Madrid y Barcelona, las dos grandes ciudades españolas, tienen un gran número de tiendas y bares clásicos. Sin embargo, esa lista no ha dejado de menguar en los últimos años. La crisis económica de 2008, el boom del turismo y la gentrificación son algunos de los factores que han llevado a tenderos y comerciantes de toda la vida a tener que cerrar la persiana para siempre.

Ya no se puede tomar el té en el local de Embassy de Paseo de la Castellana, las máscaras de Arlequín acumularán polvo en cajas y donde antes estaba la meca de la modernidad de Barcelona ahora hay un Mango. A continuación, una lista con algunos clásicos de Madrid y Barcelona que han echado el candado.

Arlequín Máscaras, un cierre barruntado

Arlequín Máscaras ha sobrevivido a trompicones hasta este 2020, aunque el cierre se mascaba desde hace dos años. Cerraron el marzo por el coronavirus y no volverán a abrir. La meca de las máscaras artesanas era una de las tiendas con tradición que quedaban en la calle Princesa, en pleno Gótico, entre Via Layetana, el Museo Picaso y el Born. Sus responsables, Jaume Serra y Samira Bedran, se jubilan después de cuatro décadas de creaciones artísticas sin haber encontrado sucesor para su negocio.

Casa Patas, el templo del Flamenco

Situada en la céntrica calle de Cañizares, Casa Patas era el tablao flamenco de más renombre en Madrid. El culpable en este caso ha sido el coronavirus, que cerró las fronteras y cortó el grifo de los extranjeros, prácticamente los únicos clientes que entraban en los últimos años. Casa Patas, fundada en 1984, arrancó como taberna, pero pocos años después se centró en las actuaciones flamencas.

Vinçon, la modernidad en Barcelona

Era el clásico del Paseo de Gracia, interiorismo y diseño. Lo más de la modernidad en Barcelona en los años 70 y 80, siguió siendo un lugar de culto para los barceloneses hasta el día de su cierre. Los turistas incorporaron la tienda en sus peregrinaciones por Barcelona, pero esta incorporación no impidió que las ventas decayeran progresivamente. Al final el local, que era de los dueños, valía mucho más que la tienda. El 30 de mayo de 2015 puso punto final a 74 años de historia de Barcelona y los privilegiados 3.000 metros cuadrados de la familia Amat en el Paseo de Gracia se convirtieron en la principal tienda de Mango de la capital catalana.

Embassy, un té de alto standing

El histórico restaurante y salón de té Embassy del paseo de la Castellana de Madrid, inaugurado en 1931 y que fue un lugar clave en la Segunda Guerra Mundial por facilitar la salida de judíos hacia Portugal, cerró definitivamente en 2017. Fue fundado por Margarita Kearney Taylor, ha sido lugar de encuentro de la clase alta madrileña.

Colmado Quilez, delicatessen en Barcelona

La familia Quílez convirtió este colmado de barrio con aires de principios del siglo XX en la meca de las delicatessen en Barcelona. Su privilegiado escaparate en la confluencia de Rambla Cataluña con Aragón atesoraba buenos vinos, embutidos y patés para los paladares más exigentes de Barcelona. Nacido como una confitería en 1908, Jaume Quílez lo convirtió en colmado en 1940 y desde entonces, hasta su cierre, conservó el aire de colmado tradicional, un estilo que el Grupo Lafuente no quiso tocar cuando se hizo con el negocio. Cerró en 2014, víctima de la subida de los precios de alquiler en el centro de Barcelona que acompañan al auge turístico, una subida que en su caso llegó al 700% según los propietarios, que mantienen otra tienda con el mismo sello en la zona alta de Barcelona.

Salazar, una papelería centenaria

Fernanda y Ana cerrarán en los próximos meses la papelería más antigua de Madrid. Fundada en 1905 en el corazón del barrio de Chamberí, por su mostrador de madera han pasado políticos, dibujantes y gente de a pie. La falta de relevo en la familia llevará a estas dos hermanas a cerrar el negocio.1905 como estanco

Ignacio Encabo