Inés Arrimadas consiguió el 21 de diciembre una victoria histórica al frente de la candidatura de Cs a la presidencia de la Generalitat: más de un millón de votos y 36 diputados; primer grupo del Parlament. Dos meses después, sin embargo, el protagonismo de la líder in péctore de la oposición en Cataluña parece diluido entre los vaivenes de las negociaciones del bloque independentista para la investidura.

Ciudadanos ha insistido repetidamente las últimas semanas en que su victoria es infructuosa por la debacle del PP y el exiguo resultado de los socialistas catalanes y recuerda que la Ley electoral -en Cataluña rige la ley española para las elecciones autonómicas porque a CiU nunca le interesó aprobar una ley propia, pese a los intentos del PSC- les castiga también en los comicios al Parlament porque premia a las circunscripciones con menos población. Y defiende su negativa a presentar candidatura a la investidura recordando al PP que el reglamento del Parlament no permite proponerla, puesto que es potestad del presidente de la cámara proponer al candidato, siempre con una mayoría que lo avale.

Pero el partido naranja ha permanecido prácticamente inactivo a nivel parlamentario hasta que la semana pasada reclamó la celebración de un pleno, propuesta que también habían hecho los Comunes, aunque sus ocho diputados no les permitían forzar la convocatoria como a Cs. E incluso en esa iniciativa se han visto desbordados por PSC y JxCat, que han dado contenido al pleno presentando propuestas de resolución antes que Ciudadanos.

Más allá de la actividad parlamentaria, bloqueada por los independentistas, la presencia mediática de Arrimadas se ha diluido también en las últimas semanas, a medida que el presidente del partido, Albert Rivera, se apropiaba del debate sobre la crisis catalana. El caso del castellano en las escuelas ha sido en este sentido paradigmático. La defensa del castellano fue uno de los ejes fundacionales de Cs, y cuando el Gobierno amenazó con utilizar el 155 para imponer una mayor presencia del castellano en la escuela catalana, Rivera enarboló esa bandera.

La bandera del castellano

Fue el presidente del partido quien el viernes pasado respondió a lo anunciado por el portavoz del Gobierno, Iñigo Méndez de Vigo, tras el Consejo de Ministros en una comparecencia en Barcelona, con Arrimadas a su vera. Y volverá a ser Rivera quien protagonice la visita de Cs al Mobile World Congress, no este lunes, durante la inauguración oficial, sino el miércoles, secundado por la líder del partido en Cataluña y su presidenta en el Ayuntamiento de Barcelona, Carina Mejías.

Inés Arrimadas debía protagonizar, tras las elecciones catalanas, una gira europea para poner en valor la victoria del constitucionalismo por primera vez en unos comicios autonómicos. Pero esa idea se desestimó finalmente y fue Rivera quien a principios de mes lanzó un llamamiento a los líderes europeos para apoyar a Cs en su batalla contra el nacionalismo en Cataluña. El líder del partido ha protagonizado además una entrevista en la biblia del periodismo económico, el Financial Times, que lo saludó como el nuevo gran líder liberal gracias precisamente a la victoria en Cataluña.

Arrimadas sigue protagonizando las ruedas de prensa posteriores a la ejecutiva nacional del partido, pero en la medida en que Cataluña centra el discurso de Cs, sus mensajes quedan eclipsados por los de Rivera. Una situación que según algunas fuentes habría provocado tirantez en el seno del partido naranja, aunque desde la formación en Cataluña aseguran que la relación entre ambos dirigentes sigue siendo excelente.

El protagonismo de Cataluña en el discurso del partido naranja también incomoda a algunos dirigentes del partido de otras regiones, más cómodos con debates como el de la ley electoral. Pero lo cierto es que Cataluña es hoy por hoy el gran éxito electoral de Cs y el mejor exponente de sus cualidades frente al PP. Y Albert Rivera no va a renunciar a ese as. Aunque con ello pueda hacer sombra a quien ha protagonizado la victoria en Cataluña.