Un reciente estudio liderado por investigadores del Imperial College London y publicado en The Lancet, titulado: "Associations of family affluence with cortisol production and telomere length in European children" ha arrojado luz sobre una preocupante realidad: los niños que crecen en familias con menos recursos económicos presentan signos de envejecimiento biológico acelerado en comparación con sus pares más acomodados.

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Este hallazgo, basado en el análisis de más de 1,000 niños europeos de entre 6 y 11 años, sugiere que la desigualdad social deja una huella física que puede durar toda la vida y afectar tanto la calidad como la duración de la misma.

El marcador biológico: los telómeros

La investigación se centró en los telómeros, estructuras que protegen los extremos de los cromosomas y cuya longitud se considera un biomarcador del envejecimiento celular. Los resultados mostraron que los niños de entornos menos privilegiados tenían telómeros significativamente más cortos que sus compañeros de familias con mayor nivel socioeconómico.

Esta diferencia indica un proceso de envejecimiento biológico más rápido, lo que podría traducirse en un mayor riesgo de enfermedades crónicas y una esperanza de vida reducida en el futuro.

El estudio destaca que el impacto de la desventaja económica se manifiesta a nivel celular desde los primeros años de vida, estableciendo trayectorias de salud desiguales que pueden perpetuarse durante décadas.

Los investigadores advierten que este “impronta biológica temprana” podría aumentar la vulnerabilidad de los niños desfavorecidos a enfermedades en la adultez y a una muerte prematura, en comparación con sus pares más favorecidos.

Los autores subrayan la urgencia de implementar políticas públicas que reduzcan las desigualdades y protejan el desarrollo infantil.

“Nuestros hallazgos muestran una clara relación entre la riqueza familiar y un marcador conocido de envejecimiento celular, con patrones potencialmente de por vida que se forman en la primera década de vida”, afirmó el Dr. Oliver Robinson, autor principal del estudio

Este fenómeno no es exclusivo de Europa. Estudios similares en otras regiones han encontrado que la desventaja socioeconómica en la infancia se asocia con un envejecimiento biológico acelerado, medido a través de diferentes marcadores como la metilación del ADN y la presencia de proteínas inflamatorias en sangre. 

Las consecuencias abarcan desde un mayor riesgo de enfermedades metabólicas y cardiovasculares hasta una reducción en las capacidades cognitivas y el bienestar emocional.

En conclusión, la pobreza no solo limita las oportunidades sociales y educativas de los niños, sino que también deja una marca biológica que puede condicionar su salud durante toda la vida. Combatir la desigualdad desde la infancia es, por tanto, una inversión fundamental en la salud pública y el futuro de la sociedad.

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