Knesia ha decidido quedarse en Kiev. Con su madre. Tiene 28 años y vive en un país en guerra desde que el líder ruso, Vladimir Putin, decidió el 24 de febrero invadir Ucrania. Tiene pocas esperanzas en que haya una salida negociada a la vista. "Si Rusia hubiera querido solucionar el conflicto por medio de la diplomacia, no habría invadido mi país". Knesia está convencida: "Solo tenemos una salida, luchar y vencer".

Hace menos de un mes la vida de Knesia era parecida a la de usted que está leyendo estas líneas. Lo ha trasladado el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, en su intervención este martes ante el Parlamento canadiense, con la presencia del primer ministro, Justin Trudeau. En un mensaje muy emotivo, Zelenski ha dicho a los canadienses: "Imagínense que Vancouver o Toronto están asediadas, que su edificio es bombardeado, imaginen a niños asesinados o maternidades atacadas. Esa es nuestra realidad".

Cuando pienso que no se pueden traspasar más líneas rojas, veo rápidamente que sí... Bombardean hospitales, maternidades"

knesia, ciudadana de kiev

A Knesia le cuesta hacerse a la idea: "Cuando pienso que no se pueden traspasar más líneas rojas, veo rápidamente que sí. No van a atacar a civiles, no van a bombardear hospitales... Y lo hacen". Por eso no ve otra salida más que la victoria. Ni siquiera se permite pensar en la derrota. Pero es consciente de que el Kremlin busca destrozar Ucrania. Kiev es un símbolo valioso para Putin.

Como lo es Odesa, en el Mar Negro, una ciudad bulliciosa donde ahora se ha impuesto un silencio. Odesa y Kiev están dispuestas a resistir, pero se esperan lo peor. Embarcaciones rusas están cada vez más cerca de Odesa, como las tropas rusas de Kiev. El alcalde de Odesa, Guennady Trukhanov, señala que la situación está tranquila, pero con tensión. "Según nuestras informaciones, está previsto un ataque a Odesa a partir del 18 de marzo", ha declarado a la cadena BFMTV.

El alcalde, un boxeador incombustible

El alcalde de Kiev, el ex boxeador Vitali Klitschko, ha anunciado este martes que a las ocho de la tarde, hora local, entra en vigor un toque de queda que estará en vigor 36 horas, hasta las siete de la mañana del jueves. "Vivimos momentos difíciles y peligrosos... Por eso pido a los habitantes de Kiev que se preparen para estar en casa dos días", ha dicho el alcalde en un comunicado. Para salir de casa los ciudadanos precisan un permiso especial. Solo pueden hacerlo si suenan las sirenas porque hay bombardeos.

"Hemos visto que los rusos no tienen reglas. No tienen moral. Todo es posible", ha dicho Klitschko a la CBS. Ni siquiera descarta ataques con armas químicas.

En una entrevista en France 24, Vitali Klitschko, y su hermano Wladimir, ex campeones del mundo de boxeo y celebrities en otra vida, aseguraron que iban a quedarse en Kiev hasta el final. "Putin no vive en el mundo real", decía Wladimir. "Estoy orgullosa de las mujeres ucranianas, de todos los ucranianos que están defendiendo nuestro país", mantienen los dos hermanos. El alcalde de la capital se ha convertido en un referente de lucha para los ciudadanos.

Visita simbólica en tren

En Kiev llevan dos noches con ataques sobre zonas residenciales de la capital. Las tropas rusas están a apenas 15 kilómetros, al acecho. Incluso entre ellas estaría el líder checheno Ramzán Kadirov, que se dice dispuesto a acabar con la resistencia de los ucranianos. En la madrugada del lunes resultó afectada una zona obrera de la capital, Obolón, y hubo dos muertos.

El martes un edificio de 16 pisos en Sviatoshyn, en el oeste, sufrió un ataque. También cayeron proyectiles en una casa en Osokorky y en otro edificio en Podilsk, al noroeste. Cuatro personas perdieron la vida. Algunos vecinos han tenido que salir por las ventanas. Este miércoles un edificio de 12 pisos ha sido bombardeado en el barrio de Shevchenkivskyi. Hay dos heridos.

