la nevera delante. Este tipo de organización, típico de los supermercados, también es útil para que nada se quede olvidado y que no caduque sin que lo sepamos. Revisar de forma frecuente la nevera y mover lo necesario para mantener el orden es una buena forma de lidiar con la organización sin esfuerzo.
La temperatura interior
El frío no se encuentra distribuido igual en el interior. Una zona que suele ser la más fría es la parte inferior, la que se suele utilizar para almacenar carnes y pescados crudos. Si la nevera tiene un solo cajón, lo más seguro es usarlo para productos de origen animal. Si tiene dos, es preferible utilizar uno para vegetales y otro para productos crudos. Las baldas intermedias, con temperaturas estables, son más apropiadas para frutas, verduras, quesos, embutidos y platos preparados. Finalmente, la parte superior, que es la más caliente, se puede utilizar para huevos, leche, yogures y semiconservas, o conservas una vez abiertas.
Aprovechar mejor la nevera
La puerta es apta para bebidas, condimentos, mermeladas y salsas abiertas, ya que este tipo de productos no requieren un frío constante, presentando una mayor resistencia a las variaciones típicas que se dan en esa zona. Colocar aquí productos que sean sensibles a la temperatura logra reducir considerablemente su frescura y, en consecuencia, su vida útil.
Espacio, ventilación y seguridad alimentaria
Es imprescindible no saturar la nevera. Es necesario que haya espacio y circulación de aire entre la comida, para poder mantener una temperatura correcta en todo el espacio que lo ocupa. Si la nevera está muy llena, la máquina compresora trabaja más, consume más energía y los alimentos se enfrían de manera inadecuada. Dejar huecos entre los paquetes favorece la buena conservación y hace que también dure más el todo.
Organizar la nevera desde estos criterios requiere escasos minutos y los beneficios son inmediatos: alimentos más seguros, mejor conservados y un uso adecuado de la nevera. La organización de la nevera genera un elemento fundamental para la salud del hogar.
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