Desde hace muchos años, el yogur ha tenido un valor destacado en la alimentación cotidiana, debido a su vinculación con la salud digestiva. Sin embargo, no todos los productos que se presentan como saludables pueden proporcionar las mismas ventajas. En este sentido, el cardiólogo Aurelio Rojas nos explica que hay una alternativa que se impone claramente al yogur del pueblo por la composición que presenta y que produce el organismo, el kéfir, bebida fermentada que se abre paso por una cuestión científica y no por una simple moda alimentaria.
El yogur que destaca frente al resto
El kéfir difiere notablemente del yogur clásico por su riqueza microbiana. En efecto, el yogur convencional se elabora a partir de un escaso número de cepas de bacterias, el kéfir se prepara a partir de un conjunto mucho más amplio de bacterias ácido-lácticas y levaduras y bacterias acéticas. Todos estos microorganismos funcionan en sintonía y a favor de un equilibrio microbiano intestinal más rico y diverso.
Esta variedad facilita que el organismo adquiera un estímulo probiótico más completo, completando así los requerimientos de la microbiota intestinal, lo cual puede afectar favorablemente la digestión y otros procesos metabólicos básicos.
Fermentación más completa
La forma de producir el kéfir se relaciona directamente con su valor nutricional. La fermentación larga densamente reduce el nivel de lactosa de forma natural y su digestión en la gente con poca sensibilidad a la lactosa. También produce compuestos bioactivos que no se dan de forma natural en el yogur tradicional. En resumen, se obtiene un alimento vivo que mantiene propiedades funcionales y una textura parecida a la del yogur líquido, lo que facilita el consumo día a día del mismo.
Beneficios del kéfir
Las investigaciones existentes vinculan el consumo regular de kéfir y las mejoras en salud digestiva, al favorecer el tránsito intestinal y la tolerancia a algunos alimentos, y ciertos trabajos científicos sugieren una mejora del sistema inmunológico a razón del aumento de la barrera intestinal, y se pueden observar efectos positivos en parámetros como el colesterol o la tensión arterial, dentro de un contexto de dieta correcta y hábitos saludables.
Intestino y bienestar emocional
El kéfir es capaz de ejercer una influencia indirecta en la calidad del estado de ánimo a través del llamado eje intestino-cerebro. Algunos de sus microorganismos colaboran en la actividad relacionada con diferentes neurotransmisores que pueden estar relacionados con la serotonina o el GABA, implicados en la tranquilidad y en un mejor bienestar general. Aunque no se produzcan estos efectos de manera inmediata o aislada, conducen a la reafirmación de la propuesta que considera que una microbiota diversa tiene un papel importante en la salud.
Cómo integrar este yogur
El consumo de kéfir debe ser leve. Una ingesta diaria de entre 100 y 300 mililitros resulta idónea para disfrutar de su efecto sin llegar a tener molestias digestivas. Un exceso puede dar lugar a la aparición de gases o diarrea, especialmente si se realiza un consumo intenso en los primeros días del inicio, en el cual el intestino tiene que adaptarse. Como cada sujeto responde de manera diferente, conviene dar el paso hacia el consumo de kéfir de forma paulatina y observar la tolerancia personal.
Combinaciones que potencian sus efectos
Al incorporar el kéfir también en el desayuno o media mañana, puedes añadirle a este lácteo kiwi o fresas, fruta rica en vitamina C, y así potenciarás la acción de los probióticos y también irás a favorecer un mejor equilibrio hormonal.
Este alimento no es precisamente una solución milagrosa, pero sí un buen complemento para la alimentación variada. Su principal ventaja es que aporta una mayor diversidad microbiana que el yogur tradicional, por lo que se erige como el alimento más salutífero de esta variedad.
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