La Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) ha puesto en alerta a más de una treintena de provincias ante la segunda ola de calor del verano, que según ha anunciado, durará más de lo previsto. Estas temperaturas tienen un efecto inmediato en nuestra salud física, pero el padecer mayor estrés, ansiedad, insomnio, incluso agresividad, está vinculado a los efectos que estas temperaturas extremas pueden provocar en nuestra salud mental.

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La pérdida de apetito o el sentirse más irascible, entre muchos más, son síntomas comunes de los momentos de calor sofocante del verano y que, en muchas ocasiones pasamos por alto. Juan Jesús Ruiz, docente del Máster en Formación Permanente de Psicología Deportiva en UNIE Universidad, señala que "los cambios bruscos de temperatura ya empiezan a vincularse con síntomas como la violencia y la agresividad, los estados de ánimo ansioso como el insomnio, el sentimiento de soledad o el deterioro de las relaciones de pareja y familiares, incluso delirios y alucinaciones". Estos efectos que parecen anecdóticos, pueden llegar a ser detonantes de problemas psicológicos mucho más profundos, en especial para aquellas personas que ya se encuentren en un estado emocional delicado o más vulnerable.

El impacto del calor extremo se refleja también en datos de mortalidad, en lo que llevamos de verano, 1.170 personas han muerto por causas vinculadas a las altas temperaturas. No obstante, también se refleja en un aumento del 2,2% en la mortalidad relacionada con la salud mental y un aumento del 0,9% en la morbilidad por salud mental asociados con cada aumento de 1,8 °F en la temperatura ambiente según el Consejo General de la Psicología en España. Por ello, Ruiz insiste en que en estas interpretaciones de los datos "es fundamental atender también a las conductuales", es decir, a las psicológicas.

El docente advierte de que "las personas que están expuestas a estas circunstancias de altas temperaturas y que, además, ya padecen enfermedades de salud mental como depresión, ansiedad, estrés o insomnio pueden ser especialmente vulnerables". En estos casos, señala que "la atención psicológica y el acompañamiento del entorno son factores fundamentales para reducir el impacto emocional de estas circunstancias."

Estudios como los publicados en JAMA Network Open y el Journal of Affective Disorders muestran que las personas expuestas a altas temperaturas presentan mayor riesgo de síntomas de trastornos del estado de ánimo (depresión y manía), ansiedad, irritabilidad, crisis psicóticas y déficit de atención, especialmente en población vulnerable como adolescentes y personas con historial psiquiátrico

"Que una persona esté atendida psicológicamente y que el entorno esté preparado para intervenir puede marcar la diferencia", afirma. Mantenerse hidratado, crear un entono fresco, ajustar la rutina para evitar las horas más calurosas del día, además de buscar apoyo profesional, pueden ser herramientas para mitigar el impacto del calor en nuestra salud mental.

Una revisión sistemática y meta-análisis publicada en The Lancet Planetary Health (2023) demostró que el aumento de la temperatura promedio mensual se asocia con un incremento del 1.5% en la tasa de suicidios y hasta un 9.7% en hospitalizaciones por condiciones de salud mental durante olas de calor. El riesgo abarca desde trastornos del ánimo y ansiedad hasta episodios psicóticos y exacerbaciones de cuadros psiquiátricos previo.

En un mundo en el que se espera que las olas de calor sean más largas y más frecuentes por el cambio climático las evidencias apuntan a la importancia de considerar las altas temperaturas y las olas de calor como un factor ambiental que afecta la salud mental de la población, no solo física. Lo que invita a preparados para evitar, además de los riesgos físicos del calor, entender que el bienestar psicológico es clave para afrontar estos momentos.

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