Un equipo de investigadoras de la Universidad de Barcelona y del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM) ha confirmado que existe una vulnerabilidad genética distinta en hombres y mujeres respecto a la esquizofrenia y otros trastornos psiquiátricos. En concreto, este trabajo pionero y publicado en la revista European Neuropsychopharmacology, destaca que esta carga genética tiene un mayor peso en los hombres que en las mujeres.
Se trata de un trabajo excepcional, no solo por la calidad de la investigación científica, sino por el hecho de que tenga en cuento la diferencia entre sexos en el estudio. Las diferencias biológicas y psico-sociales entre hombres y mujeres marcan la sintomatología, la incidencia y la reacción a tratamientos farmacológicos. Pero prácticamente ningún estudio lo tiene en cuenta, tampoco la práctica médica habitual. Una indiferencia al factor género que en los casos más extremos, como la diagnosis del infarto de miocardio, puede costar vidas.
Lo explican la doctora Blanca Coll-Vinent y la periodista Isabel Muntané en el libro Eres una exagerada. Sesgo de género y sexo en la salud. Una selección de trece casos médicos de otras tantas enfermedades en los que obviar el sesgo de género tuvo serias consecuencias para los pacientes.
Infartos que se detectan tarde
"Las mujeres tienen peor diagnóstico y mueren más de ataques de corazón" apunta la doctora Coll-Vinent. Según la Sociedad Europea de cardiología, las mujeres reconocen menos que los hombres los síntomas del infarto, un 69% frente al 79%. En Cataluña, los registros confirman un retraso de unos 20 minutos en hacer un diagnóstico y un tratamiento apropiado en las mujeres.
Ellas "consultan más tarde, expresan unos síntomas que no esperan los médicos y por tanto diagnosticamos más tarde" explica Coll. Las mujeres también tienen dolor en el pecho, "pero es diferente o lo expresan diferente a lo que hemos aprendido en las facultades de medicina". Además, en las mujeres "el dolor va acompañado de otros síntomas que para ellas son más importantes, como el cansancio -que es la cosa más inespecífica del mundo-, el ahogo, o alteraciones en la diabetes…. Son elementos periféricos que dificultan el diagnóstico".
El caso de los infartos es uno de los más llamativos, pero no el único. "La sociedad es androcéntrica y la medicina no vive aislada" señala Muntané, aunque Coll advierte que "se ha avanzado muchísimo". Hace un siglo, las publicaciones científicas "criticaban si se incluía a mujeres en los estudios porque las mujeres eran un ser inferior que no podía hacer de modelo para las investigaciones" señala la médico.
Investigación no paritaria
Se ha avanzado, pero no lo suficiente, advierte señalando que los estudios médicos suelen incorporar un tercio de mujeres por dos tercios de hombres. Una desproporción que se explica en parte por la prevención ante la posibilidad de embarazo en las mujeres en edad fértil. "La investigación tiene que incluir a muchas más mujeres, el mismo número de mujeres que de hombres para que sea representativo de la enfermedad que se estudia" reclama.
El cuerpo humano "no es unisex" apunta Coll. "No somos iguales en nada, hay muchas cosas que nos distinguen y están marcadas ya genéticamente. La combinación XX da un fenotipo, una expresión corporal externa e interna muy diferente a la XY y esto condiciona muchas más cosas" añade la autora.
No somos unisex, la combinación XX da un fenotipo, una expresión corporal externa e interna muy diferente a la XY
No solo se trata de cuestiones obvias como la distribución de la grasa, también hay diferencia en la eliminación de productos por el hígado o en la medida de algunos órganos. A nivel celular hay interacciones diferentes, añade, por lo que "la respuesta a muchos tratamientos es diferente, se dan respuestas muy específicas que cambian". En este contexto, se lamenta, las facultades de medicina "enseñan unos modelos que son masculinos y lo que no cuadra es ansiedad o cualquier otra cosa".
Unas diferencias que no solo se dan en las patologías consideradas "de mujeres". El libro recoge errores de diagnóstico condicionados por el sexto y el género que van desde el trastorno del espectro autista (TEA) a un hombre con cáncer de mama, que fue diagnosticado cuando ya se encontraba en el estadio 4 de la enfermedad. Este paciente relata como en un congreso médico un estudiante de cuarto de medicina le reconoció que no sabía que los hombres pueden sufrir cáncer de mama. "Creía que los hombres sólo tienen pectorales" relata Muntané.