Este martes han recibido una visita simbólica. Los primeros ministros de Polonia, Mateusz Morawiecki; República Checa, Petr Fiala; y Eslovenia, Janez Jansa; junto con el viceprimer ministro polaco, Jaroslaw Kaczynski, se han trasladado en tren hasta la capital ucraniana para expresar su "inequívoco apoyo a Ucrania y a su libertad e independencia". Han llegado en tren. A pesar de la guerra, han querido estar en primera línea. Zelenski se lo ha agradecido personalmente. "Vuestra visita es una poderosa prueba de apoyo".

"Sin pánico"

Knesia trabaja para una ONG ucraniana y como se sabe útil ha preferido mantenerse en su puesto y no tomar las armas, como lo han hecho otros amigos suyos. Hacen piña. Los que se han quedado en Kiev, la mitad de la población de esta ciudad de más de cuatro millones de habitantes, están unidos y respaldan a sus dirigentes, tanto al presidente Volodimir Zelenski, como al alcalde, Vitali Klitschko.

"Antes podíamos tener nuestros más y nuestros menos, pero ahora sabemos que estamos unidos en la defensa de Ucrania", comenta Knesia. Como están en casa la mayor parte del tiempo, no verá mucha diferencia estos días en los que han de respetar el toque de queda. "Cada vez sentimos más presión, pero intentamos no entrar en pánico. Creo que los que nos hemos quedado sabemos que es vital no transmitir miedo a los otros", señala en conversación telefónica desde Kiev.

Knesia, ciudadana de Kiev
Knesia, ciudadana de Kiev

Reconoce que pensó en salir de Kiev, incluso compró un billete para dirigirse al oeste, pero su madre se empeñó en quedarse. "Eso fue determinante. Mi madre rechazó moverse. Dice que nadie, y menos Putin, le va a forzar a dejar su hogar. Ellos son los agresores. 'No voy a claudicar', decía ella. Y por ello me quedé", explica la joven.

Otros ciudadanos de la capital se han visto obligados a tomar la difícil decisión de dejar sus hogares. Arseniy, veinteañero residente en Kiev hasta hace días, decidió desplazarse hacia el oeste de Ucrania. "Vivíamos a 25 kilómetros de Hostomel, el aeropuerto que ha sido destrozado por los rusos. Nos parecía muy peligroso", cuenta el joven, que antes de la invasión estaba pendiente de su familia en el Donbás. Entonces creía que Kiev era un territorio seguro.

Mi madre rechazó moverse. Dice que nadie, y menos Putin, le va a forzar a dejar su hogar"

knesia

Knesia está en contacto permanente con sus amigos. Todos intentan convencerse de que "Kiev no va a ser ocupada porque el ejército nos está protegiendo". Durante la noche, si concilia el sueño, se escapa a esos días en los que vivía en un país en paz. Descansa en su casa, en el pasillo porque donde vive no hay refugios cerca ni estaciones de metro. Cuando despierta, llega el peor momento. Cuando mira dónde han bombardeado y trata de comprobar que sus amigos están a salvo. "Son los momentos más angustiosos. Lo hacen a propósito para desquiciarnos".

Sabe que el llamamiento del alcalde a estar en casa en las próximas horas indica que la situación va a empeorar. "Nos tratan de proteger y a la vez de preparar. Quieren que la población esté preparada si viene lo peor", indica la joven, quien trata de explicar a sus amigos en el exterior la determinación de los ucranianos, dispuestos a perder la vida por la libertad en pleno siglo XXI.

A Knesia le anima el apoyo que recibe del exterior, también de sus amigos en Moscú, que participan en manifestaciones en contra de la guerra. "Van a sufrir también. Algunos piensan dejar el país. Otros corren riesgos en las manifestaciones. Son valientes".