Hungría es el 13º país de la Unión Europea en lo que a tasa de fertilidad se refiere. En el país centroeuropeo nacen 1,58 hijos por mujer, ligeramente por encima de la media comunitaria -que encabeza Francia con 1,79- y muy por encima de los países del furgón de cola de los nacimientos como España e Italia, ambos con sólo 1,29 hijos por mujer.

El descenso en picado de la natalidad no es un problema exclusivo de Hungría y alerta de consecuencias en el futuro: inversión de las pirámides de población, dificultades para los sistemas de pensiones o falta de mano de obra. La inmigración es uno de los factores que habitualmente ha corregido estas tendencias. Sin embargo, la política de fronteras casi cerradas de países como Hungría ha llevado a su clase dirigente a intentar idear nuevas soluciones para paliar el déficit de niños en su sociedad.

Desde este mes, las mujeres húngaras que sean madres antes de los 30 años quedarán exentas de pagar el IRPF, que en Hungría es de una tasa única de un 15% común a todos los trabajadores.

La medida, que fue anunciada a finales de año por Balázs Orban, director de la oficina política del primer ministro húngaro, Viktor Orban. En el mensaje recalcaba que esta exención del IRPF ya se aplica a los trabajadores de hasta 25 años y a las madres de familias numerosas con al menos cuatro hijos.

Las medidas del gobierno conservador húngaro llevan ya varios años poniendo énfasis en la cuestión de la natalidad y también en el aborto. Aunque sigue siendo legal durante los tres primeros meses del embarazo, las autoridades exigen a las clínicas que den cada vez más información a las madres sobre los signos vitales del feto para tratar de desincentivar la elección.

Según datos oficiales de la oficina estadística de Hungría, más de 87.000 trabajos se quedaron vacantes en los primeros meses del año pasado en el país. Una cifra récord que ha exigido nuevas medidas para paliar una crisis laboral tendente a crecer hacia el futuro.

Hungría, que en 1975 registró una tasa de fertilidad de 2,35 hijos por mujer, ha seguido un patrón similar al del resto de Europa. Y alcanzó su punto más bajo en 2011, cuando esa tasa se desplomó hasta 1,23. Durante la última década se ha recuperado ido recuperando progresivamente hasta el 1,60, en línea con otros países de su entorno como la República Checa.

En España, sin embargo, la tasa de fertilidad que era de 2,77 en 1975, se hundió progresivamente hasta el mínimo de 1,13 registrado en 1998. Los nacimientos repuntaron durante una década hasta el 1,45 de 2008, cuando la crisis económica volvió a hundirlo hasta los niveles actuales.