La utilización de antidepresivos ha crecido de forma continua en los últimos años. Estas sustancias, cuya finalidad es la de tratar alteraciones del estado de ánimo, como puede ser el caso de la depresión o la ansiedad, se han convertido en la herramienta que permite mejorar la calidad de vida de millones de personas. Sin embargo, en el caso que se utilicen sin que haya un diagnóstico médico o sin haber necesidad de hacerlo, pueden alterar el equilibrio químico del cerebro, causando efectos perjudiciales que impacten, tanto en el cuerpo como en la mente. Entender su uso inapropiado es importante en un contexto donde la medicalización de los conflictos sociales y el manejo de las emociones ha crecido exponencialmente.
El aumento del consumo de antidepresivos
En el ámbito de los países europeos, España se posiciona como uno de los países con mayor consumo de antidepresivos y ansiolíticos. Las prescripciones de estos fármacos se han incrementado, de una manera alarmante, especialmente entre la población más joven. El consumo entre las personas de entre 20 y 29 años ha aumentado más de un 40% en la última década. Este aumento no siempre coincide con un aumento porcentual del número de casos clínicos de depresión, sino que responde a una tendencia hacia el recurso a la medicación como respuesta rápida a problemas emocionales o sociales.
Factores que impulsan el consumo
El escaso tiempo de que disponen las consultas médicas, la presión asistencial y la escasez de recursos en salud mental, han convertido los antidepresivos en, así decirlo, la solución en momentos concretos. A esto hay que sumar el efecto que ha tenido la industria farmacéutica y la cultura de que cualquier malestar emocional se tenga que medicar. Esta combinación de factores ha determinado un consumo que, en muchas ocasiones, se lleva a cabo sin evaluación médica previa o posterior.
Antidepresivos innecesarios
Consumir antidepresivos sin requerirlos modifica la producción natural de neurotransmisores fundamentales como la serotonina o la dopamina. Estos factores terminan por generar efectos secundarios como el insomnio, cambios en el apetito, aumento de peso, fatiga crónica o disfunciones sexuales. A largo plazo el cuerpo puede desarrollar tolerancia a dichos componentes, por lo que la persona necesitará de dosis cada vez mayores para obtener el mismo efecto o puede verse en situaciones de síndrome de abstinencia al dejarlo.
Impacto emocional y cognitivo
El uso no justificado de antidepresivos puede producir apatía, desmotivación y dificultades en la atención. En determinadas ocasiones, el cerebro puede llegar a reducir su capacidad para regular sus emociones de forma natural, de tal manera que los síntomas aumentan cuando se intenta interrumpir su uso. Del mismo modo, este uso no correcto de los antidepresivos también oculta problemas verdaderos y hace que la persona no desarrolle estrategias de tipo psicológico o social para atender su bienestar emocional.
Responsabilidad con los antidepresivos
El desafío que plantea el sistema sanitario de España consiste en hacer compatible la accesibilidad a los tratamientos farmacológicos e incidir en alternativas terapéuticas. Integrar psicólogos en atención primaria y mejorar los programas de salud mental son fundamentales para impedir que la medicación llegue a ser la única vía de tratamiento.
Educación y prevención
La información documentada y la educación emocional son herramientas clave para moderar el uso irresponsable de los antidepresivos. Llevar a cabo la psicoterapia, la actividad física y las redes de apoyo social puede llevar a que una persona prescinda de los fármacos. Un enfoque global, que incluya la salud mental, el bienestar emocional y la educación preventiva puede permitir generar una población más reflexiva y resiliente.
El uso de antidepresivos sin prescripción médica conlleva un riesgo evidente para la salud en general. Lejos de suponer una solución fácil, puede dar lugar a un desequilibrio físico y emocional difícil de revertir. Apostar por un uso racional, fundamentado en la ciencia y acompañamiento psicológico es la única alternativa que garantiza que los antidepresivos cumplan con su función curativa y no acaben generando una nueva dependencia en su ingesta.
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