El Congreso de los Diputados se ha convertido en una taberna. Las sesiones de control, ya desde hace algún tiempo, recuerdan el tono populachero de las disputas en torno a una frasca de morapio o a unas cañas de cerveza.

Contenido Exclusivo para suscriptores

Para poder acceder a este y otros contenidos debes de ser suscriptor.

¿Ya estás suscrito? Identifícate aquí