"No queríamos centrarnos en enfermedades de mujeres" añade la periodista, y dejar claro que "los hombres también sufren el sesgo de género". Algo esencial cuando entramos en la posología de los medicamentos. "Aquí la diferencia puede ser de vida o muerte" exclama Muntané.
El efecto de un fármaco es diferente en hombres y mujeres, "esto está muy demostrado" asegura Coll. "Las mujeres tenemos en general menos peso, pero también una distribución de grasa diferente, un metabolismo más lento, eliminamos más lentamente los fármacos". Por tanto, añade, "es mucho más fácil que las mujeres se intoxiquen, porque por defecto necesitan una dosis menor", como retratan en uno de los casos analizados. "Pero como muchos estudios se hacen con hombres y mujeres analizados conjuntamente, también es posible que con la dosis unisex los hombres no tengan suficiente efecto".
Gisèle Pellicot, un caso emblemático
Más allá de las diferencias biológicas, las autoras defienden también un tratamiento diferencial en la atención a hombres y mujeres. El género es una construcción social, recuerda Muntané. Esto explica que "cuando una mujer llega a una consulta no se la escuche suficiente, no se tiene en cuenta los síntomas que tiene porque están diseñados para un hombre. Claro que afecta la construcción de género, no es solo un tema biológico, es un tema de como recibimos a las personas, de cómo nos expresamos".
Apunta como ejemplo el caso del TEA. "Es clarísimo: a los niños se les diagnostica muy pronto y por tanto empiezan el tratamiento, las niñas por socialización de género se adaptan a la sociedad y cuesta mucho más que los médicos puedan identificar que es un caso de TEA". La paciente del caso recogido en el libro fue diagnosticada en la adolescencia, y porque acudió al psicólogo por un trastorno alimentario.
Gisèle Pellicot, la mujer francesa que fue drogada y violada por una cincuentena de hombres bajo la supervisión de su marido, es un caso emblemático en este sentido, apunta la periodista. "Ella iba al médico y le habían diagnosticado no sé cuántas enfermedades, pero si no tienes formación cómo ver que esa mujer está siendo drogada, que está siendo violada y agredida".
"Si no hay formación especifica de género en salud, que debería especificarse en cada asignatura, qué podemos esperar de las nuevas hornadas de médicos"
En este contexto, Coll señala dos elementos esenciales a mejorar: la formación y la investigación médica. En algunas universidades empieza a haber una asignatura optativa que analiza estas diferencias, apunta la médico, pero debería ser una "visión transversal", añade. "Si no hay formación especifica de género en salud, que debería especificarse en cada asignatura, qué podemos esperar de las nuevas hornadas de médicos".
En cuanto a la investigación, reclama un análisis por separado en todos los estudios, lo que implica incluir un mayor número de personas, cobayas o células. "Esto supone mucho más trabajo, más esfuerzo y más dinero" advierte. Por eso advierte que "por supuesto tiene que haber más financiación para incluir la investigación diferenciada por sexos" y una legislación que obligue a las farmacéuticas a hacer también ese esfuerzo.
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hace 4 semanas
Resulta preocupante que ya hasta en las divulgaciones científicas se hable de género y no de sexo,como es lo correcto.Si hablamos de genero femenino en una mujer es referido solo a la palabra,como también lo es una mesa o una inundación.Solo las palabras tienen género,las personas tenemos sexo : masculino ó femenino,según los carcteres genéticos,y cromosomas XX ó XY.A ver si nos enteramos,que estamos todos comprándole la burra coja a las feministas radicales.
hace 1 mes
También digo otra cosa, ese estudio tiene en cuenta la autopercepción de género del paciente o sólo se basa en esa cosa tan retrógrada que es el sexo biológico y la genética? Puede que los resultados cambiaran si se analizan en base a la verdad social aceptada hoy día. Quién dice que los hombres no pueden morir en el parto o las mujeres de cáncer de próstata?
hace 1 mes
Me parece bien que haya ese sesgo de discriminación positiva. Las mujeres son unas privilegiadas en la esperanza de vida (86,1 años en 2021) y los hombres están oprimidos (80,3 años en 2021)
Hay que lograr la igualdad plena y absoluta en la esperanza de vida igual que hay que lograr la paridad e igualdad absoluta en absolutamente todos los puestos de trabajo y si para eso hay que favorecer a las mujeres o a los hombres oprimidos y perjudicar a las mujeres y hombres privilegiados… sea así.
Yo soy feminista eso quiere decir que busco la igualdad para hombres y mujeres, mediante leyes de paridad y discriminación positiva. Queremos igualdad de resultados.