No se trata de ese movimiento frenético e inconsciente, rodilla arriba y abajo, que vemos con frecuencia a nuestro alrededor, o que podemos realizar nosotros mismos, aunque puede ser uno de sus síntomas. El diez por ciento de la población adulta padece el llamado Síndrome de Piernas Inquietas (SPI), aunque nueve de cada diez pacientes pueden estar sin diagnosticar, según la Sociedad Española de Neurología. 

Este sábado se celebra en Alicante el congreso nacional anual de la Asociación Española de Síndrome de Piernas Inquietas (AESPI). La reunión coincide con el décimo aniversario de la declaración del 23 de septiembre como día mundial de esta dolencia neurológica relacionada con un mal funcionamiento de la dopamina. La AESPI quiere promover la difusión del síndrome y conseguir financiación para la investigación. Se trata de procurar el mejor tratamiento para abordar una enfermedad todavía "estigmatizada" e "invisible" que provoca gran sufrimiento a quienes la padecen.

Hereditario y más común en mujeres

Este trastorno sensitivo motor se define por molestias en las piernas como calambres o pinchazos que aparecen o se agravan cuando el paciente está en reposo y que se alivian eventualmente con el movimiento. Se produce fundamentalmente a última hora de la tarde y por la noche, y puede llegar a alterar el ritmo normal del sueño.

Según ha precisado la presidenta de la asociación, Ana Jiménez, en declaraciones a Efe, este síndrome está más extendido de lo que se piensa, aunque muchos "lo desconocen porque es difícil de identificar". Se calcula que un 10 por ciento de la población adulta y 4 de cada 100 niños y adolescentes pueden padecerlo, aunque es más común en las mujeres. Tiene, además, un fuerte componente hereditario. Según Jiménez, quienes padecen SPI se sienten con frecuencia estigmatizados. "La gente no comprende lo que te pasa y, a la vez, es difícil explicar lo que te sucede. No tenemos mocos, no sangramos y no tosemos pero está ahí, es invisible y es muy duro convivir con ello".

No es ninguna broma

Actividades cotidianas como ir al cine, a cenar o montar en un avión, donde estamos obligados a permanecer sentados durante horas, pueden resultar una tortura. "Cuando decimos 'tengo síndrome de piernas inquietas', notas que esbozan una leve sonrisa y eso nos molesta mucho", denuncia Jiménez.

Como en tantas enfermedades, los síntomas suelen confundirse con otros problemas. "La gente piensa que es insomnio o cansancio, y lo deja pasar", o "se recetan pastillas para dormir, ansiolíticos o antidepresivos que, en muchos casos, lo que hacen es potenciar los síntomas". Por eso, desde la AESPI insisten en la importancia de que los médicos de familia estén sensibilizados con el síndrome para poder detectarlo cuanto antes, aunque no existe una medicación específica.

En el congreso nacional de AESPI participan unos 80 médicos, especialistas, enfermos de toda España en torno a varias mesas redondas donde se trata la medicación actual y las que se prevén a corto y medio plazo, el día a día de las personas con piernas inquietas y cómo lo viven los familiares. La cita puede seguirse en directo a través de YouTube a partir de las 16 horas.